El nombre de la película de Peter Farrelly ayuda a tener una idea de la trama y el contexto de la flamante ganadora del Oscar. “Green Book” era la guía que usaba Tony “Lip” Villalonga (Viggo Mortensen), para saber en qué hoteles y restaurantes eran aceptados los afroamericanos en los años 60 en el Sur de Estados Unidos. Es que su jefe era el eximio pianista Don Shirley (Mahershala Ali). Por su genialidad, Shirley era recibido en los salones de los blancos ricos de los estados del Sur, que lo aplaudían deleitados, pero cuando preguntaba por un baño lo mandaban a una letrina en el fondo del jardín.
“Lip” y Shirley recorren las rutas del sur en una gira de dos meses, en una especie de Conduciendo a Miss Daisy pero con roles invertidos. Allí se suceden, con el buen pulso de Farrelly para reflejar escenas crudas y otras con humor, momentos que marcan las condiciones en que vivían los afroamericanos. Son los que le roban un minuto a la servidumbre en las mansiones para escuchar esas melodías, los que detienen sus herramientas en las plantaciones porque no pueden entender cómo un “negro” como ellos y ellas tiene chofer y encima blanco, son los que pueden sufrir una golpiza en un bar que no estaba en el “Green Book”.
Es que el Green Book era una de forma de ajustarse a las “Leyes de Jim Crow”. Las normas que entre 1876 y 1965 marcaban cómo tenían que comportarse los afroamericanos en los espacios públicos. Casi siempre marginados, segregados. La música o el deporte parecía ser un lugar donde algunos podían escapar a ese destino. Pero no tanto, como muestra la película y la propia historia de los Oscar.
Vale hacer un paréntesis con la historia de Hattie McDaniel, la primera persona afroamericana en recibir el Oscar, encima mujer. Fue en 1940 como actriz secundaria por Lo que el viento se llevó. A McDaniel no la dejaron sentarse junto a sus compañeros en la gala: tuvo que subir a recibir su premio desde una sala al costado y volvió al lugar segregado que le habían asignado.
Como señalan Celeste Murillo y Ariadne Díaz en el podcast, "además de las actuaciones que son muy buenas, es que tiene varias escenas, en momentos que parecen muy pequeños y muy sencillos, muestran el racismo de forma muy llano. Y sorprende porque es una de esas películas de la corrección política de Hollywood".
Uno de los puntos dramáticos más altos de la trama es cuando Shirley le dice a Tony: “Si no soy lo suficientemente negro, si no soy lo suficientemente blanco, si no soy lo suficientemente hombre, ¿qué soy, entonces?”. Así marcaba cómo se sentía entre el racismo de los blancos, su vida alejada de su gente y su homosexualidad retratada en una escena anterior.
En la verdadera historia, Shirley era hijo de inmigrantes jamaiquinos nacido en Florida. Como niño prodigio, logró formarse en el Conservatorio de Leningrado, donde logró un estilo único que atravesaba en jazz y la música clásica.
Green Book es una road movie, la historia de un viaje por aquellas épocas . En el trayecto, entre Lip y Shirley se va trabando una amistad donde quedan expuestos sus “mundos opuestos”, pero también van surgiendo los puntos de encuentro.
También con esa sociedad que critica. Como el último policía que los detiene, casi llegando a Chicago en medio de la noche navideña. Tony y Don sienten que otra vez van a terminar detenidos. Pero el policía blanco les avisa que tenían una rueda pinchada y los ayuda a retomar camino.
Esa escena del policía blanco que los ayuda a llegar a casa remarca el mensaje de la película. Un final que modera la denuncia, donde la conciliación triunfa sobre el conflicto y logra la paz justo en la noche navideña.
En definitiva, una buena película y buenas actuaciones para congeniar con el espíritu que la Academia quiso darle a los Oscar 2019 en medio de la era Trump, después de las críticas por no haber incluido ni actores ni actrices afroamericanos en entregas anteriores.
Además de mejor película, se quedó con el rubro mejor guión y Mahershala Ali ganó como mejor actor de reparto. |