El partido fundado por la feminista Lidia Falcón en 1975, e integrado en Izquierda Unida desde el año 2015, ha desatado una nueva polémica en las redes sociales tras una serie de tuits publicados en su cuenta oficial con una serie de mensajes transfóbicos.
La polémica surge a raíz de una ponencia de la académica transfeminista Sam Fernández en la Universidad de Otoño del Instituto 25M, orientado por Podemos. En su ponencia, que versaba sobre el transfeminismo, la académica sostuvo la necesidad de “arriesgar el sujeto del feminismo” y postuló que “tenemos que tener clara nuestra apuesta política desde el feminismo para la transformación social, no el seguirnos anclando al cuerpo de las mujeres entendido como entidad biológica”, en referencia a la integración de las personas transexuales dentro del movimiento feminista.
Las posiciones de Sam Fernández, tributarios de la teoría queer, representan una posición legítima y un debate abierto dentro del movimiento feminista, independientemente de que se compartan o no el conjunto de los postulados de la teoría fundada desarrollada entre otras por Judith Butler. Sin embargo, sus declaraciones recibieron inmediatamente una andanada de críticas en las redes sociales, muchas de ellas con un contenido abiertamente transfóbico.
Entre estos ataques, la respuesta más brutal provino del Partido Feminista de España (PFE), que respondió al debate con una serie de mensaje desde su cuenta de Twitter, entre ellos uno en el que se equipara a las transexuales con “puteros, proxenetas y compradores de niños”.
Tras encenderse la polémica, el PFE se apresuró a borrar los mensajes de su cuenta de Twitter, informando que “hace unos días se han publicado unos tuits desde esta cuenta referentes al colectivo trans que no representan la posición oficial del PFE respecto al mismo”. Sin embargo, no elimina la persistencia de una posición transfóbica del Partido Feminista.
La presidenta del PFE, la histórica intelectual feminista Lidia Falcón, publicó un artículo el 8 de marzo de 2017 en el diario Público con el título “Las últimas perversiones del feminismo”, en el que equipara a las personas trans con los pederastas y reconociéndose como parte del feminismo transfóbico, denominados dentro del movimiento trans con el acrónimo TERF, por las siglas en inglés de Trans Exclusionary Radical Feminist.
Al calor de la polémica, el Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual (ALEAS) de Izquierda Unida, emitió un comunicado en el que se desmarca de las declaraciones del Partido Feminista sobre el colectivo trans y exige “una rectificación inmediata y pública para que se detenga de una vez la persecución que el Partido Feminista hace sobre el colectivo de personas de identidades trans y el conjunto de la comunidad LGTBI contradiciendo tanto los principios de Izquierda Unida como su programa electoral”.
La Plataforma Trans, liderada por la activista trans Mar Cambrollé, también se ha pronunciado contra “las últimas expresiones de odio y transfobia hacia las mujeres trans vertidas por el Partido Feminista” y exige a Izquierda Unida “la expulsión del Partido Feminista de España de la coalición”.
En un comunicado difundido en las últimas horas, la Plataforma considera que estas manifestaciones por parte del Partido Feminista “no son puntuales, ni aisladas, sino que forman parte del ideario de este partido en lo que respecta a las personas trans y más en concreto a su obsesiva fijación hacia las mujeres trans” y denuncia el uso de “argumentos propios de la ultraderecha o de un fundamentalismo nacional católico, expulsando de los espacios feministas la participación de las mujeres trans”.
Después de 50 años de los sucesos de junio de 1969, cuando la revuelta de Stonewall dio inicio a una nueva militancia de gays, lesbianas y travestis ligadas a la perspectiva de la liberación sexual, la realidad cotidiana de una parte importante de personas LGTBs ha cambiado. Pero la transfobia, la violencia y los crímenes de odio, la persecución y la estigmatización, sigue siendo la realidad que sufren la mayoría de las personas trans en el Estado español y en el mundo. Y, lamentablemente, la transfobia también existe dentro del movimiento feminista, desde posiciones que lejos de defender la esencia de un feminismo supuestamente auténtico, reposan en una ideología excluyente anclada en una concepción sobre los roles de género más propia de la Iglesia Católica que de una visión emancipatoria.
Afortunadamente, la mayoría del movimiento feminista no sostiene esta posición. En el último Encuentro del Movimiento 8M en Gijón fue muy aplaudida la intervención de una mujer trans que denunció la precariedad y la discriminación que sufre este colectivo. Del mismo modo, el movimiento de mujeres en Argentina, que hace años realiza Encuentros nacionales de Mujeres y acaba de realizar su 33ª edición, cuenta con la participación activa de colectivos de personas trans y LGTB, se dictan talleres de transexualidad, se denuncia la escasa implementación de la ley de cupo laboral trans y la lucha contra la homolesbotransfobia es una de sus banderas. Una dinámica que lejos de debilitar al movimiento feminista argentino, lo ha fortalecido enormemente, impulsando Encuentros Regionales de “Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans”.
La transfobia es parte integrante del sistema capitalista patriarcal. Y no es posible acabar con el patriarcado sin combatir y terminar también con la transfobia. Como sostiene nuestra compañera Barbara Brito de Pan y Rosas y el PTR de Chile, a propósito de un debate similar acontecido en ese país, la perspectiva debe ser la alianza de “oprimidos y explotados, trabajadores, mujeres, diversidad sexual, migrantes, pueblos originarios”, porque sólo una gran fuerza social en las calles y organizada en nuestros lugares de estudio y trabajo permitirá conquistar nuestros derechos a la vez que prepararnos para acabar con la explotación capitalista, partera de miserias como el machismo, la homofobia, la xenofobia, la transfobia.”
Como escribió Amancay Diana Sacayán, reconocida militante por los derechos de las personas trans en Argentina asesinada en 2015, “mientras no vayamos entendiendo que somos sujetos diferentes pero iguales, comprendiendo al otro o a la otra que está al lado nuestro, no podremos pensarnos como sujetos transformadores de la realidad ni pensar un cambio verdadero y profundo”. |