La prohibición de la Marcha se enmarca en distintos desencuentros entre activistas, organizaciones y el intendente de Cambiemos.
El 31 de octubre, más de 50 organizaciones se movilizaron por las calles de La Plata en repudio al nuevo Código de Convivencia, del que aseguran que “tiene como objetivo reprimir la protesta social, así como el trabajo ambulante y a las compañeras trans y travestis en situación de prostitución, entre otros”, dijo Claudia Vazquez Haro de O-Trans.
“En La Plata la represión y persecución a nuestro colectivo es feroz. Hay connivencia entre la policía, algunos fiscales y jueces y el Servicio Penitenciario y se llega a límites inhumanos. El diario El Día justifica las razzias y las detenciones arbitrarias y las titula como operativos contra ‘bandas de narcotravestis’, todas las travestis somos narcos para ese diario”, agregó.
El intendente no es la primera vez que se tira contra la diversidad sexual. En una entrevista radial del 2015, declaró: “No se me ocurre darle un trabajo a un travesti, cuando hay madres y padres de la ciudad con hijos que tienen hambre”, dejando en claro su pensamiento discriminatorio hacia las personas trans, que sostuvo durante los dos años que lleva de gestión, negándoles la posibilidad de empleo y no generando políticas concretas que mejoren la calidad de vida, por ejemplo de las trabajadoras sexuales, signada por la amenaza de la violencia, la no inserción laboral y en muchos casos la muerte.
La actitud de Garro es netamente criminalizadora. Una marcha del orgullo no necesita ni policías que la sigan ni ningún tipo de ’control urbano’. Resta saber qué actitud tomarán las organizaciones convocantes frente a la ’apretada’ reaccionaria de Garro. Hacer la marcha pese al discurso represivo oficial sería un sano síntoma de disposición a la lucha. Para las próximas semanas está programada otra marcha de las mismas características, convocada por sectores independientes y la izquierda. Es marcha se hace sí o sí.
El intendente Julio Garro intenta avasallar los derechos más básicos e imponer, en nombre de la convivencia, una mirada punitivista sobre los derechos de la diversidad sexual, los trabajadores y la juventud.
La única forma de enfrentarlo es comenzar un gran debate y organizarse en todos los lugares de trabajo estudio y los barrios para así ganar las calles e impedirlo. |