Antes que de terminara el 2018 el gobierno de Piñera dejó claro que este año será año de las reformas. Así anunciaron la presentación de proyectos de reforma laboral, tributario y pensiones que discutirán a partir de marzo.
Por esta razón es que el Ministro de Hacienda, Felipe Larrain, retornó de sus vacaciones para comenzar rápidamente a reunirse con representantes de la mesa técnica de gobierno y oposición para sondear la posibilidad de llegar a un acuerdo que permita que el proyecto sea votado en general para luego debatir el fondo de la ley.
Pero hasta ahora el diputado socialista Manuel Monsalve señaló que dicha señal enviada desde el gobierno puede ser una trampa, por lo que volvió a reiterar que el ánimo de la oposición es debatir sobre el articulado del proyecto y luego ver si se puede avanzar o no sobre el proyecto en general.
Además hasta ahora la clave política para el gobierno es poder retomar la agenda político-legislativa, cuestión que posiblemente chocará con las intenciones de los partidos de la ex-Nueva Mayoria y el Frente Amplio que ya declararon que buscarán instalar sus propios puntos.
¿Hacia una política de los acuerdos 2.0?
Cuando finalizaba el año la polémica entre la DC y el FA por la votación de la presidencia de la cámara (y en consecuencia de las presidencias de las comisiones), dicho problema quedó postergado por el fin del año legislativo y por lo tanto el debate se deberá retomar ahora en marzo.
Pero la pregunta que quedó abierta en enero será clave para ver las correlaciones de fuerza dentro del congreso y ver si Piñera podrá avanzar rápidamente o no con sus políticas.
De esta manera, de configurarse una posible alianza legislativa entre la derecha, la DC y el Partido Radical, posiblemente Piñera logrará avanzar en su agenda sin contratiempos.
Si el FA logra su objetivo y presiona a la DC para quedar más desmarcadamente del gobierno habrá logrado un punto a su favor, pero implicará necesariamente profundizar su política hacia el centro político y por lo tanto moderar su propia posición política.
De todas maneras todos estos movimientos serán evaluados teniendo en consideración las elecciones que se aproximan para el próximo año.
Sin embargo, dichas reformas no se enfrentarán con modificaciones meramente legales o parlamentarias. Es así que lo que no se puede cambiar mediante la propia movilización y lucha, no se conseguirá en un antro de la corrupción como lo es el parlamento. Mujeres, estudiantes, migrantes, pueblos originarios, todos unidos bajo la gran fuerza de la clase trabajadora movilizada y organizada.
Es en este sentido que desde la agrupación de mujeres y diversidad sexual, Pan y Rosas, hacen un llamado enfático a una gran movilización, con un paro nacional efectivo: "Este 8 de marzo haremos que la tierra tiemble con las mujeres trabajadoras al frente. Para eso es necesario que todos los organismos de organización se sumen a la convocatoria y llamen a un paro nacional efectivo: que la CUT, el colegio de profesores, el CONFECH, entre otros, sirvan como amplificador de nuestras demandas y llamen a paralizar y a salir a las calles.
¡Nos vemos este 8 de marzo a las 18 hrs en plaza Italia!"
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