Plaza París es un thriller que muestra el conflicto entre una psicoanalista portuguesa, Camila, que fue a Brasil a desarrollar una investigación sobre la violencia. Su paciente es Gloria, en un centro de terapia de la universidad estadual de Río de Janeiro (UERJ). Gloria es ascensorista en la universidad y tiene una historia de violencia muy dura: abusada por el padre, solo tiene un hermano en la cárcel que la protegía, y que era jefe del narcotráfico del Morro da Providencia donde vivía.
La película muestra una relación de contratransferencia, es decir de una transferencia al revés en el proceso del psicoanálisis. Es la reacción del psicoanalista frente a las emociones que el paciente proyecta sobre él.
Encerradas en una sala, Camila y Gloria comienzan a desarrollar una relación cercana e inclusive de afecto. Un vínculo se establece entre ellas que termina exteriorizándose afuera del consultorio.
El contexto es la ciudad de Río, que se muestra intensa y violenta, del mismo modo en que están rompiendo las calles para las reformas de lo que fueron los Juegos Olímpicos en Brasil. Los martillos quiebran todo, la realidad que pasa por las cabezas de estas dos mujeres, tanto de la psicoanalista como de Gloria que hasta siente envidia de Camila.
Lúcia Murat, la directora de la película, tiene una gran trayectoria como cineasta y guionista. Fue militante contra la dictadura, detenida la primera vez en 1968 en el congreso clandestino de la UNE (União Nacional dos Estudantes) y liberada algunas semanas después. En marzo de 1971 fue presa nuevamente y muy torturada. Estuvo tres años y medio en prisión.
En la década de 1980, Lúcia se dedicó al cine y dirigió varias películas, algunas de ellas abordando la temática de la dictadura militar, como Que bueno verte viva (1989), Casi dos hermanos (2004) y La memoria que me cuentan (2013), esta última inspirada en la vida de la también militante y amiga Vera Silva Magalhães.
Con motivo de su última película, Plaza París, que se estrenará en Argentina el 3 de enero, le realizamos una entrevista por skype.
El género de la película es de suspenso, un thriller. Pero el tema es la violencia. ¿Cómo surgió la idea de la película?
Esta idea viene de muchos años, más o menos diez años, una hermana mía que es psicoanalista, era directora de un centro de terapia para personas carenciadas, y en aquella época estaba teniendo muchos problemas, porque en general en estos centros los que atienden son los jóvenes que están terminando la universidad o están haciendo Másteres. Entonces son muchachas muy jóvenes que no tienen experiencia de vida, y estaban muy impactadas por las condiciones de violencia de los pacientes, e iniciaron un proceso que en psicoanálisis se llama de “contratransferencia”.
Y cuando conversamos sobre eso pensé en ese momento que sería interesante hacer una película sobre esa relación, entre una muchacha de clase media y otra muy pobre, y sobre esta incapacidad de establecer una empatía, que es la base del psicoanálisis.
En aquel momento había mucha violencia en Río y se había iniciado el proceso de pacificación con las UPPs (Unidad de Policía Pacificadora) con el que se creía que la violencia iba a disminuir. Efectivamente durante unos pocos años parecía que las cosas se habían calmado. Pero en realidad, esas unidades al no ser acompañadas de proyectos sociales, en pocos años se volvió a la repetición del ciclo: la policía corrupta y la violencia extrema. Y de una manera mucho peor porque esa esperanza se había terminado.
Nosotros tenemos siempre pequeñas ideas guardadas, y que las sacamos o no dependiendo de las circunstancias. En ese momento de plena decadencia y fracaso de las UPPs, yo pensé en recuperar esa idea y desarrollar el proyecto.
Desde el primer momento mi idea era hacer un thriller. Porque quería mucho que el espectador viviera el miedo de toda la situación, sintiera el suspenso, por eso me parecía interesante un thriller para mostrar esta relación. Por eso llame a Raphael Montes, un escritor muy joven que trabaja con suspenso para escribir el guión conmigo.
Más o menos fue este el desarrollo del proyecto.
Son muy interesantes las transformaciones que van sufriendo los dos personajes principales. ¿Qué elementos operan en esa transformación?
Tenía la idea de que Gloria no fuera solo una víctima, sino que tuviera capacidad de respuesta y con esta respuesta la otra no pudiera establecer una relación. La fantasía de Camila era que Gloria era solo una víctima, y no una persona con capacidad de reaccionar.
Hay un momento en que Gloria empieza a darle miedo
Es algo que trabajamos mucho, trabajamos durante bastante tiempo en repeticiones, yo, Joana, Grace, que son las actrices, y una preparadora de elenco, para dar fuerza a los dos personajes.
Grace Passô que hace de Gloria es una gran actriz como también una gran dramaturga. Y le decía todo el tiempo, es importante que este personaje no sea solo la víctima, que sea otra cosa, esa visión estereotipada, de alguien que no habla, que no consigue reaccionar, etc. Trabajamos mucho con ella en el desarrollo de este personaje que es sorprendente no solo para Camila, para el público también.
