Fotografía: Pancarta que enarbolaron los trabajadores y trabajadoras del MinTrabajo en Plaza Caracas el 25-O.
Previas discusiones públicas entre los trabajadores que nos activamos en la lucha en el Ministerio del Trabajo, participamos en la concentración de trabajadores de diversos sectores que se dio en Plaza Caracas el pasado 25 de octubre, cuyo objetivo era precisamente rechazar la violación de los derechos adquiridos en los contratos, actas convenios y tablas salariales anteriores a la reconversión monetaria. Sin embargo, algunos compañeros que juegan un rol dirigente o como grupos organizados, y que son políticamente afines al gobierno nacional, optaron por no participar dado que en la protesta había denuncias directas al gobierno y a su “paquetazo”.
Esta discusión es muy importante porque tal posición implica una negativa a la unidad en la lucha con otros trabajadores, y también porque esa coordinación de las luchas continúa, ha tomado forma como la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela, y están planteadas nuevas acciones unitarias. Así mismo, sabemos que discusiones similares se están planteando también en otras instituciones o empresas, por lo que resulta de interés para el conjunto de la clase obrera del país. Es sano y necesario que estos temas no queden restringidos a pequeños grupos, sino que sean objeto de discusión abierta entre todos los trabajadores, ya que tienen que ver con su lucha. Por eso elaboramos este artículo. Entendiendo, claro está, que es una discusión entre compañeros de lucha.
Una movilización unitaria de trabajadores, por una demanda justa y legítima
Como lo saben todos los que estuvieron, entre los trabajadores del ministerio que participamos el 25-O había “de todo”, tanto compañeros/as que se reivindican chavistas como quienes se asumen opositores, pasando por los que nos oponemos por izquierda (que adversamos tanto al gobierno como a la oposición de derecha), y los que se consideran “ni-ni” o “apolíticos”. Es decir, una pluralidad que refleja la realidad de los trabajadores del ministerio que venimos luchando: sin sectarismos ni exclusiones con base a las opiniones políticas, sino que el criterio es ser trabajador y estar con la lucha por nuestros derechos.
Y ese era el criterio de la concentración, una movilización de trabajadores, donde la participación no estaba delimitada por ser o no simpatizante del gobierno, o ser de tal o cual partido, sino por estar por la defensa de los derechos de la clase obrera y enfrentar a quienes los están vulnerando.
Aquí es donde comienza el problema de los compañeros que, aún sin proponérselo, ponen por delante su afinidad con el gobierno antes que la defensa incondicional y consecuente de los intereses de los trabajadores, porque si el gobierno encabeza este ataque contra los derechos de clase obrera, ¿cómo defenderse sin enfrentarlo?
Una vista de una parte de la manifestación del 25 de Octubre en Plaza Caracas
¿No es el gobierno quien está desconociendo conquistas históricas de los trabajadores?
Es una verdad más que evidente para cualquier trabajador del sector público que hay un incumplimiento generalizado de las contrataciones, actas convenios y escalas salariales previas al nuevo salario, y es lo que reclaman en la calle miles de trabajadores a lo largo del país. No ver eso es negarse a ver la realidad. Pensar que son casos aislados es cerrar los ojos ante lo evidente: es una política de gobierno, es decir, desde el Presidente para abajo.
Después de que entre gobierno y empresarios llevaron el salario casi a la extinción (1 dólar al mes), el gobierno presentó como una gran cosa el nuevo salario de 30 dólares al mes (1 $ al día) –que hoy ya va por 7 $ al mes–, y mantuvieron un discurso “ambiguo” donde al tiempo que prometían respetar los contratos, insistían en que el nuevo salario era tan sustancioso que en sí mismo ya contenía varios conceptos establecidos en los contratos. Luego aprobaron unas nuevas tablas salariales que aplanaban hacia abajo los salarios y las escalas, con el argumento de que: “Incluso el contrato colectivo más favorable, el sueldo más alto del contrato colectivo más favorable jamás va a llegar a superar el salario mínimo en esta nueva tabla”, según Jorge Rodríguez.
Lo que siguió fue el incumplimiento de cláusulas (bonos, primas, escalas, etc.) de los contratos y actas convenios en todo el sector público. Una violación total del artículo 89 de la CRBV que establece la progresividad y carácter irrenunciable de los derechos laborales.
Peor aún, luego trascendieron otros lineamientos que son ya una simple y llana declaración de guerra a los trabajadores: palabras más, palabas menos, dicen que deben “revisarse” las cláusulas que establezcan una base de cálculo superior al nuevo salario mínimo, los valores que superen los de la nueva tabla salarial, y aquellos derechos de los trabajadores (tanto en el sector público como privado) que sean “onerosos” para las empresas o “pongan en riesgo la fuente de trabajo”. Todo eso porque, según, “en el nuevo salario mínimo se encuentra totalmente garantizado el principio de progresividad en el ingreso del trabajador”.
