Arranqué mi mañana cruzándome en redes con un video que no me abandonó en todo el día. Un video en el que veo a un hombre corpulento sentado sobre un pibe, que no supera los 15 años, sosteniéndole las manos mientras se escucha de alguien un “hasta que llegue la policía”.
Quien filma se acerca y ahora lo que veo es a una multitud rodeando la escena; algunas personas observan con morbo y otras tantas vitorean lo que está pasando. Unas pocas increpan al hombre que retiene al menor. “Están matando los menores. Por eso nos matan, porque son menores” vocifera un señor mayor que parece disfrutar de tener a un chico llorando en el piso mientras lo oprime el peso de un policía de civil, que casi con total seguridad está fuera de su horario de servicio.
El joven iba corriendo por la peatonal San Martín en la ciudad de Santa Fe cuando una señora, al verlo, gritó “este seguro robó algo”. Como ese sentido común de empezar a aplaudir cuando se pierde un nene, pero guiado por la reaccionaria portación de cara, de que si lleva gorra o es negro y está corriendo seguramente robó. Acto seguido un policía de civil, que se identificaría como tal mucho después, intercepta al menor y lo tira al piso, olvidándose, más intencionalmente que sin querer, vivimos en un Estado de derecho y no de hecho. El periodista santafesino, quien compartió el material, agrega que presenció cómo peatones se acercaron a escupir y patear al joven mientras estaba en el suelo. Lo acusan de robar pero, ¿y las pruebas?
Las horas pasaron pero me quedé pensando, ¿podría haber estado yo en ese lugar? El chico corrió buscando a sus amigos, uno de los cuales estaba cerca vendiendo medias. Sólo eso. ¿Cuántas veces corrí un colectivo? Muchas la verdad. La mayoría de noche porque después dejan de pasar y no me siento segura estando sola. Mi transporte más frecuente lo tomo en la misma calle donde está ubicada la fiscalía federal n°1 que siempre tiene a dos oficiales armados con escopetas vigilando. ¿Eso se supone que debe tranquilizarme? Dicen que están para protegerme pero, ¿lo están? No lo creo.
No puedo olvidar que el pasado 14 y 18 de diciembre en Capital Federal, cuando en el recinto el macrismo con apoyo del peronismo votaba robarle a los y las jubiladas, en la calle vimos para qué están y a quiénes responden las fuerzas de seguridad. Vi a un policía pasarle por encima con la moto a un manifestante que yacía en el piso. Peor aún, ya identificado como Dante Barisone del Grupo de Operaciones Motorizadas de la Policía Federal, fue de público conocimiento cómo en su Facebook personal se jactaba de “matar terroristas villeros” mientras posaba “heroicamente” para una foto.
Hay muchas personas que me respondieron en su momento o lo harán cuando tengan oportunidad, no lo dudo, con “si no hiciste nada, no tenés por qué tener miedo”. Lo mismo habrá dicho el abuelo que estuvo en las inmediaciones del Congreso, haciéndose presente para que vean a quién le estaban sacando los medicamentos, que se apoyó contra una pared mostrando que era inofensivo cuando un escuadrón de la Policía de la Ciudad que pasaba cerca lo golpeó con los famosos palitos de abollar ideologías porque sí. Porque pintó.
Soy estudiante y comencé mi vida universitaria cursando ingeniería pero más que nada al calor de grandes luchas. Yo dormí durante una semana en el frío piso de mi facultad, viví a base de mates y corté calles reiteradas veces cuando las universidades empezaron a cerrarse por falta de plata para pagar los servicios básicos como la luz y el gas. Tuve suerte, por el momento, de no haber sufrido más que empujones y verle la cara a las diferentes fuerzas represivas y sus aliados. Tuve suerte porque mi historia pudo y puede ser diferente. Puedo ser la estudiante de Psicología a la que la Policía de Santa Fe la llevó a las cercanías del río a gatillarle en la cabeza mientras le repetían “vas a terminar como Franco Casco”. Si bien en 2017 detuvieron y procesaron 30 policías involucrados y al director de Asuntos Internos por su desaparición forzada y previa tortura, todo se logró después de tres años de luchar para que no quede en el olvido. Y aún así, cuando no había sentencias, las denuncias sobre cómo usaban su muerte para amenazar a rosarinos y rosarinas seguían apareciendo pero en los medios de la región no se hacía eco de esto.
Paso mucho tiempo pateando las calles de Rosario. Mi ciudad. La cuna del Partido Socialista donde éstos gobiernan hace más de treinta años y que, sin importar quién esté al mando del gobierno nacional, siempre se las arreglaron para militarizar las calles. Durante el kirchnerismo le dieron la mano a Sergio Berni, ese mismo del Gendarme Carancho. Y ahora, sin soltarle la mano a las viejas alianzas, tienden puentes de amistad al macrismo para seguir militarizando la ciudad.
El gobernador Miguel Lifschitz se habrá pronunciado en contra del protocolo Bullrich pero la realidad demostró lo contrario. Jonatan Herrera es una cruda demostración de las consecuencias de lo que producen desde el gobierno provincial. La policía lo asesinó mientras estaba lavando su auto, creyendo que estaba robando, y es la única responsable. Las tres balas 9mm, que responden a armas reglamentarias de la policía, lo ratifican.
¿Qué tienen que ver las policías con la impunidad, el gatillo fácil, la desaparición forzada y el narcotráfico? Todo.
Así como con la desaparición forzada de Santiago Maldonado se pudieron dar a conocer audios donde se comprueba que Gendarmería Nacional conocía su paradero, en Santa Fe pasó algo de similar magnitud y se pudo ver gracias a la lucha de familiares y organizaciones cómo la policía está implicada en el delito del narcotráfico, y en las más aberrantes vejaciones a los derechos humanos en los casos de gatillo fácil.
El video del que hablé al principio removió muchos recuerdos y tocó fibras sensibles en mí. Lejos de llenarme de miedo y desesperanza, me recordó por qué lucho todos los días. Si bien cada vez que veo un uniformado me siento más insegura que segura, espiada incluso, no impedirán que me ponga de pie y alce mi voz.
Yo no me voy a rendir nunca porque soy parte de esa juventud que vino a cambiarlo todo, parte de la marea verde de las pibas que ya no se calla más ante la desidia estatal que en estos días se cobró otra vida, la de María, alumna del San Martín de Porres, a causa de posiblemente hanta virus. Soy parte de les estudiantes que dijimos que con nuestra educación no se iban a meter y que no vamos a tolerar más impunidad policial, parte de la clase trabajadora que se levanta contra el presupuesto de ajuste y hambre que obliga a miles de pibas y pibes a soportar las más hostiles condiciones de vida.
Soy parte de la juventud que tiene a Zanon como bandera, que lucha por una sociedad sin explotades ni explotadores. Vamos a tomar el cielo por asalto porque sobre nuestro futuro ¡No pasarán!