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La Izquierda Diario
14 de marzo de 2015 Twitter Faceboock

CONVENCIÓN RADICAL EN GUALEGUAYCHÚ
La UCR entre Macri y Massa
Facundo Aguirre | @facuaguirre1917

Este sábado 14, la ciudad de Gualeguaychú será el escenario donde la UCR decida su política de alianzas. Entre la candidatura de Julio Cobos y Ernesto Sanz, entre la alianza con Sergio Massa o Mauricio Macri o mantenerse dentro del UNEN. La previa al encuentro a los boinas blancas augura una convención caliente.

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Ernesto Sanz, actual presidente de la UCR y senador por Mendoza, propone la alianza a velas desplegadas entre los radicales y el PRO siguiendo los pasos de Elisa Carrió. Julio Cobos intenta mantener el acuerdo con el socialismo y revivir los restos del FAUNEN para desde ahí convocar a un acuerdo más general que incluya además del PRO, al Frente Renovador, en esta posición sería acompañado por el senador jujeño Gerardo Morales.

Ciertamente la UCR ha ensayado acuerdos locales con el macrismo y el massismo en Mendoza, Tucumán, Neuquén, Córdoba y Chubut por citar algunos ejemplos. Estos acuerdos habían sido habilitados por la cumbre de fin de año en la localidad de San Fernando cuando los rumores de estallido del UNEN por abandono del radicalismo comenzaban a circular.

Sanz está convencido de que la alianza con Mauricio Macri le permitiría al radicalismo recuperar vitalidad política sumándose a una alianza ganadora. Comparte con Carrió y el PRO su rechazó por sumar a Massa ya que considera que el hombre de Tigre es parte de la interna del peronismo y de los caídos del kirchnerismo, que se proponen superar. Podría estar calculando que en una interna con Macri, aliado a Carrió, los radicales y panradicales del espacio estarían en mejores condiciones de imponer su voluntad (¿Sanz vice de Macri?) en el armado nacional del acuerdo. En sus palabras: "El radicalismo tiene frente a sí la posibilidad de un acuerdo ganador, ventajoso y posible, con la Coalición Cívica y el PRO. Es posible y se puede firmar. Es un acuerdo ganador porque podemos ir a una primera vuelta y ganar en la segunda”. Sanz advierte que la indefinición radical es jugar para el kirchnerismo. Carrió, por su parte, aspira a que Martín Lousteau se imponga al PRO en las PASO porteña de abril para potenciar su campaña.

Julio Cobos busca que se lo nomine precandidato de la UCR para recomponer el UNEN, apoyado por el ricardoalfonsinismo, y desde allí convocar a un gran frente opositor donde todos compitan. Así lo ha sostenido en TN: “Mi propuesta permitiría un gran consenso porque engloba las realidades de todos los distritos. Es una lástima que Sanz haya priorizado los condicionamientos de otros partidos al consenso del radicalismo”. En este punto Gerardo Morales, interesado en el acuerdo con Massa para ganar la elección jujeña, podría unirse al ex vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner para contrarrestar el acuerdo con el PRO. Nito Artaza el senador y capocómico radical, amenazó no hace mucho con la fractura de la UCR si se llegaba a un acuerdo con el macrismo.

Lo cierto es que la UCR hace tiempo traga sapos, se dobla y no se rompe contradiciendo al pedido de su fundador Leandro Alem. Desde la retirada anticipada de Raúl Alfosín en el poder, la UCR fue perdiendo su lugar histórico como representante de las clases medias urbanas y rurales. Para preservar su lugar como fuerza política el radicalismo ensayó, desde entonces, acuerdos a derecha y centroizquierda para mantenerse en el centro del escenario político. Así, bajo el comando del ex presidente Alfonsín firmo el Pacto de Olivos que le otorgó la reelección al peronismo neoliberal de Menem, para más tarde conformar la Alianza con el centroizquierdista Frepaso y catapultar a la Presidencia a Fernando De la Rúa.

La rebelión popular de diciembre del 2001, pareció haber sepultado para siempre las aspiraciones de recuperación de la UCR, que intentó acuerdos cada vez más conservadores llegando en el 2011 a una fórmula común entre Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez.

La revalorización de la UCR no se debe a una renovación en sus cuadros y sus ideas que le permitieran el relanzamiento sin las pesadas mochilas del pasado, o al surgimiento de un nuevo liderazgo carismático que una las fuerzas radicales detrás de un objetivo propio. Hace tiempo ya que el radicalismo abandonó toda veleidad progresista y socialdemócrata para convertirse en una fuerza auxiliar de proyectos conservadores. La UCR pareciera vigorizarse por su extendido aparato de punteros y dirigentes en todo el territorio nacional, herencia del bipartidismo en crisis, sobre el que se funda el régimen democrático burgués argentino surgido en 1983. Macri y Massa, por poner los ejemplos actuales, pueden mostrarse más o menos como figuras frescas, y tener el apoyo de los electores de las clases medias, pero carecen de la organización política que tienen los radicales, quienes a su vez carecen de figuras frescas, han perdido la confianza de las clases medias, pero conservan una red de punteros que les permiten tener peso decisivo a la hora de hacer campaña y controlar que no haya fraude en las elecciones. Como bien señala el politólogo Andrés Malamud “la democracia después de los partidos” es un curro para sacarle plata al CONICET, pero lo real es que "el peronismo y el radicalismo siguen siendo los patovicas parados en la puerta de la política nacional”.

La única política alternativa que no busca congraciarse con los viejos partidos del régimen ni las figuras patronales es la del Frente de Izquierda y su programa de lucha por la independencia política de los trabajadores y el pueblo pobre.

 
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