Es una política agresiva para mutilar el salario, eliminando o reduciendo al mínimo los complementos con los cuales los trabajadores redondeamos el pulverizado salario. A su vez, el irrespeto a los contratos busca imponer un drástico retroceso histórico al redefinir las relaciones obrero-patronales a placer del patrón haciendo borrón y cuenta nueva con toda conquista histórica previa. Y esa política reaccionaria la encabeza este gobierno.
Un paquetazo capitalista, antinacional y antiobrero
Es que, como señalaba uno de los materiales que circuló en la marcha, ese ataque a los contratos es parte del paquete de medidas lanzado por el gobierno para la supuesta “recuperación y prosperidad”, donde un eje central es el “déficit fiscal cero” planteado por Maduro, es decir, “equilibrar” la relación entre ingresos y gastos del Estado. Y tal cual como hace cualquier empresario o gobierno capitalista, este gobierno busca ahorrarse gastos en salarios.
El “plan”, más de conjunto, afecta los intereses nacionales y del pueblo trabajador, en beneficio del capital internacional y los empresarios criollos. Incluye continuar destinando miles de millones de dólares del fisco nacional a pagar intereses y capitales de la deuda externa, así, mientras en el país “no hay” dinero para salarios, medicinas, alimentos, educación o las empresas públicas (incluyendo PDVSA), sí lo hay para el capital usurero internacional. El paquete incluye la exoneración de impuestos a grandes sectores del capital internacional y nacional (a las petroleras, a los importadores de materias primas y bienes asociados a la producción, a los exportadores, a los que traigan al país algo de lo que fugaron, al capital de las Zonas Económicas Especiales y el Arco Minero, etc.), es decir, se subsidian las ganancias a los capitalistas (incluso extranjeros) a costa de que el país perciba menos ingresos al exonerarlos.
Entonces, si el fisco nacional va a seguir golpeado por el desangramiento de la deuda pública y por el subsidio a las ganancias empresariales, ¿cómo se proponen avanzar hacia el prometido “déficit cero”? Aumentando el IVA a 16%, que es un impuesto indirecto al salario, aumentando la gasolina “a precios internacionales”, aumentando los servicios públicos y mutilando los salarios del sector estatal. ¡Golpes al bolsillo obrero y popular! Otras de las medidas de ese paquetazo antipopular fueron oficializar la megadevaluación del bolívar (aceptando el precio del dólar al paralelo), así como legalizarle a los empresarios y grandes comerciantes los precios hiperinflacionarios, autorizando los altísimos precios que en los hechos ya “el mercado” había impuesto. ¡Más golpes al pueblo trabajador! El aumento de salario no era sino un maquillaje “obrerista” para un paquete fundamentalmente favorable a los empresarios nacionales y extranjeros.
Implícitamente, el plan también incluye la más perniciosa impunidad para con los banqueros, empresarios y corruptos que saquearon el país al llevarse al exterior unos 500 mil millones de US$ provenientes de la renta petrolera pública, un festín del que comió toda la burguesía, tanto la tradicional como la “emergente”. Ese monto es varias veces superior a lo que el país necesitaría para comenzar a recuperar su economía. En lugar de someter al país y al pueblo a nuevos endeudamientos y condicionamientos del capital internacional, esa plata tendría que retornar… pero el “plan” de Maduro no contempla una repatriación obligada de esos capitales, sino total impunidad. Claro, una política de este tipo afectaría a la clase capitalista de conjunto, incluida la (mal llamada) “boliburguesía”.
Si vemos todo el panorama, ¿qué clase social se está beneficiando y cuál sale golpeada con estas medidas?
Volante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) distribuido en la protesta.
Los trabajadores seríamos muy cortos de vista, nos perderíamos en la pequeñez de alguna que otra medida, de la pelea puntual contra tal o cual funcionario, si no lográramos comprender que los ataques a que estamos sometidos forman parte de un plan más de conjunto ante el colapso de la economía, un plan donde se ponen a salvo los intereses de los capitalistas y la burocracia corrupta.
Al país lo llevaron a la “quiebra” con el enorme saqueo de la renta petrolera, con el desangramiento que implica la deuda externa y con las ganancias que el capital extranjero gira a sus países de origen, y ahora quieren “equilibrar” los gastos del Estado y la rentabilidad empresarial avanzando sobre derechos conquistados por los trabajadores venezolanos durante décadas de lucha. Seríamos presa fácil de las promesas o demagogia de cualquier funcionario, empresario, político patronal o “experto”, sino comprendiéramos que el capitalismo nacional está en bancarrota y que tanto el gobierno como los empresarios buscan “superar la crisis” pisoteando derechos de la clase obrera.
