Una investigación del equipo periodístico de Rolando Graña expuso a todo el país la enorme fortuna que amasó la familia de Ismael Passaglia. La carpeta maldita hecha pública por el programa GPS enumera miles de hectáreas de campos, propiedades inmobiliarias, un crecimiento patrimonial exponencial y muchísimos negociados turbios. Desde que se dedican a la “función pública”, con la complicidad del poder judicial y de casi todo el espectro político, los Passaglia no han hecho más que enriquecerse. Sus fortunas personales se cuentan en millones de dólares.
Ismael Passaglia fue director del hospital San Felipe y ministro de Salud en la provincia y en la nación, hasta que fue electo intendente de San Nicolás por el Frente para la Victoria en 2011 y reelegido en 2015. Hoy en día, después de pegar el garrochazo a Cambiemos, actúa como secretario de Vivienda en el gobierno de Vidal. El cargo de intendente interino fue heredado como si fuera un título nobiliario por su hijo Manuel, que encabezaba la lista de concejales passaglistas. Su otro hijo, Santiago, es diputado provincial.
El prontuario
Passaglia dedicó su carrera política a desviar fondos de salud, educación y obra pública para beneficiar a su propia familia y a sus amigos empresarios. Vació sistemáticamente las salas médicas de los barrios, dejando sin atención a miles de familias obreras. Aún está siendo investigado por el manejo del Fondo Educativo que la provincia asigna para San Nicolás, que en vez de usarlo para abordar la crisis de infraestructura de las escuelas, lo usó para pavimentar la costanera.
La precariedad de la vida en los barrios llega a niveles abrumadores. Las repetidas inundaciones de La Emilia y de varios barrios periféricos, con víctimas fatales, son una demostración brutal de que los presupuestos que deberían destinarse a resolver los problemas sociales del pueblo se desvían a obras tan faraónicas como inútiles en manos de empresarios amigos.
Para eso se alineó con todos los sectores políticos, desde el duhaldismo hasta el macrismo, pasando por el kirchnerismo. En algún momento u otro, todos los partidos políticos participaron de su gestión, excepto la izquierda.
Como patrón de estancia
El método para imponerse fue siempre el matonaje. Desalojó barrios populares con topadoras para favorecer negocios inmobiliarios. A los trabajadores municipales y sus organizaciones los aprieta con amenazas, sanciones, traslados y despidos. Hasta ofreció “bonos especiales” hace menos de dos meses a quienes se desafilien de ATE.
Frente a la protesta social, contesta con sus jueces amigos persiguiendo a los manifestantes, como el reciente fallo contra Roque Frangolini, dirigente de Barrios de Pie, o el procesamiento que pendió durante años sobre el dirigente de ATE Gabriel Godoy.
Ha llegado a militarizar el Concejo Deliberante y llenarlo de patotas de la burocracia de UTA para aprobar a puertas cerradas el aumento del boleto, que ahora pretenden llevar a $25. Las calles y las plazas de San Nicolás están saturadas de policías locales para hostigar a los jóvenes y expulsarlos del centro de la ciudad. Ordenó arrestar a mujeres y estudiantes que manifestaban por #NiUnaMenos, y sancionó a jóvenes por pintar un mural por los inundados de La Emilia.
Por un negocio inmobiliario, en 2012 intentó desalojar la Escuela de Arte 501 de la precaria vivienda en la que se daban clases. Encontró un límite en la organización de docentes y estudiantes, que con asambleas y movilizaciones terminaron imponiendo un triunfo parcial pero importante con la cesión del edificio de la vieja estación de trenes. Pero aún así, el régimen passaglista mantiene la amenaza de desalojo para disciplinar e impedir que se desarrolle la organización en la escuela.
El resultado es un verdadero feudo familiar-empresario que dirige la ciudad como si fuera de su propiedad. Ismael Passaglia y sus hijos son prácticamente gerentes de las grandes empresas de la zona y enemigos declarados de todo el pueblo trabajador de San Nicolás.
¿Son intocables?
La impunidad con la que se maneja el clan Passaglia está construida con los ladrillos de la complicidad. No sólo de los jueces federales que hacen la vista gorda, como el protector de genocidas Villafuerte Ruzo, sino también con la colaboración activa de dirigentes políticos y sindicales de casi todos los sectores.
Para derrotar a los Passaglia se necesita enfrentar toda medida antipopular con un programa integral de salida para las mayorías trabajadoras, impuesto con organización y movilización.
Hay un gran ejemplo de movilización en Francia contra los políticos millonarios que trabajan para los grandes empresarios. Son los “Chalecos Amarillos” que siguen en las calles peleando contra Macron y sus políticas de ajuste.
Se necesita un plan de obras públicas, con viviendas populares y acceso a los servicios básicos, decidido y gestionado por los propios vecinos y los trabajadores. Centralizar en la órbita estatal todo el sistema local de salud. Estatizar el servicio de colectivos bajo control de los usuarios, sin pagarle ni un peso a la familia Vercelli que ya bastante amasó a costa del pueblo trabajador, para que el transporte público sea un derecho y no un negocio. Todo financiado con impuestos a las grandes fortunas que abundan en San Nicolás y con la anulación de todos los beneficios fiscales que tienen las grandes empresas y los terratenientes. |