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La Izquierda Diario
12 de octubre de 2018 Twitter Faceboock

OPINIÓN
El soberbio torbellino llamado Nick Cave
Lisa Ibañez | Estudiante del ISFD n 88 | La Matanza

Ante un hipnotizado público, el miércoles por la noche en La Paternal, canto Nick Cave resurgiendo de las tinieblas entre las malas semillas y arrasó como un torbellino.

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Cerca de las 2:00 am llego a casa extasiada, intento escribir algunas palabras: Tremendo, demoledor, soberbio, furioso. Escribo palabras, nada lo describe tanto.

Por la tarde llegamos a las inmediaciones del estadio cubierto del Malvinas Argentinas, en el viaje previo escuchaba a Nick y recordaba cuantas mañanas de camino al trabajo oía las mismas canciones, mirando los mismos paisajes y volví a sentirlas con la misma intensidad. La hipnosis comenzó.

Desde principio a fin el show fue como un furioso impacto, un golpe constante.
Él es como un dios más que "dios y el diablo". Es un demonio. Cada grieta de sus gestos, cada quiebre de su vos, sus movimientos; cada uno de ellos es un estallar.
Nunca viví nada igual.

En una orquesta sinfónica, cada persona ha decidido libremente interpretar un instrumento. Los hay ágiles, como la flauta, y muy lentos, como la tuba. Los hay con vocación de protagonismo, como el violín, y otros que rara vez destacan. Sin embargo, todos son completamente imprescindibles. La más deseable de las melodías interpretada por los violines puede ser invisibilizada o elevada en función de como se acompañe.

Nick Cave es el soberbio torbellino que dirige esa orquesta, pero acá el imprescindible es él. Con esa furia por momentos demencial, Nick mantiene completamente hipnotizado al público; cantar, gritar, moverse todos al compás de sus manos y sus gestos. Nick dice pum, pum, pum y todos nuestros corazones galopan en esa sintonía brutal. Nick dice shhhh y todo es sosiego; levanta sus manos y el público se eleva en una esquizofrenia indescriptible. Se acerca y sostiene mi mano con furia. El mundo entero estalla en mil pedazos.

La música siempre fue para mí un lugar de refugio o de escape. Cuando conocí la canción de Nick Cave, la música comenzó a transformarse en un empujón; en ese espacio de calma que te expulsa hacia adelante... Como cada vez que leo un libro, la música cuando aparece, es eso que logra conmoverme y la permanente búsqueda del por que, del como lo hace; me mantiene en un instante eterno de suspenso.

Y apareció Nick. Quizás una de las primeras canciones que escuche de él, la primera que leí, la primera que lloré y me desgarró, la primera que me hizo sentir feliz, se transformó en esa canción; “La canción, la canción ha estado dando vueltas…” y en ese momento del show entre idas y venidas por el largo escenario y hacia al frente del público, él no puede ocultar sus ojos vidriosos. A partir de ahí el espectáculo no es más que un recorrido catártico, íntimo, emocionante, conmovedor y desgarrador
Ese torbellino que me abrumaba un tiempo atrás, es el que encuentro en este hombre cada vez que lo escucho, me ubica en ese instante; y cuando llega la calma vuelvo a sentir como me empuja hacia adelante una vez más. Pasión es la palabra con la que nombro a ese torbellino. Y aparece el soberbio torbellino Nick en el escenario, y es eso que no quieres olvidar nunca.

 
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