Con una visión simplona, la revista inglesa hace comparaciones entre la educación mexicana y la impartida en Estados Unidos y Canadá, para lanzarse después a la defensa de la reforma educativa en México, a la que califica de “uno de los pilares del gobierno del Sr. Peña: una transformación de la educación que es central para una serie de reformas dirigidas a hacer de México una economía más competitiva”.
Citando a Mexicanos Primero, una organización empresarial ligada a Televisa y principal impulsora de la reforma educativa, el artículo destaca que el promedio de los estudios en México es de 8.8 años, mientras que en Estados Unidos es de 13.3, y que los niños más pobres de Canadá tienen mejor educación que los más ricos de México, señalando que: “Como en la mayor parte de América Latina, la mayoría de las escuelas son horribles”.
Esta mirada soberbia, propia de un periodismo proimperialista, pasa por alto que las diferencias entre los sistemas educativos tienen como base las diferencias económicas entre los países, en donde la riqueza de las grandes potencias como EU y Canadá es resultado de la expoliación que hacen de los países semicoloniales, precisamente como México. Esto sin hablar de las afectaciones de la reforma educativa.
El peligro magisterial
Aduciendo que “la reforma de 2013 está dirigida a impulsar la calidad de la educación”, The Economist alerta que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), “usando una combinación de intimidación y habilidad política”, está tratando de derribar la reforma educativa de Peña Nieto y que “a pesar de sus crudos métodos, en parte está teniendo éxito”, compartiendo la preocupación de Claudio X. González (presidente de Mexicanos Primero). González dice: “Si ellos [el gobierno] ceden a estas personas, están cediendo a la contrarreforma y la corrupción”, en referencia a las medidas que han tomado los maestros -principalmente en Oaxaca- para frenar su implementación.
Advierte además que la resistencia a la reforma educativa no se reduce a Oaxaca, sino que “la CNTE, que es más pequeña pero mucho más agresiva que el principal sindicato de maestros en México, el SNTE, tiene influencia en cuatro de los estados más ingobernables de México, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, que contienen alrededor del 15 % de la población. Todos tienen grandes concentraciones de gente indígena”.
Es justamente en esos estados, además de Veracruz, donde la CNTE ha ganado influencia, que son los más pobres del país, donde se registran las mayores carencias del sistema educativo mexicano, como lo mostró el Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial, realizado como parte de las medidas de la reforma educativa.
Y aunque en la televisión el gobierno promociona la reforma, anunciando inversiones para mejorar la infraestructura educativa, lo cierto es que la educación pública será una de las principales afectadas por el recorte al gasto social, efectuado frente a la caída de los precios del petróleo.
Azuzando la represión
El semanario también hace referencia a las palabras del secretario de educación, Emilio Chuayffet, quien declaró que “todos los niños deben tener las mismas oportunidades y ningún estado está por encima de la ley”.
En sus apariciones públicas de las últimas semanas, este señor ha insistido en que se está revisando la legislación educativa para que sea la Secretaría de Educación Pública la que aplique directamente la ley en Oaxaca, remarcando que “la reforma educativa no es negociable, no admite excepciones”, y con tono amenazante ha dicho: “yo creo que es hora de que empecemos a acabar con los vicios, con las rémoras de procedimientos que tanto han afectado a la niñez, particularmente de Oaxaca”.
Estas declaraciones se han alternado con la represión, cada vez más brutal, de la lucha magisterial. Primero contra los maestros oaxaqueños en el Distrito Federal, y luego contra el magisterio guerrerense en Acapulco.
Publicado tan solo dos días después de la visita de Peña Nieto al Reino Unido, el artículo de The Economist concluye con la reflexión de que “si los sindicatos militantes pueden socavar tan fácilmente la reforma amenazando con estragos […] otros intereses amenazados por las otras reformas del Sr. Peña también se verán tentados a contraatacar”, y remata: “a menos que el gobierno se levante por lo que cree”, expresando el interés del imperialismo británico en que el gobierno de Peña Nieto garantice estabilidad para invertir en México, en este caso, aplastando al magisterio en lucha.
El artículo de The Economist se puede consultar aquí. |