El pasado 11 de Octubre, el Arzobispo emérito Francisco José Cox Huneeus, quien no cumplía sus funciones desde 2002 en La Serena, fue expulsado definitivamente de sus labores de sacerdocio sin posibilidad de apelar, luego de que el Vaticano se viera una vez más empujado a tomar posición sobre los casos de abuso sexual en Chile.
La denuncia a Cox por casos de abusos sexual se reabrió recientemente por la investigación de un caso en Alemania el 2004, pero que se hizo por primera vez en 2002 en Chile por parte de Hernán Godoy y Abel Soto que por ese entonces lo obligaron a la reclusión en Alemania hasta la actualidad y que ahora lo han dejado por fuera de sus labores eclécticas como autoridad religiosa.
Pese a esto el ex Obispo seguirá formando parte del Instituto de Padres de Schoenstatt, congregación alemana ligada a otros casos de abuso sexual, formada en Chile por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz y de la cual José Antonio Kast (Acción Republicana) también forma parte activamente junto a su familia.
El nombre de Cox se suma a una lista de “desvinculados” de la Iglesia (Precht, Órdenes, Karadima) por actos manifiestos de abusos a menores, en medio de una crisis de legitimidad de la institución religiosa en Chile.
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Pese a este intento de recuperar la confianza de la comunidad chilena, la Iglesia no ha dejado de demostrar su desatinada posición ante los casos de abuso sexual y la impunidad a los agresores, con declaraciones como las del Papa afirmando que los casos de abuso los comete “Satanás”o la creación de un manual para “evitar” los casos abuso a menores.
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Es así como la Iglesia ha sido un impedimento para esclarecer los casos de abuso sexual a menores, obstaculizando la investigación por parte de la justicia, a través de la complicidad de las investigaciones y “castigos” internos, pero también de la mano de una derecha conservadora que ha demostrado en su discurso político una violencia sistemática hacia la mayoría de la población trabajadora y sus derechos.
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La derecha de Kast y la Iglesia tienen una santa alianza para evitar la justicia en los casos de abuso sexual, pero también para imponer una moral sobre la sexualidad que se ha opuesto al movimiento de mujeres y la conquista del Derecho al Aborto.
La crisis mortal que se ha abierto para la Iglesia Católica en Chile, no puede ser una puerta para que ingresen otros personajes a ocupar su lugar - como la Iglesia Evangélica - sino que una sanción que busque separar definitivamente la Iglesia del Estado. |