Desde el momento en que comenzó a hacer la película hasta hoy hubo muchos cambios en Brasil, y sobre todo en lo que respecta a la violencia, un cambio de régimen importante cada vez más violento. ¿La película tiene una nueva actualidad?
Bueno, esto es muy triste. En realidad la película cuando salió estaba más actual que nunca. El distanciamiento entre las clases sociales era muy grande. La película habla sobre “el miedo al otro” y puede contribuir mucho para intentar entender lo que pasa en Brasil con la elección de Bolsonaro. ¿Por qué la gente votó a Bolsonaro? Es un poco el proceso que Camila, la psicoanalista, vive. Que es el proceso de alguien que tiene las mejores intensiones pero que por miedo va transformándose en una persona perversa, racista, que no consigue establecer más una empatía. Entonces creo que es un proceso que puede ayudar a entender un poco lo que pasa en ese sentido.
En relación a la violencia, hubo un proceso de deterioro muy rápido y muy grande. Por ejemplo, cuando hicimos el guión, yo trabajo mucho con investigaciones, para un documental o ficción. Entonces subí varias veces al Morro da Providência, sola o con otras personas sin problema, para hablar con la gente, hacer entrevistas, hablar con las pequeñas ONGs que había. Y cuando filmamos, no solo no podíamos filmar en el Morro da Providência, sino que fueron muy complicadas las tomas en el exterior, en la calle. Tuvimos que tener cuidado, dos semanas antes había habido un tiroteo, fue muy rápido el deterioro.
¿La elección de la Universidad de Rio (UERJ) fue por alguna cuestión en particular?
En el cine las cosas se transforman mucho, porque es un proceso de plazos largos. Tenemos muchas contribuciones. Creo que la UERJ, la Universidad Estadual do Rio de Janeiro, fue un personaje de la película que creció en todo este tiempo. Había empezado por una propuesta de Raphael porque él se estaba recibiendo en esa universidad, y era muy joven, me dijo que sería interesante porque tiene toda una arquitectura especial. Yo estuve de acuerdo, conocía, tenía muchas relaciones, trabajé con películas y conferencias.
Al mismo tiempo, la decisión de hacer que Gloria sea la ascensorista que trabaja en la universidad, viene de la misma UERJ porque tiene muchos ascensores. Entonces fue toda una contribución que fue creciendo hasta transformarse en un personaje.
Al final cuando terminamos la película, la crisis en la UERJ fue terrible las personas estaban sin recibir el salario, la universidad parada, y eso para nosotros era muy malo, y decidí dedicar la película a la UERJ por aquello que fue muy representativo en Brasil y es que fue la primera universidad en haber definido los cupos sociales (NdR, ley que asegura un porcentaje de lugares en las universidades públicas para estudiantes que provienen de las escuelas públicas, y dentro de esta reserva, a aquellos autodeclarados negros, mulatos o indígenas).
Hay una dedicatoria en la película.
Los personajes son femeninos, y también hay violencia de género en la película, es parte de la violencia que se muestra. ¿Cómo ve el movimiento actual de mujeres? ¿Qué diferencias ve con el movimiento de los 60/70 que usted vivió también?
Creo que el movimiento feminista hoy, yo tengo algunas relaciones con las jóvenes activistas que están en la primera fila, es muy importante y mucho más abierto de lo que fue en mi época. Porque en mi época estaba muy restringido a la lucha contra la dictadura, y no teníamos la capacidad de trabajar sobre la cuestión de género como creo que se hace hoy. También por la abertura, porque no es solo la mujer, sino LGBT que abarca una cuestión mucho más amplia. En Brasil particularmente tenemos otro tema que es muy muy muy importante que es el feminismo negro, que es fuerte. Y lo pongo en discusión, para nosotras las militantes blancas de la clase media, creo que trae cuestiones muy importantes, y es algo muy nuevo. En realidad nuevo para la discusión, porque el racismo está presente en la sociedad y nunca fue admitido, es un gran problema de Brasil que nunca lo admitió, y hoy se discute mucho porque el movimiento negro es particularmente feminista.
Bueno, también se lo ve en la película. La intelectual blanca y la trabajadora negra.
Quiere agregar algo más…
Espero que los argentinos puedan apreciar la película, para que podamos discutir mejor la situación entre países vecinos.
Grace Passô (Gloria, Brasil), Joana de Verona (Camila, Portugal), Marco Antonio Caponi (Argentina), Alex Brasil (Brasil), Digao Ribeiro (Brasil)
Premios y Festivales:
– FESTIVAL INTERNACIONAL DE RIO DE JANEIRO
GANADORA
Mejor Directora – Mejor Actriz (Grace Passô)
– FESTIVAL INTERNACIONAL DE CHICAGO
NOMINADA
Mejor Película
– FESTIVAL DE GRANADA – CINES DEL SUR
GANADORA
Premio del Público
– FESTIVAL DE CINE DE LA HABANA
GANADORA
Premio “Don Quijote” – Mención SIGNIS - 2018 – Portugal
GANADORA
Mejor Actriz (Grace Passô)