La noticia de la detención de cinco jóvenes marplatenses acusados del abuso y violación de una adolescente de catorce años, en un camping de Miramar, se convirtió este miércoles en “tema del día”.
Desde “el lugar de los hechos”, hubo periodistas destacando como “dato” que los acusados “son chicos de clase media”, que “tienen educación” y que –entonces- se trata de un hecho “atípico". No darían con “el perfil” esperado, según afirmaron desde el piso de TN.
Al sensacionalismo que se caracteriza por indagar hasta en el último y más morboso detalle, los medios sumaron la culpabilización de la víctima y de su entorno familiar para justificar la violación. El mecanismo rápidamente fue denunciado desde las redes sociales, donde numerosas personalidades y periodistas advirtieron particularmente sobre una nota publicada por el diario Clarín.
El “gran diario argentino” no tardó en hablar de una “carpa del horror”, con “botellas de fernet y alcohol por todos lados”, para naturalizar el hecho. “Descontrol”, afirmaron, y sentenciaron que el problema fue la joven de catorce años, que “no debió estar allí, sino con sus padres y su hermano festejando el Año Nuevo, en otra carpa”.
“Todo terminó mal, con cinco hombres acusados por violación, detenidos por la Policía”, sostuvo en referencia a los acusados, que permanecen detenidos bajo la presunción de “abuso sexual con acceso carnal agravado”. Un delito para el que se prevén entre ocho y veinte años de prisión.
La nota de Clarín replica y fortalece un “sentido común” que busca poner la responsabilidad de la violencia en las propias víctimas del abuso, al considerar que provocaron la situación que vivieron. Algo similar al tratamiento que muchas veces reciben las mujeres por parte de la Justicia y de otras instituciones del Estado, que colaboran activamente en la producción y reproducción de la violencia machista.
Basta recordar el fallo de la justicia marplatense, que desestimó las pruebas que incriminaban a los acusados del femicidio de Lucía Pérez; o la cobertura que también realizó el diario Clarín cuando se la encontró sin vida, sugiriendo que "se lo buscó" porque mintió a sus padres o le gustaba fumar porro; o la que realizó cuando se conoció el femicidio de Melina Romero, a la que describió como "una fanática de los boliches que abandonó la secundaria".
Aunque el rechazo en las redes obligó a Clarín a corregir la nota que publicó este miércoles, el hecho no puede esconder el lamentable papel con el que éste y otros medios contribuyen a legitimar diariamente la violencia machista.
No es simplemente el diario Clarín, ni es simplemente una nota. Se trata, de fondo, del rol político e ideológico que juegan los grandes medios de comunicación, verdaderas empresas puestas al servicio de "lo que vende" y de "lo que se quiere vender". De fondo, se trata también del rol de disciplinador social que ejercen al reproducir y naturalizar los mandatos, estereotipos y prejuicios con los que este sistema justifica la opresión de las mujeres.
Como muestran las cifras de la violencia machista, esa opresión es estructural a este régimen social, capitalista y patriarcal, y no a los gustos musicales, ni a las fiestas, ni a la noche, ni a la ropa ni a las ganas de bailar, charlar, disfrutar y distenderse que puedan tener, o no, las mujeres. Cada vez que se sostiene o se sugiere esa idea, lo que se refuerza es la violencia que recae sobre el conjunto de ellas. |