La protesta denunció los contrastes que hay entre la realidad de las empleadas y los patrones y patronas para los cuales trabajan. Son más de 10 mil las mujeres, muchas de ellas inmigrantes de países limítrofes, que ofrecen sus servicios en este complejo inmobiliario y no tienen derechos laborales ni sindicales.
Trabajan para las principales figuras del poder político y económico quienes las consideran como “su propiedad” y las discriminan porque “tienen mal olor” y porque “pueden traer el dengue”. Uno de los objetivos de la protesta también es mostrar que no están solas. Su protesta del pasado diciembre porque no las dejaban viajar en el único servicio de transporte que ingresa hoy a Nordelta hizo que se rebelaran contra las condiciones de discriminación, explotación y opresión que viven cotidianamente.
Las trabajadoras de Madygraf, las docentes y las estudiantes secundarias, terciarias y universitarias llevaron su solidaridad en pos de unir y organizar a todas las trabajadoras de la zona contra las condiciones de vida que quieren imponer los planes de ajuste del gobierno de Macri y la oposición peronista con la complicidad de los sindicatos.
Comisión de mujeres de Cooperativa Madygraf y estudiantes universitarias de la zona norte | 
