Ella entonces ya estaba sentada en la ronda, también descansando por tener que subir y bajar escaleras para participar de la charla lo máximo que podía. Dijo: "Aprendí una cosa la semana pasada: con dolor nosotras no dormimos bien. Y nosotras tenemos que ver cómo pasa el dolor." Y decía eso señalando sus piernas, sus caderas, su nuca y su cabeza.
Con dolor las mujeres no duermen. El dolor de subir y bajar escaleras con la basura del edificio. Hace una semana ella pasó a usar el ascensor del edificio, que antes no podía, teniendo que subir y bajar escaleras. Con dolor nosotras no dormimos. En casa todavía iría a preparar la comida de la familia.
Con dolor nosotras no dormimos. E iría a despertar de madrugada para ordenar la casa antes de salir para el trabajo. Con dolor nosotras no dormimos. El dolor que viene de la energía perdida en el trabajo. El dolor de cabeza por tantas tareas que la sociedad dice ser apenas responsabilidad de las mujeres.
El dolor... Ese dolor en el espíritu de tener nuestras vidas y la de nuestros compañeros usurpadas por los capitalistas. El dolor de tener nuestro cuerpo violado en las idas al trabajo de madrugada. Ese dolor... Que no pasa cuando dormimos, apenas ameniza. Y si colocamos el dedo en la herida sentimos el dolor de otras mujeres. Y vemos que nuestro dolor no es solitario, sino colectivo.
Un revolucionario, Trotsky, decía que era preciso ver el mundo a través de la mirada de las mujeres. Y para las mujeres, que ya alteraron el curso de los acontecimientos cuando indomables por el patriarcado y capitalismo, el dolor fue transformado en revuelta social y hasta revoluciones. Y eso generó pesadillas en los capitalistas. Ellos hasta pueden dormir bien. Pero no sueñan |