La movilización de este 8 de marzo se da en un contexto internacional convulsivo. La derecha busca ofensivamente avanzar en América y Europa. Ya lo vimos con la presidencia de Bolsonaro en Brasil, que tuvo como antesala el Golpe Institucional en el país y que durante marzo hará una ingrata visita a este país; con la candidatura de la ultraderecha de VOX en España; y con la intervención imperialista en Venezuela, con Trump a la cabeza y con Piñera, Macri y el presidente colombiano Iván Duque actuando como marionetas del imperialismo. Nada tiene para ofrecernos a mujeres, jóvenes y trabajadores.
Esta misma derecha es la que, en nombre de los empresarios y en unidad con las iglesias, han instalado un discurso conservador y misógino en contra de los derechos de las mujeres, reproduciendo la violencia patriarcal en conveniencia de los capitalistas. Hace unos días nos esterábamos de que en Tucumán, Argentina, fue obligada a una cesárea una niña de 11 años, embarazada producto de una violación.
Sin embargo, Piñera no tiene el camino fácil. Su gobierno está debilitado, con cuestionamientos y sin una mayoría ni social ni parlamentaria. Viene de un 2018 ajetreado, con grandes cuestionamientos a la policía y las Fuerzas Especiales, debido a las movilizaciones que cientos de jóvenes y mujeres dimos a nivel nacional en repudio al asesinato de Camilo Catrillanca y por la desmilitarización del Wallmapu.
El Partido Comunista y el Frente Amplio se han limitado a impulsar una unidad parlamentaria de la oposición en contra de la derecha. Una unidad donde caben todos, hasta la Democracia Cristiana que apoya el golpe en Venezuela, se niega al derecho al aborto y que junto a la Nueva Mayoría se dedicaron a mantener la herencia de la Dictadura y gobernar en contra de nuestros derechos.
Si realmente queremos enfrentar a la derecha, tenemos que multiplicar nuestra fuerza en las calles. La unidad es fundamental para ese propósito, pero no cualquier unidad, la del movimiento de mujeres con la juventud, con el pueblo mapuche, con la diversidad sexual y, fundamentalmente, con el conjunto de las y los trabajadores. El movimiento de mujeres puede ser un dinamizador para que esta alianza sea posible y con una potencia imparable.
En esa perspectiva, quienes somos parte de Pan y Rosas, nos organizamos en países como Chile, Brasil, Argentina, Estado Español, Francia, Alemania, EEUU, México, Bolivia, Uruguay, Costa Rica y otros países. Levantamos las banderas del feminismo socialista en Latinoamérica y también en Europa, donde finalizamos hace unos días una exitosa gira encabezada por la dirigente argentina, Andrea D’Atri, fundadora de Pan y Rosas a nivel internacional, que reunió a más de 2000 personas en Bordeaux, Barcelona, Madrid, Berlín, Tolouse y otras ciudades.
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Reivindicamos, en ese marco, a nuestras compañeras de Pan y Rosas Argentina, quienes se vienen organizando contra la violencia machista, los ajustes de Macri, los despidos y que fueron parte de la gran Marea Verde que sacudió al país transandino y al mundo entero.
Puedes leer su declaración en: "#8M: con las trabajadoras al frente, marchamos para darlo vuelta todo"
En unidad con la clase trabajadora de conjunto, el movimiento de mujeres tiene una potencia imparable. Este 8 de marzo podemos hacer retumbar la Tierra y el mundo entero, fortaleciendo nuestra organización en lugares de estudio y trabajo.
La batalla por unificarnos con la clase trabajadora, por ser parte de sus principales luchas, la damos en Chile y en cada país donde estamos. Así, nos hemos hecho parte de importantes luchas en Francia, como la huelga de Onet, o las luchas de los chalecos amarillos en Francia, contra Emmanuel Macron, participando de las decenas de jornadas de lucha memorables en París y las principales ciudades francesas.
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Nos hermanamos también con nuestras compañeras de Pan y Rosas México, que marcharán contra la xenofobia, la injerencia imperialista y su avanzada sobre América Latina, contra las desapariciones y violencia hacia la mujer, y “contra la precarización laboral, los despidos y por los derechos de las mujeres con las obreras de Matamoros, las estatales, las maestras y las trabajadoras universitarias al frente.”
Para conocer su declaración accede a: "Este 8 de marzo: ¡paremos todo!"
Te invitamos a sumarte a estas luchas y a estos desafíos a nivel internacional. ¡Levantemos Pan y Rosas en Chile y a nivel internacional! Somos feministas socialistas, de la clase trabajadora, y luchamos por conquistar hasta nuestros más mínimos derechos, pero con un objetivo superior muy claro: queremos superar este sistema de opresión, explotación y miseria.
Creemos que podemos ir por mucho más, porque el capitalismo y el patriarcado son sencillamente irreformables: hay que destruirlos y superarlos. Solo lo lograremos con un gobierno de las y los trabajadores, que tome en sus manos las más sentidas reivindicaciones de la clase obrera, de las mujeres y la juventud, y avance a la ruptura con el capitalismo.
Por eso apostamos por un movimiento de mujeres que se proponga ligarse a la clase trabajadora, para conquistar por esta vía la verdadera y total emancipación de las mujeres y de la humanidad entera. |
