El Tribunal Oral en lo Criminal N° II de La Plata condenó por “Abuso sexual con acceso carnal agravado por la convivencia y por el grave daño causado a la salud mental de la víctima” a un oficial de la Policía Bonaerense de 53 años, cuya identidad se encuentra reservada para preservar a la víctima. El agente abusó de la joven desde que ella tenía 12 años con total impunidad mientras convivía con la madre de la víctima –en manifiesto abuso de poder; según se constató en el juicio. No resulta menor su condición de agente de las fuerzas de seguridad de la provincia, ya conocidas por muchos casos de violencia contra la mujer y las barriadas populares, por su complicidad con las redes de trata y los casos de gatillo fácil.

El condenado no sólo violentó y abusó de la joven en reiteradas ocasiones durante ese lapso de tiempo, sino que también golpeaba a su mujer, conforme lo denunciado por la víctima, hoy de 25 años de edad.

El caso dio inicio en 2008 cuando la joven, de entonces 19 años, cobró valor y efectuó la denuncia ante la Policía y la justicia. No está demás señalar que vivió todo el proceso penal en libertad, beneficio que se torna privilegio –obtenido por su rol de policía- si se compara con las miles de personas privadas de su libertad sin condena, por el simple hecho de ser pobres.

La condena a 16 años de prisión jamás podrán aliviar el terrible tormento padecido por la joven, víctima de esta atrocidad simplemente por ser mujer, que para nada es un hecho aislado, como lo demuestra los muchísimos casos de violencia de género que se dan a diario, la mayoría de los cuales apenas se dan a conocer o siquiera se denuncian, producto del incalculable daño, sometimiento y opresión al que las mujeres son condenadas.

Cabe destacar que esta condena no es la máxima prevista por la ley penal, la pena es leve si se considera el tormento de 7 años de abuso sistemático en el marco de una relación donde existía abuso de poder por parte del policía abusador, por ello desde el CeProDH consideramos fundamental que se cumpla con la cárcel común y efectiva, sin ningún privilegio.