El comercial de Gillette hace una crítica a las actitudes y acciones machistas en la vida cotidiana, mismas que se transmiten a través de las generaciones por medio del ejemplo y el silencio frente a lo que no se debe hacer.
Desde su publicación en el canal de la marca en Youtube, se desataron miles de comentarios a favor y en contra del vídeo; aquellos que criticaron el vídeo lo hicieron a través de la misoginia, la homofobia y el sexismo, con comentarios ultra conservadores y violentos, todos aquellos que ven fracturada su "masculinidad" con al avance de las mujeres.
Las críticas que hace la marca contra el machismo, la violencia y las agresiones sexuales están completamente enmarcadas en la realidad; en México, una de las situaciones más graves de violencia que viven las mujeres es el feminicidio.
Todas estas situaciones deben tomarse con mucha seriedad y combatirse desde todas las vías; este comercial ha generado mucha polémica porque retoma uno de los debates que están en el aire con la marea violeta, la lucha por la legalización del aborto, el #MeToo y otros movimientos sociales.
Esta publicidad critica lo que llama "masculinidad tóxica", y es curioso que justo la respuesta que obtiene es completamente agresiva, todos aquellos comentarios que critican la generalización que hace Gillette al equiparar hombre = violencia, son también violentos y reflejan el miedo a perder su "virilidad".
Sin duda, no es posible generalizar, el machismo es vivido y ejercido a diferentes niveles -por hombres y mujeres-, desde la violencia simbólica, la burla y la complicidad silenciosa hasta la agresión física y el feminicidio. Además el machismo también impacta a los hombres desde la infancia, caracterizado por las frases "los niños no lloran" o "eso es de niñas".
No es la primera vez que una marca utiliza este discurso para generar simpatía en el público - más allá de que sean sus compradores predilectos o no-, ante la subjetividad del movimiento de mujeres es peligroso reproducir abiertamente el machismo. Pero esta estrategia publicitaria siempre será cambiante y contradictoria porque lo importante para las grandes marcas es vender.
Otro de los cuestionamientos que se hace a Gillete justamente es su contradicción, porque opina que hay que cambiar la forma de ser hombre -y sin duda es necesario repensar la masculinidad y cambiar sus formas- pero por otro lado refuerza los roles de género "azul para niños y rosa para niñas". Esta división sexual es cada vez más sutil en el mundo occidental, lo que permite que permanezca en el tiempo y continúe con las divisiones entre géneros y la opresión a las mujeres con destinos únicos como ser madre y ama de casa, sin olvidar ser "linda". |