El miércoles 24 las trabajadoras y trabajadores del Astillero Río Santiago subimos a los micros y desde Ensenada fuimos rumbo al Congreso Nacional para exigir que no se apruebe el presupuesto que implica un ataque a la educación y la salud pública, entre otros ítems. La continuación de la producción en el Astillero depende mucho de este presupuesto, y sabemos que el Gobierno de Macri-Vidal no tiene la voluntad política de continuar con esta empresa.
En la marcha yo quería ir más adelante pero vi que atrás había una compañera que estaba paralizada. Así que la agarré del brazo y la llevé hasta los micros. Me quedé en uno que estaba sobre la Avenida San Juan, cuando me entero que un grupo de delegados iban para la sede de la CTA.
Ahí unos trabajadores de la Agrupación Blanca me dicen que no puedo ir porque era solo para delegados. Me puse como loca, empecé a decirles a los gritos que yo no me iba a ningún lado si tenía compañeros y compañeras en cana y que me iba a quedar, que no necesito fueros para estar. Pero ése grupo de delegados inclusive, minutos después se fue porque dijo que ya había otros ocupándose del tema. Así que nos fuimos caminando con dos compañeros que se quedaron conmigo y como nos dejaron a pata, tuvimos que ir con mucho cuidado porque todavía los milicos estaban de cacería.
A continuación algunos de los relatos de mis compañeras sobre cómo vivieron la represión del Gobierno, del pasado 24 de octubre.
"El día anterior les dije a las compañeras que fueran preparadas con pañuelos y limón"
Que estuviéramos cerca unas de otras, que nos tomáramos del brazo si había represión, que no nos quedáramos solas.
Quería transmitir eso a las compañeras que tienen poca experiencia y quizás van con miedo porque saben que el Gobierno ataca las movilizaciones obreras.
Cuando comenzaron a tirar gases en ningún momento pensé en irme. Era mirar alrededor y ver qué compañero tenía cerca y poder ayudar.
Muchos compañeros me decían: “Retrocedé, ándate”, pero yo ni lo pensaba. Me negué, les dije que no me iba a ir mientras tuviera compañeros y compañeras ahí.
Fue muy intenso ese momento, porque tuve que ponerme firme hasta que se dieron cuenta que no iban a poder conmigo y me dejaron. “¡Yo me quiero quedar!” les dije.
Socorrí a dos compañeros muy heridos, ayudé a calmarlos y llevarlos fuera de la zona de represión. Después, ya sabiendo que teníamos detenidos, nos fuimos a la sede de la CTA y luego fuimos hasta la comisaría para hacer el aguante hasta que liberaran a todos y todas.
Pero en la puerta de la comisaría apenas abrí la bandera que siempre llevo nos volvieron a tirar gases. Yo creo que se ensañaron con el Astillero, y ahí me cayó más la ficha todavía. Estoy agotada pero con el orgullo de saber que, como dice nuestro diputado del PTS-FIT: “Estábamos donde teníamos que estar”.
“Mi tía me mandó este mensaje. Que se enorgullezca de nuestra lucha me da más orgullo”
Las felicito a todas, a todos por la lucha, por resistir a todo. Me enorgullecen y merecen todo mi respeto. Soy mamá de una mujercita como ustedes, qué no se rinde. Por difícil que se ponga el día no aflojen, no se separen, manténganse juntas y unidas porque así son invencibles. Cuídense unas con otras.
Estoy lejos, es una lástima, porque de otra manera estaría con ustedes. Y nunca se olviden de que antes, siempre hubo mujeres luchadoras: mujeres que lucharon por el voto, por sus hijos desaparecidos y por un montón de cosas más. Y al no rendirse, tuvieron éxito.
Seguramente por ahí se desalientan porque los que no las acompañan precisamente son los que después discuten de sus logros, pero que eso no las detenga. Cómo les digo, sigan juntas, siempre juntas y cuídense unas a las otras. Les mando todo mi cariño, un beso enorme.
(Tía de una trabajadora del Astillero, madre de una despedida del diario HOY)
Estos breves relatos muestran que el ánimo de las compañeras y los compañeros no se doblega. Y eso que esta vez tuvimos por primera vez, compañeras del Astillero detenidas. En total hubo cinco detenidos, tres varones -dos de ellos de la Agrupación La Marrón- y dos compañeras: Ivana Segura y Florencia García. Justamente Florencia contó que al escuchar nuestros gritos y cantos empezaron a tranquilizarse porque ya supieron que no estaban solas.
Junto al resto de las organizaciones políticas y de derechos humanos estuvimos ahí hasta abrazar ya libres a cada uno de los detenidos y las detenidas.
Ya nadie puede frenarnos y decirnos que debernos irnos, esta lucha es nuestra también. Las “astilleras” también vamos al frente. |