Fotografía: Cooperativa de Comunicación La Brújula
El panorama en la ciudad de Santa Fe es desolador. Especialmente en su zona norte, con agua podrida que llega hasta la rodilla y alimañas como serpientes y ratas, lo que constituye un grave peligro sanitario. Ante esta situación vecinos organizaron cortes de calles en algunos puntos de la ciudad. Uno de los reclamos era exigir más bombas extractoras para poder desagotar el agua que entra desde los campos aledaños.
El intendente calificó a los vecinos que se movilizaron como “profesionales de la protesta” y solicitó al fiscal general de la provincia, Julio de Olázabal que enviara agentes para reprimir los piquetes. Mientras tanto el intendente y el gobernador reforzaron la presencia de policías en los supermercados. Corral fue categórico y declaró que no toleraría los cortes de calles y de rutas convocados por los vecinos.
Estas declaraciones se le suman a las ya vertidas días anteriores, donde Corral instó a los santafesinos a acostumbrarse a la situación, y además diciendo “jocosamente” que debería cambiar su camioneta por un bote para afrontar la “catástrofe natural” de las inundaciones en la ciudad.
A pesar de ello, los infortunios del intendente no son fortuitos. Sino la consecuencia lógica de una casta política que mantiene intacta la herencia del reutemismo, y que evidencia el más profundo desprecio hacia los trabajadores y los sectores populares, los verdaderos afectados por esta catástrofe. | 
