Esta mañana, López Obrador abrió su conferencia de prensa hablando de los bloqueos que realizó ayer el magisterio oaxaqueño (CNTE) en San Lázaro, y posteriormente en el Senado, para impedir que se dictaminara el Proyecto de Decreto sobre la reforma educativa elaborado por las comisiones unidas de Educación y Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados.

Dijo que, en ejercicio de sus derechos, se manifestaron maestros e impidieron que sesionaran en la cámara de diputados y la de senadores.

“Me dirijo a todos los trabajadores de la educación para que se deje de manifiesto que vamos a cumplir con nuestros compromisos. Somos consecuentes luchamos por la justicia y por una auténtica democracia.”

Hizo un recuento de sus posiciones sobre la reforma:

“Siempre dije que no estaba de acuerdo con la mal llamada reforma educativa y defendí a los maestro cuando querían imponer esta mal llamada reforma educativa, cuando inclusive querían imponerla con violencia, con el uso de la fuerza. Llamé a defender a los maestros en los momentos más difíciles.

Siendo presidente electo, en conferencia conjunta con el presidente Peña Nieto reafirmé mi convicción de cancela la reforma educativa.

Ya como presidente di instrucciones para la elaboración para una iniciativa para cancelarla.

Se consultó a maestros, padres, profesionales, a todas las corrientes del sindicato de trabajadores de la educación, a todos; y se presentó esta reforma que abroga, cancela la mal llamada reforma educativa y hace una propuesta nueva, distinta, para hacer valer la educación pública, gratuita, de calidad en todos los niveles.”

Para después, sutilmente y cuidadoso de las formas, comenzar la arremetida contra los maestros, desconociendo las causas de la movilización y descalificándola:

“De modo que considero que no hay razón, aunque existe el derecho libre a la manifestación, pero no hay argumento para sostener de que estamos incumpliendo con nuestra palabra y con nuestro compromiso. No se que motiva este movimiento.”

Como si la iniciativa presentada por él no tuviera elementos de continuidad neoliberal con la reforma de Peña Nieto, y como si esa iniciativa no hubiera sido además modificada, en un sentido regresivo, por las comisiones unidas de Educación y Puntos Constitucionales, preservando en el artículo tercero el régimen de excepción laboral para el magisterio.

De ahí, pasó a intentar dividir opiniones entre los maestros:

“Quiero que se debata sobre este asunto de manera abierta, al interior del movimiento magisterial, que lo hagan todos los trabajadores de la educación y de manera especial que se debata en el movimiento democrático magisterial, para que se defina una postura con claridad”.

Luego volvió al recurso con el que suele descalificar a los sectores que luchan:

“Porque esto es algo parecido a lo que suela pasar, que grupos que en apariencia son radicales, sus actitudes demuestran más su adhesión al conservadurismo, este es otro de los casos.”

Para después mostrarse abierto y democrático:

“Y decirles también a los que están tomando las instalaciones del Congreso, estamos abiertos al dialogo; tienen instrucciones para dialogar con ellos la secretaria de gobernación y el secretario de educación publica.

Segundo, darles la garantía de que no va a haber represión, que nosotros no somos represores, que no nos confundan, que no somos los mismos. Entiendo que hay un proceso de adaptación a las nuevas circunstancias, pero ya no es así.”

Recomendó además a los legisladores que si es necesario, para evitar cualquier provocación, que no sesionen.

Y como hizo con los maestros de Michoacán, que salieron hace unas semanas a luchar por el pago de salarios y prestaciones adeudadas, recurre ahora al intento de volcar a la opinión pública contra el magisterio:

“Que todos los mexicanos nos atengamos a la opinión pública, al criterio de los ciudadanos, que sean los ciudadanos los que decidan y califiquen si estamos bien en nuestras posturas, ya no hay posibilidades para la imposición ni para extremismos. Esta ciudadanía está muy politizada, entonces al debate, en las redes, las comunidades, los pueblos, al interior del magisterio, para hacer valer la democracia.”

Luego habló el titular de la SEP, Esteban Moctezuma, haciendo un punteo sobre el contenido de la iniciativa para la abrogación de la reforma educativa.

Dijo entre otras cosas que queda abrogado el texto constitucional previo. Sí, el problema es lo que lo sustituye, que en muchos aspectos es continuidad de la reforma de Peña Nieto y el Pacto por México.

Que se abroga la Ley del INEE y la Ley General del Servicio Profesional Docente. Es cierto, pero se crean una institución y un sistema análogos.
Que está el compromiso de reinstalación de los maestros cesados a raíz de la reforma. Sobre lo cual aún no hay avances.

Que las opciones de mejora para el magisterio están señaladas en el artículo tercero, y para lo que no se mejora se aplica el artículo 123 constitucional, apartado B. Algo que no está explicitado en la iniciativa pero que además oculta que lo regulado en el artículo tercero incluye también un proceso de selección para el ingreso.

Más adelante, en respuesta a la pregunta de una periodista, el secretario de educación leyó el texto sobre los procesos de selección para la admisión, la promoción y el reconocimiento, dejando claro que efectivamente se incorporan estos aspectos del régimen laboral del magisterio en el Apartado B del artículo 123. Pero lo hizo con la intención de mostrar que, en dicho apartado, se sugiere que la designación de personal se hará mediante sistemas que permitan apreciar los conocimientos y aptitudes, tratando de justificar que los normalistas, formados y acreditados por el Estado para ser maestros, no tengan derecho a una plaza automática a su egreso.

En su momento, López Obrador llamó a que los maestros de la CNTE presenten un pliego petitorio o sus inconformidades. ¿Sera que, mientras hace como que la iniciativa legislativa abroga efectivamente la reforma, quiere llevar a los maestros a un diálogo sin solución que conduzca al desgaste?