Cada día cientos de trabajadores de la educación se enfrentan a las expresiones más brutales de machismo, homofobia, racismo y xenofobia, a la pobreza, o al abandono. Tanto en contextos de educación regular, como en centros educacionales de vulnerabilidad extrema, como el sename.
Lidiamos cara a cara con las miserias de este mundo expresadas a través de los hijos e hijas de esta sociedad. Es por esto, que las y los profesores, y trabajadores de la educación, no nos encontramos ajenos a ideas o proyectos políticos que busquen cambiar completamente este sistema de opresión y violencia, uno de ellos es el feminismo, que en los últimos años ha venido en ascenso, a partir de demandas tan sentidas como #Niunamenos (campaña internacional contra los femicidios), Aborto legal, libre, seguro y gratuito, campañas contra el acoso sexual, demandas por protocolos contra el acoso y la violencia de género, demandas por la inclusión de la diversidad de género y sexual.
Es que la violencia machista no deja indiferente a nadie y más aún cuando sabemos que el problema del machismo y el patriarcado están intrincados tanto en el modelo económico, como en el paradigma cultural del capitalismo. Siendo así, se expresa en las condiciones económicas, laborales, sociales y sexuales de desigualdad.
La escuela, como caja de resonancia de la miseria capitalista y patriarcal, reproduce todas aquellas desigualdades. Es por esto, que desde el feminismo se ha llegado a la conclusión de la necesidad de transformar la educación (machista y de mercado) en una educación no sexista.
Siendo así, la educación no sexista, es una demanda que cobra cada vez mayor fuerza y no estuvo ausente en el mayo feminista del 2018 pero, aunque parezca contradictorio, los sectores estudiantiles se han levantado con mayor fuerza en torno a esta demanda, porque comprenden que el modelo chileno segrega económicamente y reproduce, o arraiga concepciones machistas e incluso misóginas.
¿Es posible acabar con el sexismo en la educación sin acabar con el sistema educativo que lo sostiene?
Diversos sectores del FA han buscado responder y dar salida a este cuestionamiento en donde a primera vista buscan entrelazar la pelea por una educación no sexista por una pelea contra el modelo educativo, proponiendo democratizar las instituciones educativas y pelear porque la educación deje de responder a los grandes empresarios que han hecho de ella un negocio.
Algunos de los aspectos que proponen son modificando las mallas curriculares, protocolos y prevención del acoso, cuestionar la brecha salarial, pero solamente dentro de las instituciones educativas, triestamentalidad y mayor financiamiento basal. Todo lo anterior queda a medio camino, reforma digerible en los marcos de un sistema capitalista, si es que no se plantea una real democratización de los espacios educativos, donde seamos las trabajadoras y trabajadores de la educación en conjunto con estudiantes y apoderados quienes podamos decidir sobre estos temas, es decir, consejos escolares resolutivos, buscando terminar con el autoritarismo en nuestras escuelas y la selección punitiva, no solo de estudiantes sino también en las contrataciones de trabajadores de la educación.
En cuanto al financiamiento, no basta con un mayor porcentaje, es necesario que sea un 100%, financiamiento integral de la educación a través de aportes basales terminando con los millonarios subsidios públicos a las instituciones privadas, o la misma Iglesia Católica, en donde el estado financia más 685 establecimientos, institución que ha negado históricamente los derechos de las mujeres.
Luchar porque la educación deje de ser un negocio, a costa de miles de estudiantes y su familia, es cuestionar la propiedad privada que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, dejando atrás las ilusiones de reformas como las becas de gratuidad de Bachelet o la oportunista agenda de género de Piñera que buscan integrar las legítimas demandas del movimiento de mujeres, desviando así su radicalidad.