No solo con medidas económicas y salariales el gobierno enfrenta a los trabajadores
Todos sabemos que el gobierno tiene una política a nivel nacional (no son casos aislados) de usar burócratas sindicales del PSUV para pasar por encima de la voluntad de las bases de los trabajadores, sentándose solo con estos, desconociendo a otros dirigentes electos por las bases y que no se subordinan a sus políticas, firmando contratos o actas a espaldas de los trabajadores. Nosotros mismos lo vivimos con el intento de meter con Franklin Rondón un “contracto colectivo” fantasma, express y chucuto.
Sabemos que también que hay una política sistemática, que se aplica en todo el país, de coacción, represión y retaliaciones, que incluyen despidos en represalia por luchar (como el caso más reciente de Deillily Contreras del Metro de Caracas), militarización de algunas empresas donde hay huelgas (como Ferrominera), amenazas con fusil en mano, encarcelamientos de algunos dirigentes sindicales, incluso utilización de grupos parapoliciales (mal llamados “colectivos”) para agredir y amedrentar a trabajadores.
Una cosa es la “politización” desde los intereses de los trabajadores y otra el oportunismo de la oposición patronal
Con todo esto, ¿cómo se puede pedir que la lucha de los trabajadores no se dirija contra el gobierno nacional? Los compañeros que se niegan a participar de estas acciones de lucha plantean que los volantes y consignas contra el plan de ajuste del gobierno “alejan la lucha de lo laboral”. Nos parece incorrecta esa visión, porque es considerar que la lucha de los trabajadores debe ser solo por tal o cual cláusula, o contra tal o cual funcionario, mientras ignoramos la arremetida patronal de conjunto, es ver solo el árbol y no el bosque, como dice el dicho.
Claro que es comprensible la preocupación de que las luchas de los trabajadores no sean utilizadas por los partidos de la oposición, y es cierto que no falta quien quiera pescar en río revuelto. Sin embargo, no se puede pensar que todo lo que se enfrente a este gobierno es sinónimo de ser lo mismo que los partidos de la MUD o el Frente Amplio, este es un enfrentamiento de los trabajadores en nombre propio, con nuestros propios intereses. Esta sería una politización positiva, porque implica que los trabajadores, partiendo desde nuestros propios intereses, nos elevemos del terreno de la lucha meramente salarial hacia tener opinión y voz propia sobre todos los asuntos importante del país, y no que le dejemos ese papel solo al gobierno o a la oposición, ambos sectores que ninguno representa nuestros intereses.
Por supuesto, así como hay quienes creen que la lucha de los trabajadores no debe ser contra el gobierno, hay dirigentes sindicales que cometen el error a la inversa, pretenden que la lucha es solo contra el gobierno y niegan el necesario enfrentamiento también con la clase empresarial, e incluso consideran que los partidos de la derecha “están con los trabajadores”. Estos compañeros tampoco enfrentan consecuentemente el paquetazo, porque hacerlo implica no solo denunciar al gobierno sino también cuestionar la exoneración a los capitalistas, el aumento del IVA, los aumentos de precios, el pago de la deuda externa, la impunidad con la fuga de capitales, etc. Es decir, enfrentar tanto al gobierno como a los empresarios, y mantenerse bien lejos de la actual oposición, porque sus partidos están de acuerdo en muchos de los puntos del ajuste que favorecen al capital privado, como darle más libertad a los empresarios para aumentar los precios, exonerarlos de impuestos, pagar la deuda externa, etc.
¿Politización con los trabajadores en lucha no, pero con el Gobierno-patrón sí?
Volviendo al tema de la “politización”, no podemos dejar de decir, para ser totalmente francos, que algunos de los compañeros que se niegan a la participación en estas acciones de lucha de los trabajadores con el argumento de que “están politizadas”, no tienen ningún problema en participar de acciones totalmente políticas a favor del gobierno, como por ejemplo los actos del 1ro de Mayo organizados por el ministerio. Es decir, no están a favor de participar en protestas de trabajadores que enfrentan al gobierno, pero sí participan de actos patronales donde una fecha de lucha de la clase obrera es vaciada de contenido y convertida por el gobierno-patrón en un desfile en su apoyo.
Unidad de los trabajadores contra todos los que quieren hundir más a la clase obrera
Los compañeros que participamos el 25-O lo reivindicamos plenamente y consideramos que el camino es ese, ir tejiendo lazos concretos de unidad y lucha entre el conjunto de los trabajadores, sin ninguna condición previa de declararse a favor del gobierno (o de la oposición). Reivindicamos la conformación de la Intersectorial de Trabajadores, porque aún con debilidades y contradicciones a superar, en lo fundamental es un paso progresivo y necesario, y debe ser fortalecido desde las bases en lucha. Negarse a esta unidad es no tener estrategia para lograr los objetivos, porque estamos ante una lucha muy dura, difícil, que no se limita a alguna que otra cláusula de un contrato, y que no podremos ganar si no se pone en escena la gran fuerza potencial de la clase trabajadora, de manera coordinada a nivel nacional, contra todos los que quieren seguir hundiéndonos, es decir, gobierno, empresarios, grandes comerciantes, militares y políticos patronales tanto de un bando como del otro.
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