Fotografía: Fernando Lendoiro
El director hizo una adaptación del cuento popular conocido comúnmente como “Viaje al Oeste” o “Peregrinación al Oeste” cuya primer publicación data del año 1590. La historia relata una peregrinación a la India de un monje con el objeto de conseguir unos textos religiosos. Una de las cuatro obras de literatura clásica del gigante asiático junto con “A la orilla del agua”, “El sueño del pabellón rojo” y “Romance de los tres reinos”.
En esta versión, Ignacio nos propone una fábula donde el monje Tang Zeng inicia un viaje hacia India en busca de los Sánscritos de Buda, acompañado y custodiado por sus tres discípulos: “Kun” el Rey Mono, “PaJay” el cerdo perezoso y “Zaa”. El camino se les hará escabroso entre la búsqueda de alimentos y las diferentes formas que adoptará la diabla “Madame Esqueleto” para tratar de devorarlos.
La realización de las marionetas chinas nos encandila con recursos dotados de minuciosidad en la caracterización de cada uno de los personajes. Infinitos colores, telas de seda labradas, plumas, máscaras diminutas nutridas de detalles pintados. Muchas reminiscencias de la ópera tradicional de este país asiático.
Durante la obra, la música en vivo de la mano de la percusionista Eleonora Yang con su batería en miniatura, va acentuando el carácter de cada una de las escenas, así como las sombras chinescas, que se suceden a un costado, a cargo de Ana Belén Ruiz, van enfatizando el relato oral.
La manipulación de las marionetas está a cargo del Grupo Hua Guo Shan, cuyo elenco lo conforman Julieta Viveros, Florencia Hardoy, Ricardo Lista y Fernando Suárez. Las figurillas vuelan en el aire y vuelven a las manos de los titiriteros mostrando una sublime destreza corporal de dichos ejecutores; aparecen y desaparecen entre nubes de humo; luchan como guerreros en inagotables danzas que parecieran evocar el tradicional estilo Shaolin de las artes marciales.
Es muy interesante el aporte que hace Ignacio al cuento original, jugando con la superposición de técnicas y elementos tanto tradicionales como contemporáneos donde diferentes lenguajes se entrecruzan conformando un todo que remite al barroco en su estética plástica, a la par que narra una historia simple y llevadera casi minimalista, logrando un alto contraste.
Muchas de las escenas que encarnan estas luchas de kung-fu entre marionetas, contienen un nivel de detalle en los movimientos que nos conecta inmediatamente con escenas cinematográficas de películas tanto de Bruce lee, como de Jackie Chan.
Lo ancestral en fusión con tintes de lenguaje actual e incluso lunfardo, en una obra que no responde a un determinado grupo etario, es para grandes, medianos y chicos.
Una puerta que se abre y nos devuelve al mundo del teatro de títeres que a veces en el ajetreado mundo de los mega espectáculos es dejado de lado, pero que siempre nos conmueve y maravilla con un sin fin de expresiones y técnicas en una misma práctica artística.
Sábados y domingos 20.30 hs en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543, Capital Federal |