Este 8M las trabajadoras de la educación paramos y nos movilizamos
El próximo 8 de marzo se llevará a cabo una nueva movilización de mujeres en muchos países. Esta fecha conmemora la lucha de las mujeres trabajadoras quienes salieron a las calles, hicieron huelgas, llevando las luchas hasta las últimas consecuencias, haciendo frente a la explotación y opresión del sistema capitalista, lucha que sigue vigente.
La clase trabajadora tiene cada vez más rostro de mujer, ejemplo de esto son sectores altanamente feminizados como lo son salud y educación. El 73% de la dotación docente de nuestro sistema escolar son mujeres (171.650 personas) y 27% y en la educación parvularia, el porcentaje de mujeres llega a casi al 100%. Asimismo, la presencia de las mujeres como asistentes de la educación es de 74%. Somos las principales afectadas por la brecha salarial, en Chile llega alcanzar el 40%, sumado a ello los planes de salud y las dificultades en los pre y post natal, como en los fueros, licencias médicas, salas cunas, siguen cargando estructuralmente sobre los hombros femeninos.
Tenemos razones de sobra para salir a marchar este 8M, palanca que movilice a otros sectores, buscando poner al centro las demandas de las mujeres y particularmente de las mujeres trabajadoras, por el derecho a sala cuna, igual trabajo igual salario, contra el acoso laboral, acoso sexual y aborto legal.
Por primera vez en la historia del capitalismo, las mujeres constituyen, aproximadamente, el 40 % de la clase trabajadora mundial. Esto significa que el 54 % de las mujeres, en edad económicamente activa, participa en el mercado laboral, como trabajadoras asalariadas [19]. ¿Cuántas de esas más de 1.300 millones de mujeres cargan, a su vez, con el trabajo gratuito que les permite reproducir su propia fuerza de trabajo como la de otras y otros?
Es esta posición “estratégica” la producción capitalista la que nos da la forma convicción que las mujeres trabajadoras, organizadas, podemos conseguir las demandas democráticas tan sentidas por el movimiento de mujeres, en alianza con los estudiantes, al pueblo mapuche, pero podemos ir por más, una perspectiva libre de opresión y explotación.
Este 8M podemos tomarlo como un punto de apoyo para el desarrollo de una oposición en las calles al Gobierno de Piñera y sus ataques, sacando de la pasividad al magisterio, así como otros organismos de trabajadores y estudiantes, superar las luchas corporativas o sectoriales, superando las expectativas del frente amplio que apuesta por una jornada de unidad con la oposición, incluso con la DC.
Hacemos un llamado a continuar con el ejemplo de la dirigente Patricia Romo junto a las compañeras de la agrupación Nuestra Clase y Pan y Rosas, buscando activamente organizar el paro efectivo para llegar a miles de estudiantes, trabajadores y mujeres que aún no se hacen parte activa de las demandas del movimiento de mujeres, y allí el rol de nuestros organismos estudiantiles y sindicales, se vuelve fundamental junto con otros sectores como las y los estudiantes y el pueblo mapuche. Concretamente preparar este paro junto a las compañeras y compañeros del centro cultural GAM, destacando el hecho de que las y los compañeros del GAM no sólo han puesto sobre la mesa la precariedad de su propia situación (en su última pelea por negociar colectivamente) Si no que también han denunciado la violencia del Estado contra el pueblo mapuche, colgando un lienzo de Camilo Catrillanca en el frontis del edificio. Levantaron al calor de la marea verde una campaña activa por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito y apoyaron la lucha de los trabajadores portuarios en Valparaíso. Incluso comenzaron a utilizar “chalecos amarillos” en referencia a la gran lucha que importantes sectores vienen dando en Francia contra los ataques de Macron.
Para que nuestra movilización del 8M haga temblar la tierra con nuestra fuerza, fortaleciendo así también el paro productivo y reproductivo que otros sectores plantean: te invitamos este martes 5 de marzo a las 18:30, la invitación es a reunirse y organizarse en el centro cultural GAM, en una gran asamblea preparatoria del día internacional de la mujer trabajadora. |