Como se dice, si “para muestra basta un botón” la primera charla, “Desafíos y encrucijadas de América Latina”, a la cual el moderador de la mesa Victor Hugo Morales definió como “El espectáculo de las ideas”, dejó en claro que la intención de mostrar al foro como una usina del pensamiento emancipador, basada en la experiencia de los gobiernos pos neoliberales latinoamericanos, cedió paso a la defensa de la gestión de estos gobiernos con argumentos que, como mínimo, relatan hechos de varios años atrás.
Los panelistas sumaron a esta reivindicación de las políticas oficiales, la necesidad de enfrentar a la derecha que busca hacer retornar en el continente las políticas neo liberales. Pero este llamado se hizo sin dar cuenta de que la continuidad está marcada por un acentuado giro conservador en los gobiernos de la región, y llamativamente los grandes ausentes fueron las movilizaciones obreras y populares que en los últimos años se han dado en varios países.
El rechazo a la reciente agresión norteamericana contra Venezuela fue también un signo común de las intervenciones, y fue Piedad Córdoba de Colombia quien denuncio el rol de su gobierno como puntal de la presencia imperialista en la región. Pero lo cierto es que los panelistas no indagaron sobre el rol de los gobiernos “prgogresistas” u organismos como UNASUR que no ha servido para mucho más que sacar declaraciones, lo que muestra la impotencia de los gobiernos capitalistas de la región, frente al imperialismo
El primer orador fue el mexicano Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, uno de los fundadores del PRD (Partido de la Revolución Democrática), al cual renunció en el año 2014. El relato de su exposición recorrió la historia anticolonial y revolucionaria de México, así como las enormes conquistas que habían obtenido las masas en aquellos años. Al referirse a la actualidad, sostuvo que asistimos a una reversión neoliberal con más de 30 años de políticas neoliberales en el Estado Mexicano.
Habló de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, y del surgimiento de grupos de autodefensas y policías comunitarias como respuesta a esta situación del país y al descrédito en las instituciones, los partidos políticos y a un gobierno cada vez más desacreditado producto de los hechos públicos de corrupción e impunidad.
Previo a su alocución, y durante la misma, un grupo de jóvenes le recordaron su lamentable papel en los primeros días de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa al grito de “¡Traidor!”, “¡vivos los llevaron, vivos los queremos!”. Llamativamente, uno de los fundadores del PRD, evitó toda reflexión sobre el fracaso de su estrategia de reforma del régimen mexicano y de como, el partido que fundo para ese fin el PRD, termino pactando con el PRI y al PAN la continuidad de una democracia manchada de sangre por la corrupción, la convivencia con el Narco y la impunidad.
A continuación tomo la palabra la senadora uruguaya por el Frente Amplio, Constanza Moreira. Su intervención comenzó reivindicando la “década ganada” en América Latina, definiéndola como el retorno a la política que mezcla lo viejo, que conlleva tradiciones políticas, con lo nuevo, poniendo de ejemplo al mismo Mujica y a Camila vallejos. Según ella, las clases subalternas han pasado de la periferia al centro en cuanto a su participación política. Esto está representado por Evo Morales, Lugo, y por las presidentas mujeres, Dilma, Michelle y Cristina, a lo que llama “representación sustantiva”. Planteo que la izquierda en Latinoamérica tiene el desafío de seguir avanzando en este tipo de representación, y hace un llamado especial a las mujeres y la necesidad del derecho al aborto en este “Estado Retomado”. Sin embargo, no pudo ocultar que en estos años de crecimiento económico en América Latina quienes se vieron más beneficiados son los empresarios y que hay que trabajar sobre las desigualdades.
