El relato del The New York Times (NYT), describe cómo el ama de llaves de Trump en uno de sus clubs de golf situado en Bedminster, Nueva Jersey -una campesina guatemalteca que atravesó a pie la frontera entre México y EE UU- trabajó muy cerca del presidente estadounidense.
Durante más de cinco años como ama de llaves en el club de golf de Trump en Bedminster, Nueva Jersey, Victorina Morales ha tendido la cama de Donald Trump, ha limpiado su retrete y desempolvado sus trofeos de golf de cristal. Cuando él visitó el club como presidente, se le indicó que debía portar un pin con la forma de la bandera estadounidense adornado con un logo del Servicio Secreto.
Afirma también el NYT que gracias al sobresaliente apoyo brindado a Trump, Victorina recibió en julio un certificado a su nombre de la agencia de comunicaciones de la Casa Blanca, “todo un logro para una ama de llaves migrante sin papeles”.
La señora Morales lleva 19 años en su condición ilegal pues cruzó la frontera desde 1999 y llegó en 2013 al club de golf de Trump. Aseguró al NYT que no era la única trabajadora ilegal dentro del club.
Otra entrevistada por el NYT, la costarricence Sandra Díaz, aunque ahora ya está legalizada, afirma que trabajó para Trump entre 2010 y 2013 sin tener papeles.
Ambas trabajadoras migrantes fueron contratadas por un grupo dedicado a la limpieza, mantenimiento y paisajismo en el club de golf, que utiliza un buen número de indocumentados, aunque no pudieron precisar la cantidad. Tampoco hay evidencia documental de que el ahora presidente o su empresa Trump Organization, supieran de su estatus migratorio, lo cual no los exime de responsabilidad.
Sin embargo, por lo menos dos supervisores en el club estaban al tanto de ello, dijeron las mujeres, y tomaron medidas para ayudar a los trabajadores a no ser detectados y conservar sus empleos. “Hay muchas personas sin papeles”, dijo Díaz, quien asegura haber presenciado la contratación de varias personas que ella sabía que no tenían papeles.
The New York Times corroboró los recibos de pago y los formatos de impuestos de Morales, los cuales señalan al club de golf como su empleador. Ella también presentó su identificación individual como contribuyente, un número de nueve dígitos emitido por el Servicio de Impuestos Internos a los extranjeros para permitirles declarar impuestos sin ser residentes permanentes de Estados Unidos. Tener un número no confiere permiso para trabajar, pero sí la exigencia a los patrones de que les obliguen a pagar impuestos a cambio de no cumplir con ningún derecho laboral.
Así, Donald Trump forma de la larga lista de políticos y funcionarios estadounidenses que abusan -directa o indirectamente pero con presumible conciencia de ello- del trabajador migrante, aprovechándose de su condición ilegal.
Trump tiene un largo historial de depender de los migrantes en su club de golf y hoteles. A pesar de que en 2017 firmó una orden ejecutiva de “Compra estadounidense, contrata estadounidense” que hacía más estrictas las visas para los trabajadores extranjeros, sus compañías han contratado a cientos de extranjeros mediante visas de trabajador invitado.
Pero en el caso que nos ocupa, la sra. Morales decidió exponerse a las posibles represalias del gobierno yanqui y denunciar ante el NYT las condiciones en que viven quienes al igual que ella viven la pesadilla del otrora “sueño americano”.
“Estamos cansadas del abuso, los insultos, la forma en la que habla sobre nosotros cuando él sabe que estamos aquí ayudándole a hacer dinero”, aseguró Morales. “Nos esforzamos para atender cada una de sus necesidades y tenemos que aguantar sus humillaciones”.
Una razón más para proseguir la lucha por eliminar las fronteras y unir a los trabajadores de ambos lados para enfrentar juntos las medidas antiobreras de la patronal imperialista. |