Hace 2 o 3 años empezó la remodelación del Edificio ‘A’ de la Licenciatura en Derecho del ICSA en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En ese proceso fue retirado un cuadro-mural que desde 1983 permanecía en la pared interior de nuestro edificio, a un costado de las escaleras. Nuestra Universidad nos debe una explicación del destino del cuadro y la hoja de ruta para su restitución.
Hace 2 o 3 años empezó la remodelación del Edificio ‘A’ de la Licenciatura en Derecho del ICSA en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En ese proceso fue retirado un cuadro-mural que desde 1983 permanecía en la pared interior de nuestro edificio, a un costado de las escaleras. Algunos llegamos a pensar que al mural se le mandaría hacer un nuevo marco o estructura, pero esto nunca sucedió.
Ya van varios semestres desde que entró en uso el nuevo edifico y el mural, que durante 33 años permaneció a la vista de varias generaciones de estudiantes y abogados, no ha sido reinstalado (tal vez, como comentaría un maestro en una charla de pasillo apelando a “criterios estéticos”: por desentonar con el aspecto “moderno” del acabado interior de nuestro flamante edificio).
Así las cosas, el grueso de la comunidad universitaria desconoce qué fue de la pintura. Es probable que esta pieza esté resguardada (o arrumbada) en alguna de las bodegas de nuestra Universidad, si no es que terminó, para desgracia nuestra, como material de desecho en algún basurero (esperemos no sea el caso).
Pues bien, a la memoria de aquel mural, les comparto unas imágenes que en su momento tomé y que acompaño con algunos comentarios.
El mural se puede dividir de manera vertical en dos partes simétricas, partiendo del centro, donde se impone el rostro de Benito Juárez (13) y, al pie (12), un fusil, un cañón, un laurel y, superpuestos, una bandera tricolor y un pergamino con la frase en latín “In Sapientia Legis Justitia Est” (La Justicia está en la sabiduría de las leyes).
A la DERECHA del rostro de Juárez asoma la cabeza una serpiente (lo rastrero) y a la IZQUIERDA un águila (lo elevado).
DEL LADO DE LA SERPIENTE. En la esquina superior derecha vemos al conquistador Hernán Cortés (3) y a su espalda a una indígena, probablemente la Malinche. Ambos sobre el Códice ‘Durán’ (2) que ilustra la matanza del Templo Mayor (de Tóxcatl) durante la Conquista Española perpetrada por el conquistador Pedro de Alvarado en el momento en que los aztecas se encontraban haciendo una ceremonia a los dioses Tezcatlipoca y Huitzilopochtli.
Del mismo lado, debajo de Cortés, vemos a un soldado español torturando a un indígena mientras un fraile franciscano sostiene la cruz de la evangelización cristiana (1), a su lado el dictador Antonio López de Santa Anna (4) sosteniendo con su mano derecha el territorio nacional perdido o despojado a manos del Imperio Norteamericano en el Siglo XIX, seguido del fallido emperador Maximiliano de Habsburgo (5) y del dictador Porfirio Díaz (6), y, en la parte superior, encima de la serpiente, representado el latifundio mediante una Hacienda Porfirista (7).
Debajo de la serpiente una gran movilización de trabajadores que sosteniendo un par de mantas que cubren y opacan parte del rostro de Porfirio Díaz. La manta al frente dice “Fuera Guardias Blancas de Cananea” (9) y la otra menciona a Río Blanco (8) referencias a las huelgas obreras fuertemente reprimidas y masacradas por la patronal y el gobierno porfirista (10), Huelgas combativas que precedieron a la Revolución Mexicana. Por último, del lado derecho, en la parte inferior, debajo del territorio perdido ante EEUU, vemos a unos migrantes cruzando una frontera, ante una torre de vigilancia, seguramente en busca de un mejor trabajo.
DEL LADO DEL AGUILA. En la parte superior izquierda tenemos al dios mexica Huitzilopochtli (23) y la virgen morena (24), a un lado al último tlatoani azteca, Cuauhtémoc (17) y al centro los héroes de la Independencia a principios del s. XIX, de medio busto, ordenados de izquierda a derecha, Josefa Ortiz (22), José María Morelos (21) y Miguel Hidalgo (20); seguidos, ya durante el s.XX, del Constitucionalista, Venustiano Carranza (19) y del nacionalista, general Lázaro Cárdenas (18). En el centro de la pintura al sur del territorio mexicano actual, a caballo el general de la División del Norte, Francisco Villa (25) y de pie el general del Ejército del Sur, Emiliano Zapata (26). Encima del águila un campo ejidal contrapuesto a la Hacienda, en la parte inferior un rarámuri sobre unas barrancas (16) y una gran manifestación de trabajadores con una manta que a la letra dice “El art. 123 Const. es nuestra bandera” cierran el cuadro.
El cuadro-mural está firmado por “Carlos” elaborándolo en el año 1983 (27), en un momento en el que hablar de Izquierdas y Derechas era algo muy común y la política era una actividad definitoria para todos. Es una pintura bien trabajada que contrapone la historia ideológica del país, muy acorde con el discurso nacionalista revolucionario que sería desplazado con instauración del Neoliberalismo en nuestro país a partir del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988). Para nuestro asombro esta pintura sobrevivió, en esa pared, la embestida neoliberal durante 33 años y la noche negra del pretendido fin de la Historia de aquel 1989.
Algo más. Un elemento de la pintura llama la atención de un espectador atento, la imagen de un personaje en pequeño en la manifestación de los obreros de Cananea (Son.) y Rio Blanco (Ver.), es un personaje de saco, ligeramente oculto a la vista de un espectador despistado, está un poco separado de las manifestantes.
El personaje mantiene una actitud de dirigente, señalando con su mano derecha una dirección a las masas, mientras sostiene con su puño izquierdo un pliego o programa. Si uno se acerca a esa parte del cuadro, puedo reconocer los rasgos del dirigente bolchevique Vladimir Ilich Lenin, caudillo de la Revolución Rusa y del primer gobierno proletario triunfante de la historia. Un revolucionario contemporáneo a las luchas representadas en el cuadro, pero del otro lado del mundo.
Es claramente un elemento distópico cuya sutil intención parece ser conectar la historia nacional al contexto internacional de la Lucha de Clases.
Se puede disentir, si se quiere, del valor artístico del cuadro, e incluso disentir con el contenido ideológico del mismo; pero es evidente que la pieza tiene ya un valor histórico ganado al paso de los años.
Nuestra Universidad (UACJ) nos debe una explicación del destino del cuadro y la hoja de ruta para su restitución.