El gobierno argentino ultima preparativos para lucir la millonaria capacidad represiva adquirida en el último año ante los líderes del G20. Organizaciones sociales y la izquierda saldrán a las calles el viernes para repudiar esta cumbre que reunirá a lo más granado de saqueadores, colonialistas, xenófobos, golpistas, misóginos, ajustadores y opresores del mundo.
Desde el jueves, la ciudad de Buenos Aires estará sitiada por las fuerzas represivas del estado argentino, que fueron nutridas a lo largo de todo el año con un presupuesto extraordinario de millones de dólares, suplementadas por fuerzas enviadas por los distintos países participantes.
La “libertad de tránsito”, incuestionable cuando se trata de impedir la protesta del pueblo en defensa de sus derechos y sus condiciones de vida, fue suprimida para garantizar esta cumbre de objetivos dudosos y que incluye a algunos de los mandatarios más odiados del mundo.
Este escenario de guerra para el pueblo para que haya paz para las deliberaciones dice mucho del contexto, el contenido y los participantes de la Cumbre.
En el contexto local, Mauricio Macri sin duda lidera uno de los gobiernos que se ha ganado el odio de la población trabajadora. El modelo económico que por ahora ha beneficiado centralmente a banqueros y especuladores, está basado en un brutal ajuste al pueblo trabajador en múltiples frentes, como el aumento radical de los precios de los servicios esenciales, la inflación galopante, el techo salarial y el ahogo presupuestario en salud y educación. Los pertrechos militares que esta semana protegerán a los participantes del G20 son activos que quedarán para garantizar por la fuerza la continuidad y profundización del ajuste.
Argentina además se inscribe en un contexto regional fuertemente afectado por las disputas comerciales entre Estados Unidos y China. Considerada históricamente por Estados Unidos como su patio trasero, América Latina es terreno de disputa comercial entre estos dos países, luego de haber estado una década fuera de la lista de prioridades de la política exterior estadounidense, situación que China aprovechó para ganar terreno para sus capitales.
No sorprende que el evento más significativo que ocurrirá en el marco de la Cumbre sea la reunión entre Trump y el mandatario chino Xi Jinping. No es claro qué resultado pueda tener esta reunión bilateral. La defensa de los intereses económicos y el resguardo de los desarrollos tecnológicos de las empresas estadounidenses en suelo chino parecen objetivos muy ambiciosos, aun cuando Trump tiene amplia ventaja en la guerra de aprietes impositivos.
Esta tensión bilateral es el emergente de la oposición entre fuerzas proteccionistas y el fin de ciclo librecambista del neoliberalismo, que tiene su emergente europeo en la crisis del Brexit. Si bien estas cumbres en general han sido apenas orientativas, la actual situación de crisis económica capitalista y de crisis de representaciones políticas en diversos países pone su versión argentina muy cerca del grado cero en cuanto a definiciones. Las contradicciones que atraviesan las relaciones internacionales sin dudas no serán resueltas en una reunión blindada. De hecho, el documento de cierre del G20 no tendrá más que una condena light al proteccionismo.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver esta disputa entre intereses capitalistas chinos y estadounidenses con los intereses de las trabajadoras y trabajadores del mundo?
¿Qué pueden esperar las mujeres del mundo de la reunión entre el misógino Trump, odiado por el movimiento de mujeres de su país y el #MeToo, y Xi Jinping, un mandatario para nada comprometido con la perspectiva de género?
También se hará presente el rey de Arabia Saudita, Salmán bin Abdulaziz, aliado estratégico de Estados Unidos. El líder de la monarquía saudí se encuentra intentando neutralizar los efectos del escandaloso asesinato del periodista Jamal Khashoggi que involucra a su hijo, el príncipe heredero Mohamed Bin-Salman. Pero el monarca saudí tiene sus propios méritos: la guerra que lidera contra Yemen lleva 3 años, calificada por la ONU como "la peor crisis humanitaria del mundo", con más de 10.000 muertos, 50.000 heridos y 85.000 niños con riesgo de muerte por desnutrición producto de la guerra.
El presidente de Brasil, Michel Temer, alcanza niveles insuperables de odio por parte de la población. Su popularidad inferior al 5% está relacionada con su papel en el golpe institucional y a las reformas antiobreras que lleva empeñosamente adelante. Tuvo la delicadeza de invitar al ultraderechista presidente electo, Jair Bolsonaro, el continuador del proyecto golpista enemigo de los trabajadores, de las mujeres, de los negros, inmigrantes, pueblos originarios y de la comunidad sexodiversa.
Para defender a todos estos enemigos de los trabajadores y el pueblo, la ciudad de Buenos Aires estará militarizada y paralizada durante la cumbre. Contra los “líderes mundiales”, está convocada una movilización el viernes 30 a las 15 horas. El PTS-Frente de Izquierda participará con un contenido antiimperialista y anticapitalista, y en solidaridad con los pueblos del mundo.
Rechazando a estos hombres y mujeres que son los jefes de los países que dirigen el FMI que saquea países como Argentina o Grecia; en apoyo a los inmigrantes que sufren la discriminación de Donald Trump o que mueren en el Mediterráneo intentando llegar a Europa; a las mujeres que enfrentan su misoginia y luchan por sus derechos; a los trabajadores que enfrentan sus ataques en todos los países; al pueblo brasileño que rechaza al golpista Temer; a las colonias francesas que sufren intervenciones imperialistas como la de Macron.
A las trabajadoras y trabajadores de Argentina nos toca estar en primera fila, en el lugar de los hechos. Tenemos la oportunidad de levantar junto a nuestras banderas, como que se vaya el FMI y el no pago de la deuda externa, las banderas de todos los oprimidos del mundo. El viernes 30 tenemos que estar todos en las calles y derrotar el blindaje que el gobierno de Macri nos quiere imponer.