Durante su conferencia de prensa de este lunes, Andrés Manuel López Obrador presentó el plan de su administración para lo que llamó "el rescate de Pemex". Antes, insistió en que firmaría un compromiso de "no reelección", esto derivado de los señalamientos que suscitó la aprobación de reformas sobre revocación de mandato.
Obrador lanzó el llamado a "invertir, producir y competir"; aclaró que su gobierno respetaría los contratos firmados tras la reforma energética. "Necesitamos la participación del sector empresarial", insistió.
Es decir, el plan del gobierno es mantener la entrega al capital privado de los recursos energéticos de México. Las trasnacionales que se dedican al saqueo respiran tranquilas y las agencias calificadoras deben sonreír con indulgencia.
La exposición del proyecto estuvo a cargo de Octavio Romero Oropeza, director de Pemex. Estos son algunos de los puntos destacados:
- Oropeza realizó un recorrido de las cifras de producción , exploración y extracción de Pemex de 1960 a la fecha.
- Tras la reforma energética, la producción de barriles disminuyó, a pesar de la promesa de incrementarla. Con la caída de la producción, cayeron las reservas.
- Partiendo de que la exploración de aguas profundas resultó ser costosa y de pocos resultados (según la Comisión Nacional de Hidrocarburos), la prioridad del gobierno es la recuperación de la producción.
- La base de la administración obradorista para su plan es la inversión en infraestructura:
- Instalación de 20 campos nuevos, 16 en aguas someras del litoral de Tabasco y la zona de Campeche y cuatro en tierra, tres en Tabasco y una en Veracruz.
- Construcción de tres plataformas de perforación y ampliación de nueve.
- Instalación de 13 ductos, así como de una batería de separación y la optimización de una existente.
La titular de la Secretaría de energía, Rocío Nahle, ahondó sobre la situación de refinación de petróleo en México y anunció el inicio del proceso de licitación para la construcción de una nueva refinería en Tabasco.
Al igual que quienes le antecedieron, Nahle destacó la situación de abandono en que se encuentra Pemex y la falta de mantenimiento del sistema nacional de refinación. Anunció la rehabilitación de las refinerías, la cual estaría a cargo de los trabajadores de Pemex.
¿Y el adiós al neoliberalismo?
En estos días en que López Obrador se llena la boca de "posneoliberalismo" y que ha decretado la muerte del neoliberalismo, vemos todo ese discurso como un mero juego de palabras que se matiza en el terreno de la industria petrolera, pues las profundas medidas de los gobiernos anteriores para poner la infraestructura de Pemex y la riqueza energética del subsuelo mexicano al alcance de las grandes petroleras extranjeras, siguen vigentes y hoy el presidente "posneoliberal" le ha dedicado a éstas la frase tranquilizadora: "no se cancelarán contratos".
Y es que el discurso de López Obrador habla de la propiedad de la nación sobre el petróleo como si no hubiera una reforma energética que permite a la iniciativa privada, nacional y extranjera, explotarlo, desde su extracción hasta la comercialización de sus derivados, como la gasolina que se empezó a concesionar desde el año pasado a empresas extranjeras y el gas natural doméstico que regentean la española Gas Natural Fenosa y otras desde hace un par de décadas.
Como dijimos en otra nota: "En lugar de una política nacionalista consecuente de renacionalización de los recursos y la industria energética frente al saqueo de las petroleras, el programa de la cuarta transformación se limita al fortalecimiento de Pemex para hacerlo más competitivo."
Así, lejos de poner las riquezas del subsuelo al servicio de un plan de desarrollo nacional para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo pobre de este país en primera instancia, el rescate de Pemex que propone López Obrador será para hacerlo "competitivo", coexistiendo con las petroleras extranjeras, a las que les respeta las concesiones ya hechas en condiciones ventajosas para el capital extranjero, como facilidades de infraestructura, impuestos reducidos y salarios bajísimos.
En vez de romper con el neoliberalismo de sus antecesores, a pesar de su retórica progresista, López Obrador continuará con la obra de los gobiernos de Peña Nieto y Calderón de garantizarle el paso a la propiedad extranjera por encima de la soberanía nacional mexicana.
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