El Rector Barbieri accedió al pedido de su Vice, el ex Side Darío Richarte, y lo apartó del cargo temporalmente. La guerra de los servicios también se juega en la Universidad. Los estudiantes exigen su renuncia definitiva.
El día de ayer se hizo pública una resolución “ad referéndum” firmada por el Rector de la UBA, Alberto Barbieri, y el Secretario de Hacienda, Emiliano Yacobitti, en la que se resuelve “otorgar licencia sin goce de haberes, a partir de la aprobación de la presente, y por el término de noventa días al profesor Darío Florián Richarte, en el desempeño de su cargo de vicerrector”. En este sorpresivo expediente, con fecha 3 de marzo del 2015, el Rector dice estar accediendo a un pedido del Vice, aunque se desconocen las razones, ya que la resolución no formó parte del debate en las comisiones del Consejo que se realizaron durante el martes y el miércoles de esta semana. Y el Consejo Superior sesionará, por primera vez en el año, recién el miércoles próximo, con la decisión ya tomada.
Desde la Izquierda Diario nos comunicamos con el Rectorado de la UBA buscando una explicación a esta importante decisión institucional, aunque no obtuvimos respuesta alguna. Lo cierto, es que las denuncias sobre la figura de Richarte vienen desde su designación, el año pasado, e incluyeron hasta jornadas de clases públicas en la Facultad de Sociales, la de Filosofía y la de Psicología, impulsadas por sus Centros de Estudiantes. La acusación, es su currículum; ex número dos de la SIDE durante el gobierno de De la Rúa, momento en el que los servicios jugaron un rol indispensable para “salvar la cabeza” de los funcionarios aliancistas investigados por el escándalo de las coimas en el Senado para votar la ley Banelco. Atravesó, también, el momento de las sangrientas represiones durante el 19 y 20 de diciembre del 2001.
Pero ninguna de estas cuestiones parecían ser razones suficientes para desplazarlo del cargo, y con un manto de silencio y complicidades, las camarillas radicales, del PRO y kirchneristas que cogobiernan la UBA, lo sostenían. Esta licencia, sin discusión ni justificación, abre nuevos interrogantes.
Hipótesis
La guerra entre los servicios que desató la crisis Nisman visibilizó a un Richarte acostumbrado a moverse en las penumbras. De repente, el flamante vicerrector de la UBA comenzó a ser nombrado en las editoriales de los principales diarios, no por méritos académicos, sino más bien por su cercana relación con Antonio “Jaime” Stiuso, el superagente enemistado con el Gobierno.
Durante el gobierno de la Alianza, Richarte ocupó un lugar importante dentro de la SIDE bajo el mando de Fernando de Santibañes; el subjefe o “Señor 8” ejercía el control de los resortes de este organismo junto al ya retirado Mayor Alejandro Brousson en el sector de Contrainteligencia. Brousson -ex militar del área de ingenieros, especializado en inteligencia- había sido expulsado del Ministerio del Interior cuando salió a la luz el espionaje realizado desde allí a escuelas secundarias, sindicalistas y ONG´s e ingresó a la SIDE en 1993, luego del escándalo. Bajo el mando de Alfredo Anzorreguy durante el gobierno menemista, salieron a la luz sus lealtades con los militares carapintadas como Aldo Rico que lo llevaron a forma parte de la operación dentro de la SIDE –Sala Patria- que buscó desviar toda información sobre el atentado de la AMIA hacia la pista iraní, protegiendo a las sospechas que caían sobre los carapintadas.
El hecho de que Richarte durante el gobierno de De La Rúa apadrinara a un personaje como Broussón al ponerlo al mando de la Contrainteligencia -dirección estratégica y responsable de efectuar los seguimientos y monitorear las escuchas telefónicas a cargo de la Dirección de Observaciones Judiciales, conocida dentro de la jerga de los espías criollos como “ojota” (O.J.)- puede implicar un acuerdo con la línea de operaciones que venía efectuando bajo Anzorreguy sobre el atentado a la AMIA.
La impunidad que ronda a este atentado ha vuelto a poner en la lupa a las instituciones responsables de su esclarecimiento -como el Poder Judicial- y su vinculación con las internas en los servicios de inteligencia a partir de la muerte del fiscal federal Nisman.
