Pocas ideas...
El viernes, Mauricio Macri dio cierre al Coloquio de IDEA, que anualmente reúne a importantes figuras del mundo público y empresarial. Coronó, así, tres días de charla y rosca en el hotel Sheraton de Mar del Plata. Junto a él, estaban a Javier Goñi (CEO de Ledesma y presidente de la organización) y Rosario Altgelt (CEO de Latam Airlines Argentina y presidenta de la reunión).
“La angustia de todos es mi angustia, es una carga muy grande”. Con esa frase estereotipada -a la que siguieron otras-, el presidente dio inicio a su discurso, que no estuvo exento de señales a los industriales, así como a la dirigencia política y sindical.
Luego de referir a condiciones externas a su Gobierno como principales causas de la crisis -caída de financiamiento, sequías, cuadernos-, reivindicó el acuerdo con el Fondo. “Como decía mi abuela, lo que no te mata, te fortalece”, concluyó.
El mandatario también se vanaglorió de la “guerra contra el narcotráfico” (un eufemismo para la persecución a los jóvenes en los barrios), supuestas obras públicas y una “confianza de la gente”, que no se ve reflejada en ninguna encuesta.
Macri aprovechó el momento para criticar a aquellos gobernadores, intendentes, diputados y senadores que, puertas adentro le dicen “esto no va para más”, pero públicamente lo critican. De todas formas, afirmó que tiene “la contribución de muchos dirigentes, propios y ajenos”. La aclaración estuvo de más: la votación del ajuste a los jubilados del año pasado y la del Presupuesto, que está en camino, así lo demuestran.
Junto a las críticas contra el populismo, el presidente se tiró contra Moyano, sin nombrarlo. “No podemos tener métodos mafiosos en todo el sistema logístico”, “no es una cuestión personal, es un costo para el futuro”, alegó.
La mayor parte de sus palabras estuvo dirigida a los empresarios. Luego de pedirles disculpas por el impuesto de $ 4 por dólar a la exportación (al que llamó un “aporte patriótico”), les aseguró que “la competitividad es todo, su “razón de vivir”. “Son batallas que tenemos que dar todo, como la legislación laboral, insistió.
“Metimos lo de la ART pero no alcanza. Muchos me dicen ‘no me animo a tomar una persona porque hay todo un sistema de litigio que no permite que contratemos tranquilos’. Por eso convoco a los gremios a que nos sentemos y hagamos cosas inteligentes para nuestra gente”, indicó Macri. Y añadió que “no debe haber habido presidente más preocupado por la generación de empleo”.
Como frutilla del postre, el presidente -cuya familia se enriqueció durante la dictadura, y está involucrado en los Panamá Papers, el escándalo de Correo, los parques eólicos y los negocios con la obra pública-, criticó la corrupción y planteó que “lo saca la mentira”.
Demoliendo hoteles
El auditorio parecía conforme con la propuesta oficialista. Según la encuestadora D’Alessio, aunque solo el 31 % de los empresarios de IDEA consideró positivo el semestre pasado, el 58 % tiene expectativas positivas para el próximo (un nivel similar al de 2015, aunque se trata de la peor medición desde que Macri llegó al Ejecutivo).
Cuando el presidente terminó de hablar, todos -incluido él- levantaron la mano derecha y dijeron: “Soy yo, es ahora”. Fue en alusión al lema, de clara tónica cambiemita, que encabezó la jornada: “Cambio cultural, soy yo es ahora”.
Sin embargo, como señaló el periodista Alejandro Bercovich en Tiempo Argentino, Macri estaba más preocupado por aquellos empresarios ausentes en Mar del Plata. Es decir, Aldo Roggio, Paolo Rocca, y otros pesos pesados nucleados en la exclusiva Asociación Empresaria Argentina (AEA).
Involucrados en el “club de la obra pública” tanto como la familia Macri, estos amos y señores de la Argentina no ven con simpatía la retórica anti corrupción, ni confían en el plan económico en curso. Es a ellos, principalmente, a quien el mandatario quiso convencer con las promesas de reforma laboral y otras recetas para el ajuste. Todavía no está claro que pueda lograrlo. |