La situación de los trabajadores de la ex fábrica Cristalerías del Uruguay (actual cooperativa Envidrio) volvió a los primeros planos de la situación política a partir de una “denuncia” de ex empleados integrantes de la cooperativa que plantearon que se los estaba obligando a trabajar en negro.
La denuncia, conocida a través del programa amarillista Santo y Seña, expresaba que eran “obligados” a trabajar en el mantenimiento de la fábrica o en parte del proceso de producción de envases mientras se encontraban en seguro de paro, lo que implica, según estos trabajadores que se trató de un trabajo en negro y con evasión de aportes.
El planteo trascendió al programa televisivo y llegó al parlamento de la mano del diputado del Partido Nacional Rodrigo Goñi quien pidió que se conformara una comisión investigadora, lo que se presume será rechazado por los votos en contra del Frente Amplio, que ya se expidió de esta manera.
La hipocresía de la derecha
La derecha se ha aprovechado de la denuncia de los ex trabajadores para atacar al Frente Amplio y en especial al diputado del MPP Daniel Placeres (a su vez referente de la cooperativa Envidrio) pero por detrás deja ver los pilares y fundamentos de su pensamiento político.
Los razonamientos de la derecha, y de los que hacen eco también algunos sectores del FA apuntan a cuestionar las acciones que pueden haber tomado trabajadores para defender su fuente de trabajo o para mantener un mínimo ingreso que les permita sobrevivir mientras no se reactiva la planta. Encubridores y amigos de los grandes empresarios evasores que desde siempre se enriquecen con el trabajo ajeno, cierran fábricas o se quedan con dineros del Estado, estos políticos de los partidos tradicionales se hacen los puristas con las estrategias que pueden llevar los trabajadores para subsistir.
Políticos que avalan sueldos de hambre, superexplotación, el trabajo precario e informal desde siempre, ponen el grito en el cielo cuando los trabajadores tienen que ingeniársela para vivir exclusivamente con seguros de paro que no cubren las necesidades básicas.
Aunque posan rechazando el trabajo en negro han gobernado históricamente defendiendo y avalando a los grandes empresarios, los mismos que (a gran escala) desconocen los derechos laborales y maximizan sus ganancias sin importarles en lo más mínimo la situación del trabajador.
MPP y Frente Amplio: el mito de la autogestión en armonía con el capitalismo
El episodio de Envidrio revela también el callejón son salida al que se enfrentan quienes, reclamándose de izquierda, apuntan a conciliar el capitalismo con “islas” de autogestión obrera o “empresas recuperadas”.
El derecho de los trabajadores a defender la fuente laboral, a ocuparla y ponerla a funcionar bajo su control ante quiebras o lockouts patronales no debe confundirse con la estrategia política de que las empresas recuperadas son el “socialismo con los píes en la tierra” como dijera alguna vez José Mujica, o el socialismo del siglo XXI como también señalará hace algunos años Hugo Chávez.
Aquellos que como el MPP no van más allá de gestionar “humanamente” el capitalismo, tienen que hacer malabares ante situaciones como las de Envidrio. Adaptados a las reglas y las lógicas capitalistas no pueden ir más allá de buscar sobrevivir con pequeñas “trampas” y artilugios verbales o pedir prestado dinero a gobiernos “amigos” como lo fue Venezuela en el momento de las vacas gordas.
Mientras tanto, como no se puede vivir aislado de un sistema que económico global y que atraviesa todas las relaciones de producción, los trabajadores de las cooperativas autogestionadas o fábricas recuperadas deben “autoexplotarse” o hacer grandes esfuerzos para apenas sobrevivir.
El MPP, y de cierta manera todo el Frente Amplio aún con sus pequeños matices, se plantea conciliar el funcionamiento capitalista de la sociedad, tomándolo como algo natural e inmodificable, con los emprendimientos autogestivos o cooperativos. Sin embargo las “empresas recuperadas” funcionando inmersas en este sistema económico son presionadas por una lógica de competencia empresarial y maximización de ganancias que condicionan su sobrevivencia.
Los integrantes de la cooperativa no pueden tampoco escapar de esta lógica cuando terminan tomando trabajadores “como empleados”, lo que termina generando al interior de la empresa trabajadores de primera y de segunda.
Los gobiernos frenteamplistas por ejemplo podrían haber tomado a Envidrio como proveedor del Estado de todo lo relacionado a la provisión de envases de vidrio y de esta manera garantizar la compra de la producción de la cooperativa, pero fueron incapaces de tomar mínimas medidas de defensa de las empresas que no funcionan en base a la explotación del trabajo ajeno; más bien por el contrario, han buscado abrir la economía y atraer grandes inversores.
En realidad, y como se ha observado en todos estos años de gobierno, las apuestas del Frente Amplio han apuntado a tener buenas relacionas con empresarios de la talla de Lopez Mena (Buquebus), Juan Salgado (Cutcsa) o la familia Fernández (dueña de Fripur); con los favores y dádivas a estos “amigos” se observan cuales son han sido las prioridades del Frente Amplio; muy lejos de la defensa de los emprendimientos autogestioanados que luchan por sobrevivir.
La estatización bajo control de trabajadores y usuarios es la alternativa de fondo que puede evitar que los emprendimientos autogestivos terminen ahogados por la presión capitalista o reproduciendo lógicas de empresas.
La lucha por la defensa de las fuentes de trabajo, la ocupación de fábricas que cierran y su puesta a producción bajo gestión obrera solo se puede sostener hasta el final si tienen una perspectiva anticapitalista y no de integración al sistema económico dominante. |