Nordelta es la “ciudad-pueblo” privada más grande de Sudamérica. Creada en 1999 por el empresario Eduardo Costantini, con más de 16 km cuadrados y un largo artificial de 180 hectáreas, alberga a 45 mil habitantes.
Hernán Vanoli, uno de los autores de Los dueños del futuro, nos decía sobre Eduardo Costantini, “A través de su empresa constructora, fue quien lo desarrolló en connivencia en principio con (Ricardo) Ubieto, el antiguo intendente de Tigre, con las gestiones sucesivas y el massismo, del cual fue socio”.
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Conversamos con Liliana, una de las trabajadoras domésticas de Nordelta que se rebelaron contra la discriminación.
“Al principio, los choferes nos decían que no podíamos viajar paradas pero nos fuimos dando cuenta de que eso no era así”. “En realidad, nos empezamos a dar cuenta por los rumores, que los propietarios no querían viajar con nosotras. En una reunión de propietarios, un grupo decía que no querían viajar con nosotras por como hablamos, porque algunas compañeras hablan guaraní, o porque les molesta que hablemos de nuestra vida cotidiana, y porque dicen que olíamos mal. Porque algunas chicas, donde trabajan, no pueden bañarse, y estás diez horas ahí adentro de una casa haciendo de todo, obviamente vas a tener olor a trabajo, diría yo”.
“Lo de los micros fue lo que detonó todo. Hay mucha, mucha bronca, las mujeres acá estamos muy enojadas”.
Sobre la bronca que desató la discriminación en los micros, Liliana nos decía, “Son los mismos propietarios, los que nos contratan, nos hacen todo esto, desde discriminarnos y no dejarnos subir a un micro hasta jodernos con el blanqueo. Eso más lo del bono [de fin de año], todo eso es el enojo que se sigue manteniendo hasta ahora”.
A propósito de las reacciones posteriores, Liliana nos comentó que ninguna institución estatal, provincial ni municipal se acercó a ellas y, “el sindicato lo único que hizo fue escribir cinco renglones en el Facebook repudiando lo que pasó en Nordelta. Y después, el vocero del sindicato dijo que ellos no podían hacer nada si no había una denuncia más formal”, algo muy difícil dadas las condiciones de vulnerabilidad en las que trabajan las empleadas domésticas.
Sobre la discriminación y el maltrato a las trabajadoras y trabajadores del barrio privado, nos decía: “el maltrato laboral es general, tanto a las empleadas que trabajamos dentro de las casas, el jardinero, los albañiles, electricistas, en comercio y los restaurantes que están adentro del barrio”. “Las camarera de los restaurantes también se quejan del maltrato, dicen que las ‘basurean’ cuando van al restaurante, es un rechazo a los laburantes”.
Sobre el impacto de la denuncia que hicieron, nos decía, “a mí me asombró que lo hayan tomado todos los medios en el sentido de que esto existió siempre, no solamente acá en Nordelta sino en otros countries”.
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Empleadas domésticas: trabajadoras en paraísos ajenos
La realidad de las trabajadoras domésticas de Nordelta es también la realidad de un sector importante de la clase trabajadora, sobre todo las mujeres trabajadoras, que son las que están mayoritariamente empleadas en el servicio doméstico.
Se estima que 1,2 millones de personas están empleadas en el servicio doméstico. La mayoría aplastante son mujeres (94,7 %, según el Ministerio de Trabajo).
Las mujeres están sobrerrepresentadas en tareas relacionadas a las actividades domésticas y de cuidado, como una extensión del rol asignado a las mujeres en sus casas trasladado al mercado de trabajo.
Hablamos con Candelaria Botto de Economía femini(s)ta sobre las condiciones laborales de este sector: “Casi un quinto de las trabajadoras en Argentina se dedica a este sector, tiene una de las tasas más altas de no registro, es decir, no tienen obra social, aportes, ningún tipo de seguridad, casi 3 de cada 4 trabajadoras domésticas. Además de esto, quienes están registradas, tienen un sueldo muy bajo, rondan los 80 o 100 pesos, dependiendo si tienen retiro o no”.
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El contexto de crisis económica aumenta la precariedad de estas relaciones laborales. Son trabajadoras que no solo no tienen acceso a obra social y jubilación, sino que dependen enteramente de la voluntad de sus empleadores, lo que las coloca en un posición complicada para reclamar por sus derechos y exigir mejoras en sus condiciones laborales. Por eso merece mucha atención cada vez que estas trabajadoras de los sectores más bajos alzan la voz.
Trabajadoras domésticas en las páginas y las pantallas
Tres producciones culturales que hablan sobre las trabajadoras domésticas, la discriminación y la hipocresía. La columna de Cultura de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario en Radio con Vos.
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