La investigación que llevaba adelante el fiscal no deja dudas de haber estado digitada por los mismos intereses que mantuvo la SI –ex SIDE- bajo el mando de Stiuso en Contrainteligencia. Aquí ya se daba cuenta de qué relación mantenían en la actualidad con el mismísimo Richarte. Así las cosas, ¿la licencia pactada con Barbieri de su cargo en la UBA lo ayuda a correrse de la escena y pasar un temporal que, casualmente, se revive tras las recientes declaraciones de Sandra Arroyo Salgado sobre la muerte de Nisman? Mientras, se oculta de su responsabilidad en sostener operaciones en la SIDE que conducen a la más escandalosa impunidad la investigación por el atentado a la AMIA.
¿O su licencia tiene que ver, acaso, con seguir desandando su vínculo con el kirchnerismo tras la guerra declarada entre Stiuso y el Gobierno? Recordemos que el 12 de febrero pasado desde el estudio jurídico de Richarte y Diego Pirota anunciaron públicamente el fin de la representación legal que brindaban a funcionarios kirchneristas ante casos de corrupción, entre los que se encontraban el vicepresidente Amado Boudou y el senador Juan Manuel Abal Medina, entre otros. Si bien el argumento de la desvinculación fue un simple “cuestiones personales”, quedó de manifiesto que la jugada de Richarte era una estocada más que recibía el kirchnerismo en la pelea con Stiuso.
En ese sentido, desde La Izquierda Diario intentamos entrevistar a funcionarios del espacio de los “Decanos progres” (como suele denominarse a las gestiones de Filosofía, Sociales y Exactas, por ser parte del riñón puramente kirchnerista en la UBA), aunque prefirieron guardar silencio ya que estarían ultimando detalles de una declaración propia. Sin embargo, en los pasillos de la Facultad de Filosofía, un funcionario muy cercano a la Decana, aseguró que el vínculo de Richarte con Julio de Vido se mantiene, pese a no representar más a Boudou. Y es parte de un juego que implica, también, mantener vínculos con los radicales-PRO y hasta con el massismo, como estrategia para tender puentes post octubre, y alinear a la UBA con el próximo Gobierno; sea Massa, Scioli o Macri.
Hay algo que es seguro; Richarte ha permanecido como un organizador político interno, y de cara al rearme de las alianzas electorales para el 2015, puede jugar un rol clave.
Surgido de la Franja Morada, habiendo pertenecido al “Grupo Sushi” y tras ascender en su carrera política de la mano de Coti Nosiglia, durante este año está por verse cuánto se dedicará a colaborar con las definiciones en la UCR. En este mes tendrá lugar el Congreso del partido donde definiran su estrategia de alianzas, y trascendió que una creciente posibilidad es que gane la línea de buscar un armado nacional junto al PRO. Darío Richarte podría estar optando por dedicarse a fomentar esta alianza, ya que también ha cosechado relaciones con el partido de Macri; por un lado desde su estudio legal con Pirota, y por otro, por sus lazos con el mundo del fútbol siendo parte del tribunal de disciplina de la AFA e histórico amigo de Angelici, macrista y presidente de Boca.
En la UBA, el escenario nacional cobra importancia porque tiene su correlato a la hora de ver cómo quedan posicionados sus funcionarios en los armados electorales, sus alianzas o posibles fricciones. No olvidemos que el cogobierno universitario se encuentra garantizado por un consenso entre el PRO, la UCR, sectores del massismo y del peronismo, con el respaldo del Gobierno Nacional. Y Richarte es una pieza valiosa en el armado de ese rompecabezas.
Por la renuncia
Más allá de cualquier hipótesis sobre las razones de la licencia de Richarte, lo que sobran son las certezas de la ligazón del vicerrector de la UBA con lo más turbio del pasado y presente del aparato represivo. El próximo miércoles sesionará el primer Consejo Superior del 2015 en la UBA, ahora sin Richarte. La “licencia temporal” no alcanza. Los estudiantes, junto a los Centros de Estudiantes combativos, seguiremos exigiendo el apartamiento definitivo, la renuncia al cargo de vicerrector de este oscuro personaje. Es una demanda indeclinable, en el marco de la pelea por democratizar el funcionamiento de la UBA, sacarla de las manos de una pequeña camarilla de parásitos que utiliza sus recursos en función del lucro privada, y que nuestra Universidad y sus conocimientos técnicos e intelectuales sea puesta servicio del pueblo trabajador.