El VI Congreso de la Internacional Comunista se desarrolló en el año 1928, y marcó una importante serie de cambios para el movimiento socialista mundial. Se trataba del primer congreso en cuatro años, e iba a ser duramente criticado por Trotsky, entre otras cosas, por su consagración de la fórmula del “socialismo en un solo país”. Pero también iba a marcar el principio del fin de la alianza entre Bujarin, representante del ala derecha del Partido Comunista de la Unión Soviética, y Stalin.
La ruptura tenía su origen en las diferencias en torno a la política a seguir respecto a la continuidad de la NEP y del proceso de “kulakización”. Bujarin ya había proclamado en 1925 el controversial eslogan “¡Háganse ricos!”, que ilustraba su perspectiva de seguir favoreciendo el crecimiento de la economía capitalista en la Unión Soviética. Stalin, en cambio, a partir de 1928 va a apropiarse bruscamente de algunos puntos del programa de la Oposición de Izquierda, como la colectivización agrícola (pero realizada de forma forzosa) y la búsqueda de acelerar la industrialización, lo que lo ubicaba en oposición directa a Bujarin.
En el VI Congreso estas diferencias todavía no se expresaban de forma tan abierta como se vería el año siguiente, cuando Bujarin sería expulsado del Politburó. Pero una importante consecuencia de estos cambios de posición sería la formulación de la teoría del “Tercer Período”. De acuerdo a la categorización del Congreso, esto implicaba que se abría una época revolucionaria en todo el mundo, lo que tenía consecuencias particulares para el Partido Comunista Chino.
El ascenso de Li Lisan
En el VI Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), realizado justo antes del VI Congreso de la Comintern, Xiang Zhongfa (向忠发) había sido designado como secretario general, por orden de Stalin. Xiang, un trabajador cuyo principal rol anterior había sido el de organizador sindical, desde un principio se mostró desinteresado por las tareas concretas de la dirección partidaria, por lo que sus responsabilidades fueron repartidas entre otros miembros del PCCh, en particular Zhou Enlai (周恩来) y Li Lisan (李立三).
Zhou Enlai, hoy considerado en China como uno de los grandes dirigentes históricos del Partido, junto a Mao Zedong, Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, siempre fue conocido por sus posturas moderadas y por su predisposición para las tareas diplomáticas. Estas características lo volvían un opositor natural a la posición ultraizquierdista que se había consagrado en el VI Congreso.
Oriundo de Hunan, Li Lisan era parte del equipo de propaganda del PCCh, con un rol destacado en el equipo editorial del máximo órgano de difusión del Partido, Bandera Roja (Hongqi, 红旗). Lejos de la moderación de Zhou, Li quería adoptar plenamente las instrucciones del VI Congreso, e iniciar procesos insurreccionales en toda China.
A lo largo de 1928, sería la posición de Zhou la que tendría mayor aceptación dentro del Partido, pero esto empezaría a cambiar el año siguiente debido al envío de repetidas instrucciones por parte de la Comintern para cambiar la orientación. Un ejemplo, citado en A Concise History of the CPC, indicaba “China ha entrado en un período de profunda crisis nacional… Es ahora posible y necesario empezar a preparar a las masas para la revolución que va a derrocar el poder político basado en la alianza entre la clase terrateniente y la burguesía, y establecer la dictadura del proletariado y el campesinado en su forma Soviética”. En junio de 1929 la lucha interna entre Zhou y Li alcanzaría un empate, consagrado en una resolución a todas luces contradictoria, que afirmaba “Es tan incorrecto pensar que la ola revolucionaria se encuentra lejana como pensar que es inminente”. Pero el cambio de orientación del Partido, necesario para seguir las instrucciones de la Comintern, era inevitable. A principios de 1930 Zhou partiría hacia Moscú, y Li quedaría como el máximo dirigente del PCCh.
La aventura izquierdista
Durante 1928 y 1929 el PCCh había experimentado un gran crecimiento, debido al retorno al trabajo de base entre los trabajadores, que había sido abandonado en la fase putchista de Qu Qiubai. También era un factor importante la guerra civil que se había desatado entre el Kuomintang, concentrada en el norte del país, lo que había llevado a una gran transferencia de tropas hacia esas zonas. El PCCh tenía su base mayormente en las provincias del sur, por lo que esta situación le permitía una libertad de acción inédita.
Estas características del contexto nacional, sumadas a las instrucciones enviadas por la Comintern, llevaron a Li Lisan a evaluar que la revolución era inminente. Esto derivó en un plan de alzamientos en las ciudades chinas, sin consideración por su valor estratégico o de las posibilidades específicas de éxito en cada una.
Las consecuencias fueron desastrosas. A Concise History of the CPC, registra que en once ciudades el Partido perdió a todos sus militantes, y que el Ejército Rojo sufrió miles de bajas en sus intentos por conquistarlas. Lo que es peor, al final de la ofensiva el Partido no había logrado tomar el poder en ninguna de ellas, por lo que el fracaso fue total.
En su artículo "Complexity and Reasonability: Reassessment of the Li Lisan Adventure", Benjamin Yang intenta señalar que a pesar de las críticas realizadas a la política de Li, ésta implicó un crecimiento importante del Partido y en particular del Ejército Rojo, que pasó de tener 20.000 miembros a 100.000. Sin embargo, este tipo de consideraciones deja de lado la perspectiva estratégica. Trotsky, en "La cuestión china después del VI Congreso" ya señalaba los peligros de estas lecturas cuantitativas, que pierden de vista que no es solo la acumulación de tropas lo que importa, sino también donde se ubican las mismas. Lo cierto es que a partir de la Tragedia de Shanghai, el putchismo de Qu Qiubai y la aventura izquierdista de Li Lisan, el PCCh terminó por perder completamente sus posiciones en las ciudades, y éstas no empezarían a ser recuperadas hasta mediados de los 40.
Si la línea de Li Lisan iba a tener consecuencias destructivas para el PCCh en las ciudades, esto iba a derivar en una creciente importancia de las posiciones del Partido entre el campesinado. Los que dirigían estos sectores, por ende, iban a empezar a tomar más relevancia.
Uno de ellos, Mao Zedong, había empezado ya en 1926 a oponerse de forma sistemática a las posiciones del Partido respecto a la situación campesina, lo que lo iba a llevar a formular una perspectiva original dentro de los debates en torno a la Revolución China. Los análisis que llevaron a estas ideas, y los eventos que terminarían llevando a la institución del Soviet de Jiangxi, serán el objeto de los próximos artículos de esta serie.