A Constanza Moreira no le pareció necesario explicar la contradicción en que ella misma incurrió. Al hacer una reivindicación de una nueva representación surgida al calor de la “una década ganada” que Moreira ejemplifico con Camila Vallejos, las presidentas mujeres o el llamado a continuar “conquistando derechos”, contrastan evidentemente con lo que Moreira tuvo que reconocer: derechos elementales como el derecho al aborto siguen siendo vedados, los principales beneficiarios en esta década fueron los empresarios. Tampoco hizo mención a que este continuar “conquistando derechos” que hizo Moreira, contrasta con el giro de su propio gobierno, por ejemplo el flamante presidente Tabaré debutó en su nueva mandato con un primer retroceso en la ley que establece el consumo legal de la marihuana.
El fin de este primer panel estuvo a cargo de Emir Sader, reconocido intelectual brasileño. Con una fuerte reivindicación a la presidenta CFK, comenzó una intervención que se enfocó en defender a los gobiernos latinoamericanos y la idea de ruptura de los mismos con el carácter neoliberal de los gobiernos de la década de los 80’ y 90’. Según Sader, se ha incorporado a todas las poblaciones a “nuestros gobiernos y nuestras luchas políticas”. Aquellos países en los que “el estado no fue recuperado”, como México y Colombia, son los que más padecen las consecuencias del neoliberalismo y la injerencia del imperialismo de los Estados Unidos.
Finalizo su intervención llamando a democratizar la opinión pública y afirmando que algunos países llegaron al siglo XXI sometidos, y otros “llegamos soberanos”.
Emir Sader tuvo la habilidad magistral para omitir hablar del ajuste que está comenzando a aplicar el gobierno de Dilma ante la crisis económica, y desaparecer de escena las enormes movilizaciones juveniles que se desataron en el año 2013, junto con el proceso “antimundialista”, y otras luchas obreras que comenzaron a expresar una resistencia al ajuste económico. Brillo por su ausencia también alguna reflexión sobre el escándalo político desatado por los casos de corrupción en Petrobras que tocan desde funcionarios oficiales hasta los principales aliados del PT.
No fue casual que un verdadero debate sobre los desafíos actuales que se presentan en el continente estuviera ausente, remplazado por un “relato” donde los gobiernos latinoamericanos son recuperadores de derechos y soberanía.
El conjunto de las exposiciones busco mostrar como, la estrategia de emancipación actual, se reduce a la recuperación del rol del estado (capitalista) comenzando por retrotraer las políticas neoliberales y para gradualmente garantizar los derechos de la mayoría.
En los expositores hubo una ausencia manifiesta a cualquier reflexión sobre el giro dado por los principales gobierno de la región, sobre la continuidad con marcados cambios por derecha. Es que defender la idea de una transformación se hace difícil cuando la “recuperación de la soberanía” es opacada por la entrega de los principales recursos a las empresas extranjeras (como a Chevron en Argentina), la inclusión de las clases subalternas a las políticas de gobierno se ve remplazada por la corruptela (Petrobras) o la convivencia con las más podridas prácticas políticas (la crisis con la SIDE que destapo el caso Nisman en Argentina) y el paso del “nunca menos” a las medidas de ajuste o las devaluaciones que degradan las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo pobre.
En síntesis, el análisis de los expositores pareció referirse a una realidad pasada (con un atraso de varios años) y seguramente por eso fue tan evidente la ausencia de una reflexión al calor de las movilizaciones que recorrieron los principales países en los últimos años: las huelgas obreras en Argentina, las jornadas de Junio en Brasil o as movilizaciones estudiantiles en Chile.
Las ideas emancipadoras presentadas por los panelistas sonaron obsoletas para encarar los desafíos de transformación que se le presentan a las “clases subalternas” en un mundo marcado por la crisis capitalista y el ajuste para salvar la ganancia de los empresarios. La falta de toda perspectiva anticapitalista y de transformación revolucionaria (en continuidad con las mejores experiencias de nuestro continente y el mundo) en las nuevas ideas emancipadoras las han hecho entrar, al igual que la mayoría de los gobiernos que defienden, en el “otoño del progresismo”. |