IdZ- Se acerca la conmemoración del 2 de Octubre y asistimos a una reivindicación interesada, que lo considera exclusivamente como el inicio de un proceso democrático en el país. ¿Cuál es para ti el significado del 68?
Es una pregunta muy importante porque está en perspectiva de lo que fue el movimiento posterior al 68, pero no tiene nada que ver con lo que fue propiamente el 68. Ese fue un año revolucionario: empezó en enero y febrero con la ofensiva del Tet en Vietnam, en la que el pueblo vietnamita le mostró al imperialismo yanqui que no podía quedarse ahí, que iba a ser derrotado y finalmente fue derrotado. A un costo apocalíptico porque fueron muchísimas las bajas: se calcula en tres millones las víctimas sufridas por el pueblo vietnamita contra unos 70 mil soldados de Estados Unidos.
Eso incendió y estremeció literalmente al mundo. Lo que prevaleció en el 68 fue una movilización realmente revolucionaria, manifestaciones en todo el mundo, que al principio tuvieron como principal referente la lucha de Vietnam, y que comenzaron a extenderse en cada país de acuerdo con sus peculiaridades.
Por ejemplo, cuando en Francia los estudiantes de la Universidad de París y sus alrededores luchan contra la intervención imperialista en Vietnam, se confrontan con la policía y la represión los lleva a luchar por sus propias demandas. Ese movimiento se hace explosivo, se convierte en una lucha de barricadas, y la lucha en contra de la intervención en Vietnam se convierte en una lucha en favor de la transformación de la universidad francesa. Luego, con la continuación de la represión terrible que sufren los estudiantes, se convierte en una huelga de 10 millones de trabajadores que ponen en crisis al gobierno francés de Charles De Gaulle.
Así que pensar que el 68 fue un año en el que se movieron las cosas de forma democrática, parlamentaria, liberal, en que la democracia burguesa impuso sus patrones políticos, es una verdadera malversación.
IdZ- ¿Y en el caso de México?
En el caso de México fue aún más evidente. Todo indicaba ya en julio, que lo que había pasado en Vietnam, en Francia, en Checoslovaquia, parecía que llegaba a su término. Pero lo de México vino a ser una especie de último jalón de ese movimiento universal que se estaba dando en ese año. Fueron días pletóricos de acontecimientos, en donde el común denominador era la represión que estaba en su cúspide. La represión de los estudiantes el 26 de julio en la Ciudad de México, era la continuación y culminación de 20 movimientos estudiantiles que en los años previos había sido también reprimidos en Sonora, Michoacán, Guerrero y otros estados.
El país vivía un momento en el que parecía que el PRI era invencible. Se vivía en el punto más alto del imperio del PRI, que parecía eterno y Díaz Ordaz lo simbolizaba, con su figura despótica y autoritaria, más que nunca. En el 68 eso se destapa en el propio centro histórico de la Ciudad de México, porque como dije, en años anteriores muchísimas universidades habían sido intervenidas por el ejército, había habido muchísima represión a los movimientos ferrocarrileros, telegrafistas, petroleros, magisteriales. La represión fue tan grande que Lecumberri, el famoso penal de la Ciudad de México, estaba lleno con decenas de presos políticos de todos los orígenes.
Esa situación estaba latente en 68 y se convierte en la bandera del movimiento en contra de Díaz Ordaz: se reivindica la libertad a los presos políticos y la derogación del artículo de disolución social, que era la justificación para meter a la cárcel a todo el que estaba en la oposición al gobierno.
IdZ- ¿Cuáles fueron las características que destacarías del movimiento, que le dieron fuerza en términos de su organización y sus definiciones políticas?
Destacaría que desde el inicio el movimiento tuvo una base claramente plebeya, de los estudiantes preparatorianos, de las vocacionales, los estudiantes más jóvenes, compañeros de 15 a 20 años que fueron la vanguardia del movimiento desde el punto de vista militante. Y después se unieron a ellos las fuerzas de los estudiantes mayores de las facultades, de las escuelas superiores. Esa participación le dio desde un principio al movimiento un contexto de base, de pluralidad y de masas.
El movimiento estudiantil estalla el 26 de julio, y es hasta el 4 o 5 de agosto que surge el Consejo Nacional de Huelga (CNH) o sea surge después de una semana, cuando el movimiento ya se había auto-organizado en sus comités de base en cada escuela o facultad, en donde se elegían a los representantes de acuerdo con su participación en el movimiento.
