Llegó el día. Hoy el gobierno espera contar con el visto bueno del Fondo Monetario Internacional (FMI) para que lleguen pronto al país los USD 13.400 millones que prevé el préstamo, de acuerdo a lo anunciado hace casi un mes, el pasado 26 de septiembre, en una conferencia conjunta del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y la directora gerente del organismo, Christine Lagarde.
Ese día Dujovne y Lagarde dieron a conocer los principales lineamientos de la modificación del acuerdo inicial entre la Argentina y el FMI, que se había aprobado en junio. La versión 2.0 del préstamo amplía a USD 57.100 millones los desembolsos a realizar por el organismo, aumentándolos respecto de los USD 50.000 iniciales. Además, convierte lo fondos que inicialmente iban a ser precautorios, que ahora podrán ser utilizados para saldar vencimientos de deuda.
Otro aspecto destacado del nuevo acuerdo es el adelanto del cronograma de desembolsos: además de los USD 15.000 millones iniciales (recibidos en junio), para este año estaban previstos USD 6.000 millones, a los que ahora se sumarán USD 7.400 millones. Mientras que en 2019 se incrementan los fondos en USD 10.800 millones. En el acuerdo original se preveía que el organismo pondría en disponnibilidad USD 3.000 millones por trimestre, a medida que se verificara el cumplimiento de las metas de déficit, inflación, dólar, reservas, etc. Ahora serán USD 22.800 millones. Finalmente, para 2020, el FMI prestará al país otros USD 5.900 millones.
Christine Lagarde, la directora gerente del FMI, presidirá hoy la reunión del directorio, que comenzará a las 9.30. El primer punto en el temario del encuentro será el programa acordado con el Gobierno argentino. En la mesa estarán representados todos los países miembros, pero el peso de los votos no es uniforme sino que depende de la cuota que paga cada país. Estados Unidos, que ya manifestó el apoyo a la Argentina y respaldó a Lagarde, tiene un peso decisivo.
El presupuesto del ajuste, una ofrenda a Lagarde y el FMI
Si el acuerdo de junio había sido acompañado de una serie de metas, que ya incluían un drástico recorte de gastos, para lograr la disposición del organismos a modificar las condiciones del préstamos, el gobierno debió doblar la apuesta.
Elaboró un proyecto de Presupuesto para el año próximo que apunta a profundizar el ajuste. El objetivo es el "déficit cero", el mismo que propusiera Cavallo en 2001. Lo cual significa que el gasto primario, sin contar los pagos de deuda, buscarán que no superé los ingresos que tenga el fisco por recaudación de impuestos, los cuáles también aumentarán. El diputado oficialista Luciano Laspina, que dirige la Comisión de Presupuesto y dio el informe en la sesión del miércoles en la que la cámara baja dio media sanción, definió al déficit como "la raíz de todas las crisis" que vivió el país, continuando así los intentos de darle épica a la austeridad fiscal que realizando Cambiemos.
Pero aún si el objetivo de déficit primario se lograra, lo cual resulta dudoso porque la recesión golpeará la recaudación, el déficit será mucho más que cero: por los intereses de la deuda, el déficit financiero proyectado será de 3,2 % de la economía nacional (PBI) en 2019. Si agregamos el déficit cuasi fiscal, es decir los costos de la política monetaria ultra contractiva, por la cual el Banco Central (BCRA) está emitiendo semanalmente el equivalente a más de $ 1.000 millones adicionales en Letras de Liquidez (Leliq) entregadas a los bancos a tasas superiores a 70% anual para absorber pesos, el rojo total podría superar el equivalente al 8 % del PBI. Ahí hay una verdadera bomba, que el recorte fiscal no ataca, y que es resultado del endeudamiento desenfrenado y la decisión de articular la política monetaria en base a una bicicleta financiera explosiva.
Pero el FMI no sólo se aseguró las metas fiscales del presupuesto, sino también los cambios en la política monetaria. Para imponer la flotación del dólar (entre bandas, que aumentan 3 % al mes como en los tiempos de la tablita de Martínez de Hoz) y el crecimiento cero de la base monetaria hasta junio, que significa una formidable contracción monetaria que está llevando a las tasas de interés a niveles astronómicos, congelando el crédito y frenando aún más la actividad económica, Lagarde empujó la salida del anterior titular del BCRA, Luis Caputo. Con su reemplazante, Guido Sandleris, se aseguró el seguimiento estricto de los lineamientos del FMI. Fue la propia Lagarde quien explicó la política en la conferencia de prensa dada junto a Dujovne en Washington.
El FMI sólo asegura dólares para la deuda
Con los giros del FMI, cuyo segundo tramo podría concretarse la semana próxima si se confirma el aval del directorio del FMI, el gobierno afirma que tendrá cubiertas las necesidades financieras de lo que resta de 2018 y del año próximo, con lo cual no necesitaría salir a buscar financiamiento en los mercados hasta 2020. Es una afirmación bastante optimista, porque descansa en el supuesto de que la deuda de corto plazo, es decir las Letras del Tesoro (Letes), que según el último dato oficial alcanzan los USD 11.800 millones, serán renovadas en al menos un 60 %. Si la renovación fuera menor, el gobierno no tendrá asegurados los recursos suficientes para cerrar los compromisos sin nueva deuda en los mercados (opción que hoy tampoco se ve posible).
Es cierto que en las últimas emisiones el gobierno viene alcanzando tasas de renovación elevadas. De hecho el miércoles alcanzó una renovación del 90,5 %, al mismo tiempo que disminuyó la tasa que venía pagando (fue de 5,5 % por títulos en dólares). Pero esto fue ayudado por el nivel de dólar definido para la cotización: por la cotización fijada para la emisión, los títulos defenían un valor de dólar $ 1,21 inferior al ofertado por los bancos. De esta forma, al suscribir el título, los inversores ya lograban una ganancia de 3 % por esta brecha, que se suma al rendimiento de las Letes. Un negocio redondo, a costa del Tesoro, que en seis meses deberá apostar a la misma ingeniería para seguir pateando hacia adelante esta bola de nieve.
Aunque con la nueva ofrenda a los mercados con el ajuste fiscal y la venia del FMI el gobierno de Macri aspira a aliviar la situación, los mercados difícilmente le darán un respiro. Los trabajadores y sectores populares, sobre los cuáles el gobierno quiere descargar los costos de la crisis para cumplir a rajatabla con la deuda, tampoco podemos hacerlo. El 14 de noviembre es la fecha proyectada para que el Presupuesto sea tratado en Senadores. Es necesario profundizar las medidas de rechazo, exigiendo a los sindicatos que se borraron el 24 que rompan la pasividad y llamen a paro general como parte de un plan de lucha contra el plan económico de Macri y el FMI.
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