¿Cuántas vidas darías por mí, camarada?
¿Y si se las sumamos a las que yo daría por vos?
Multipliquemoslas entre sí,
el resultado es la cantidad de vidas que daríamos por la causa.
Pero como tenemos una vida por cuerpo,
contemos también la intención;
una por una, cada vez que la estemos poniendo a disposición.
Y los cuerpos, contemos los cuerpos;
uno, más uno, más otro, todas balas cargadas de vida dispuestas a gatillar.
Y entre la confluencia de la vida puesta a disposición,
el riesgo,
y la muerte,
el hedor y el perfume.
Cada cuerpo que cae en batalla,
llevándose consigo una herida del enemigo,
Se transforma en trinchera, en escudo,
de cada camarada todavía vigente,
abriendo fuego entre montañas de muerte.
Si salen,
siguen.
Si siguen,
cada vez que haya tiempo,
anécdotas, recuerdos y vino,
inmortalizarán la historia de vida de los ahora cuerpos
que en otro lugar se estarán descomponiendo,
materializándose en fósiles,
reservas de resistencia,
combustible para la vida de próximos levantamientos.
La promesa,
la oferta,
el premio,
siempre es el mismo;
si salimos de esta, camarada;
contaremos tu historia,
la escribiremos con pluma de fuego.
Cada vida,
cada cuerpo,
cada muerte;
será un capítulo en la historia de nuestra causa,
de nuestra clase,
inspirador de las nuevas generaciones
que consumen su vida con pasión de niños jugando,
el hermoso y fantástico juego,
de hacer la revolución,
tú revolución,
la mía, la nuestra, la de todos. |