En el CNH se decide que cada escuela en huelga y en lucha va a mandar a sus representantes, pero con la condición de que esa escuela esté en huelga, en la lucha. No va a ser un representante vinculado a grupos políticos o a grupos sociales, simplemente va a ser el comité de estudiantes constituido por activistas, por militantes, de los que están luchando, que se han puesto en huelga. Y por lo tanto cuando en el CNH, grupos estudiantiles que estaban organizados previamente, por ejemplo, la Central Nacional de Estudiantes Democráticos, vinculada al Partido Comunista, quiere entrar al CNH con dos delegados, el consejo dice “no, no eres una escuela, no estás en huelga. Pueden entrar miembros de la CNED que están en las escuelas y sean electos por la base” y en efecto así sucedió con más de una veintena de delegados del CNH, de un total de dos centenas de representantes.
El CNH logró así una democratización muy grande y el libre juego de tendencias. Porque inmediatamente comenzaron a darse varias tendencias, especialmente dos grandes tendencias, que se inauguraron desde el inicio del movimiento, pero que no lograron consolidarse porque la represión lo impidió.
La tendencia más moderada de los estudiantes, que vinculaba su lucha con la lucha por la democratización del país estaba relacionada con profesores e inclusive con autoridades de la universidad. Y la tendencia más radical de los grupos más plebeyos, más radicales donde estaban vinculados grupos maoístas, trotskistas, guevaristas, inclusive del Partido Comunista (ya sea miembros de la Juventud Comunista o cercanos), que buscaban la vinculación del movimiento con los trabajadores y los campesinos. Inclusive se comenzó a plantear la posibilidad de que el pliego petitorio comenzara a expresar ese cambio, comenzar a luchar por demandas de los trabajadores.
Esta lucha de las dos tendencias estaba en proceso de darse, cuando viene la gran represión: primero la invasión de la Universidad, después la invasión del Politécnico y finalmente la masacre en Tlatelolco.
IdZ- ¿Cómo fue la vinculación con el movimiento obrero y los sectores populares?
Comenzó desde el principio, porque evidentemente el ánimo de lucha y de combatividad era muy grande. Dirigentes de los sindicatos, por ejemplo del Sindicato Mexicano de Electricistas, de los ferrocarrileros y otros sindicatos, comenzaron a asistir a las sesiones del CNH, comenzaron a tener interés en lo que pasaba ahí, y comenzaron a organizar la solidaridad con el movimiento en sus sindicatos. Sin embargo, esto se quedó en embrión.
Y el embrión fue en septiembre, cuando hubo, digamos, una especie de pausa. Porque el primero de septiembre, durante 3 horas y media, Díaz Ordaz en su famoso informe presidencial de todos los primeros de septiembre, amenazó con la represión. Fue un informe que 82 veces fue interrumpido por aplausos. Ahí estaba la clase política, diputados, senadores, secretarios, líderes charros, todo el establishment priísta y sus aliados. “Voy a hacer lo que sea necesario, cueste lo que cueste”, dijo el presidente en son amenazante, crudo y sin adornos. Todos oímos ese informe y esa semana nos quedamos helados, porque era evidente que venía la represión.
Entonces durante 15 días se planteó la cuestión de “¿qué hacemos?”, y no hubo más que ir a la calle de nuevo, pero ahora en silencio, y se decidió que iba a haber una manifestación en silencio el 13 de septiembre, que fue la manifestación tal vez más impresionante del movimiento. Fue tan grande como las otras, pero fue muy impresionante, porque imagínate, de Chapultepec al Zócalo un río de gente desfiló en silencio. Se oían los pasos por el Paseo de la Reforma, por la Avenida Juárez, y muchos estudiantes llevaban esparadrapos, para que se viera que iban con la boca cerrada. Esa manifestación fue la última ofensiva que tuvo el movimiento, después de que la amenaza de represión fue evidente.
El 18 de septiembre, Ciudad Universitaria es intervenida por el ejército, el Politécnico es intervenido por la policía días después de una auténtica batalla, y llega el 2 de octubre. A partir del 13 de septiembre, es un verdadero milagro que el movimiento haya durado hasta el 2 de octubre. Y el 2 de octubre el gobierno decía “olvídense”, porque ese día vino después de que fue tan grande la reacción por la invasión de la Universidad y del Politécnico, que el gobierno tuvo que retirarse de ahí. El 2 de octubre fue el momento en que el gobierno dijo “esto tiene que acabarse como sea”, porque parecía que tomaba un nuevo impulso.
El 68 no fue de ninguna manera un movimiento democrático punto y aparte, fue un movimiento revolucionario, en donde se manifestaron muchos elementos revolucionarios e inclusive pre-insurreccionales, pero no lograron cristalizar por muchas razones. La principal fue que el régimen estaba muy fortalecido, pues aunque quedó muy herido por el movimiento, tenía un enorme apoyo, tenía a Estados Unidos, tenía relaciones cordiales con prácticamente todos los gobiernos, incluso con el soviético y el cubano de Fidel Castro. El movimiento estudiantil estaba solo.
