La conocida marca de cosméticos Avon lanzó ayer, mediante su fundación de Argentina, una campaña para visibilizar la violencia hacia las mujeres “Cambiá el trato”.
La campaña la integran tres videos, cada uno con un tema definido: Acoso callejero, Violencia digital y Violencia doméstica.
El lanzamiento se hizo de manera masiva en redes sociales y la repercusión fue inmediata. Uno de los puntos a favor es que los protagonistas son varones, y aunque los diálogos por momentos se alejan de la crudeza con que se manifiestan estas situaciones, no dejan por ello de reflejar la realidad.
Una realidad tallada por el acoso callejero, la cosificación y la violencia en el hogar, que sufren cotidianamente millones de mujeres. Pero esa realidad va más allá del guión, y se expresa y se profundiza en muchas otras formas de violencia machista que están completamente naturalizadas, incluída su expresión más cruel, los femicidios, a los que se sigue llamando incorrectamente "crímenes de amor".
Que las campañas publicitarias problematicen este flagelo es, desde ya, progresivo. Sin embargo, si bien es bienvenida toda acción que visibilice la violencia machista, existe acá una paradoja.
Avon es una empresa de origen norteamericano que se dedica a vender cosméticos para mujeres. Sus campañas, a diferencia de la que lanzaron ayer, intentan instalar un modelo de mujer que nada tiene que ver con la vida real de aquellas a las que justamente intentan vender sus productos.
Más aún, AVON se transformó en el imperio que es hoy, mediante la venta directa. Es decir que aprovechó la necesidad de miles de mujeres que, ante la imposibilidad de acceder a un trabajo formal (por falta de capacitación o por estar a cargo del cuidado familiar) vieron acá la posibilidad de obtener algo de dinero.
A nivel mundial tuvo que enfrentarse a una denuncia cuando, mujeres trabajadoras de Turquía fueron despedidas indicando que la razón había sido intentar sindicalizarse. Declararon que esta empresa que supuestamente quiere "empoderar a las mujeres" las sometía a extensas jornadas laborales y condiciones de trabajo insalubre.
Estas campañas son muy importantes, nadie puede negar el valor de visibilizar la violencia a la que deben enfrentarse miles de mujeres. Sin embargo demuestran la capacidad que tienen estas empresas de tomar reclamos legítimos como propios y sumarse desde un lugar “sororo” que poco tiene que ver con su historia.