La maquinaria electoral de los partidos tradicionales de Córdoba funciona al máximo desde que el gobernador Juan Schiaretti anunció a fines de noviembre que adelantaría tres meses las elecciones provinciales. La decisión se tomó poco después de la repentina muerte de José Manuel De la Sota, que dejó a Schiaretti como único jefe del PJ cordobés. El ritmo se aceleró cuando, un mes después, el intendente capitalino Ramón Mestre pegó las elecciones municipales a las provinciales, generando enojo en la Casa Rosada.
El oficialismo ya definió que Schiaretti será nuevamente candidato. Hace pocos días, el gobernador se sometió a una cirugía coronaria que incluyó la colocación de cuatro stents, y sus problemas de salud abrieron un debate alrededor de quién lo acompañará en la fórmula. ¿Alguien de su extrema confianza o alguien más joven, que pueda tomar la posta del recambio generacional ante cualquier imprevisto? Las opciones no son muchas. El vicegobernador en uso de licencia y actual diputado nacional, Martín Llaryora, será candidato a intendente por Córdoba Capital, una apuesta fuerte para recuperar el bastión del radicalismo. Las negociaciones con Olga Riutort para evitar que la ex concejala se presente por su lado y divida el voto peronista están en marcha.
Una vez más, las discusiones más intensas se dan al interior de Cambiemos. Los socios no acordaron una lista común en base a encuestas e irán a internas; las primeras desde la creación de Cambiemos. El intendente Ramón Mestre, presidente de la UCR local, logró el apoyo de otras líneas internas y se presenta como precandidato a gobernador acompañado del intendente de Bell Ville, Carlos Briner. Todavía no tiene precandidato a intendente, pero tendrá que ser radical.
El viernes, la Mesa Nacional de Cambiemos anunció que su elegido para disputar la gobernación es Mario Negri, jefe de la bancada radical en Diputados, acompañado por el diputado Héctor Baldassi, del PRO. Por la intendencia va Luis Juez. El mayor problema de Cambiemos es que Mestre ganaría la interna, ya que maneja el aparato partidario y el PRO no movilizaría más de 500 votantes. Pero las encuestas muestran que Negri es el más competitivo para enfrentar a Schiaretti.
En el kirchnerismo juran y perjuran que presentarán lista propia en la provincia. El sábado se realizó un encuentro promovido por el Consejo de Organizaciones de Unidad Ciudadana, cuya conclusión fue impulsar una opción política electoral “alternativa a los gobiernos de Unión por Córdoba en la Provincia, y de Cambiemos en la capital cordobesa”.
La única referente conocida que participó fue la diputada Gabriela Estévez, lo cual mantiene las dudas sobre las intenciones del diputado Pablo Carro –ausente con aviso– y de los legisladores Martín Fresneda y Franco Saillen –ausentes sin aviso–. Fresneda encabeza el sector que aboga por la “unidad del peronismo para que no gane Cambiemos”, como han hecho en otras provincias, aunque Schiaretti ya se ha negado a esa posibilidad varias veces. Al mismo tiempo que se realizaba el plenario de Unidad Ciudadana, La Cámpora realizaba una charla con el legislador Daniel Passerini, una de las principales espadas del delasotismo.
La rosca es por arriba, la organización es por abajo
Mientras en las alturas la rosca se acelera y en los titulares de los diarios se acumulan palabras como “indefinición” e “incertidumbre”, a la mayoría de la población cordobesa la desvelan problemas que ninguno de los nombrados va a resolver jamás.
Varios periodistas se han referido al año que recién comienza como “el año de la marmota electoral”: esta imagen es la más pertinente en Córdoba. El PJ gobierna desde hace 20 años, alternando el poder entre Schiaretti y De la Sota. En la apertura de las sesiones legislativas, el gobernador volvió a la idea del “cordobesismo” y culpó a la gestión macrista de la crisis económica, como si su fuerza no hubiera apoyado todas las políticas de ajuste nacionales y no aplicara una receta similar en la provincia.
Las obras públicas que el gobernador jura terminar (esta vez sí) son las mismas desde hace 60 años. Lo mismo sucede con “el combate contra la desigualdad”, cuando la pobreza en el Gran Córdoba permanece en un 30 % y llega a casi 50 % entre los niñas, niños y adolescentes. O con la promesa de construir 25.000 viviendas en los próximos cuatro años. En el 2005, José Manuel De la Sota prometió construir 16.000 con el Plan Hogar Clase Media. La mayoría de los beneficiarios tuvieron que esperar 10 años para la entrega y las unidades presentan múltiples problemas de infraestructura, además de aumentos exorbitantes en la cuota que pagan. Ni qué hablar de la “política de género” que el gobernador menciona cada dos por tres, mientras se destinan montos ínfimos a los programas de ayuda a las mujeres que sufren violencia machista.
En la capital, Mestre lleva ocho años de mandato, en los que se profundizó la concentración de los negociados del transporte público y el manejo de residuos en manos de empresarios amigos. El boleto de transporte aumentó 848 % en estos años, mientras que el Salario Mínimo, Vital y Móvil aumentó en el mismo período un 465 %. Menos de la mitad de la población de la capital tiene acceso a la red cloacal, lo que se expresa de manera brutal en Villa El Libertador.
Las únicas promesas que cumplen Mestre y Schiaretti son las que hacen a los grandes empresarios. Sea la reforma jubilatoria, el rechazo al aborto legal o la restricción al derecho a huelga; sean las exenciones impositivas a la Iglesia o el incremento de la cantidad de policías: en eso se ponen de acuerdo y votan las mismas leyes. Es hora de que los trabajadores, las mujeres y la juventud, que somos la enorme mayoría, enfrentemos la crisis que quieren hacer caer sobre nuestras espaldas, construyendo nuestra propia herramienta política.
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