A pesar de los antecedentes y advertencias, Vale volvió a cometer una masacre en Brasil el últimos viernes. Una represa de la megaminera se rompió provocando un río de lodo que destruyó diversas casas próximas a la ciudad de Brumadinho, en el estado de Minas Gerais. Este lunes se calculaban 58 las víctimas fatales y 305 las personas desaparecidas.
Además se conoció la denuncia de organizaciones y personas que querían llegar a la zona para conocer la situación de sus familiares y brindar ayuda, y fueron impedidas por la empresa.
Pero la tragedia ya muestra también la reacción de los mercados. Las acciones de la minera brasileña caían este lunes el 16% en la bolsa de Nueva York y el 22% en San Pablo. Según la agencia Reuters la empresa ya ha perdido unos 62.000 millones de reales (unos 16.400 millones de dólares) en capitalización de mercado.
La reacción del mercado no tiene que ver con ninguna cuestión humanitaria. Además del impacto que ha generado el hecho en todo el mundo, la justicia brasileña decidió bloquear durante el fin de semana 11.000 millones de reales (3.000 millones de dólares), para compensar probables perjuicios y daños ambientales. Además, ya fue sancionada con multas millonarias. Luego de esas medidas, la compañía anunció hoy que suspendió el pago de dividendos a sus accionistas, entre otras medidas tomadas por su directorio.
Se trata entonces de una serie de especulaciones de los bancos y consultoras sobre la conveniencia o no de “invertir en Vale”. Poco les importa que estemos ante el peor desastre ambiental en la historia de Brasil, superando el ocurrido en 2015 en Bento Rodrigues, donde también estuvo involucrados Vale y la angloaustraliana BHP Billiton.
En aquel momento la presidenta era Dilma Rouseff, ahora acaba de asumir Jair Bolsonaro. Sin embargo, los peligrosos negocios de Vale siguieron creciendo sin pausa. Hoy han sepultado un pueblo entero en lodo, con cientos de personas aún desaparecidas. Son las “acciones” el capitalismo. |