IdZ- Además de la burocracia sindical….
Exactamente. Que inmediatamente apoyó al régimen y amenazó a los trabajadores que pudieran apoyar al movimiento. Entonces, es evidente que esa es la principal razón de que no se dieran las condiciones para hacer la insurrección. Pero también la dirección. No había una dirección revolucionaria. La dirección que surge en el CNH era independiente y democrática, pero ya había dos matices, y aunque el que realmente dominó fue el plebeyo, no se logró cristalizar en una verdadera dirección revolucionaria pues no existían las organizaciones que suministraran esa dirección en el seno del propio CNH, un organismo de carácter asambleario más que partidario.
Cuando viene la gran represión fue cuando se estaba empezando a plantear la posibilidad de que el grupo de la parte plebeya, más radical y democrática del CNH, se agrupara a través de un programa. Y el día que se invadió militarmente la universidad, el CNH iba a discutir un proyecto de programa en favor de la unión obrero-campesina-estudiantil, que el compañero Carlos Sevilla, que era un camarada de nuestro grupo trotskista de ese momento, había recibido la tarea de elaborar. La discusión no se dio y Sevilla acabó en Lecumberri después que los soldados lo agarraron con el paquete de boletines en la mano. Estuvo preso más de tres años. Ese documento no se discutió nunca en el CNH y se conoció muy poco en ese momento hasta que apareció en Siempre!, publicado por Carlos Monsiváis en octubre de 1972. Es un documento histórico.
El CNH comenzó a tener reuniones muy irregulares porque ya no se podía reunir en Ciudad Universitaria. Del 19 de septiembre al 2 de octubre fue un periodo en el que la represión impidió la forma regular de actuar del Consejo. El CNH fue realmente puesto en una trampa el propio 2 de octubre. Díaz Ordaz manda una comisión en la mañana para discutir la posibilidad de una negociación y en la tarde hace la masacre.
IdZ- ¿Cuál fue el rol largamente criticado del Partido Comunista y de los militantes del Partido Comunista?
Yo creo que el papel del Partido Comunista fue completamente subordinado hasta el 2 de octubre. Después del 2 de octubre era el partido con más fuerza, era el grupo con más cuadros, comenzó a tener más importancia en el CNH. Y a su gente le tocó decidir cómo levantar la huelga o no. Pero antes del 2 de octubre estuvieron completamente subordinados al proceso. La política del Partido Comunista fue una política conciliadora, negociadora, típica de un partido conformado y educado en el estalinismo, pero no fue la dirección del movimiento.
IdZ- ¿Qué relación se puede establecer entre el movimiento del 68 y los procesos de luchas obreras en México que se dieron en los años 70, lo que se conoce como insurgencia obrera?
Mucho, es muy directa, igual que la aparición de las guerrillas. El movimiento estremeció políticamente al país, tanto al nivel de los grupos institucionales, como al nivel de los sectores populares y sus movimientos organizados. Inclusive en el movimiento sindical, a pesar de todo el poderío del charrismo, se sintió el nuevo ascenso. Y por supuesto eso ayudó a que muchos militantes estudiantiles se hicieran obreros, se fueron a las fábricas, comenzaron a hacer grupos políticos, no sólo sindicales, sino políticos.
IdZ- ¿Cuál es tu balance de lo ocurrido en 1968?
Para mí el balance del 68 mexicano no se puede separar del balance del 68 a nivel mundial. Fue un año en que se expresó esa tendencia subversiva que se viene cavando desde hace más de un siglo en las entrañas del capitalismo cuando Marx y Engels convocaron en el Manifiesto del Partido Comunista a los proletarios y a todos los oprimidos a unirse en una revolución mundial. En 1968 esa expresión de la revolución mundial tuvo un jalón decisivo, pero las condiciones para su maduración no llegaron a cuajar por muchos motivos políticos, ideológicos y organizativos que cincuenta años después todavía estamos investigando e interpretando, para prepararnos para los siguientes ciclos que se avecinan de la crisis capitalista en el siglo XXI, que es el proceso que en última instancia alimenta ese proceso revolucionario.
Lenin interpretó los días de julio de la Revolución rusa de 1917 como más que una manifestación pero menos que una insurrección. 1968 fue una especie de “días de julio” planetarios: más que un año de simples manifestaciones mundiales pero menos que las insurrecciones necesarias para hacer triunfar la revolución en todos los países.
Entrevistó: Pablo Oprinari |