En un nuevo aniversario del golpe, la juventud volvió a decir presente de manera masiva en ambas convocatorias, demostrando que viene siendo un actor político que se organiza y ha construido una identidad política: una parte con el kirchnerismo siendo La Cámpora y Movimiento Evita los agrupamientos jóvenes más numerosos, y otra con la izquierda trotskista, especialmente con el PTS y el PO que con la conformación del FIT son los que vienen aportando las columnas juveniles más numerosas producto de una militancia más extendida.
Una mención aparte merecen las corrientes que oscilaron entre un apoyo a las medidas del gobierno (Patria Grande) y el coqueteo con la centroizquierda sojera (PCR/MST) que volvieron a mostrar un marcado retroceso en su capacidad de movilización. La contratara de este fenómeno la muestran los sectores opositores tradicionales, que no son un polo de atracción para la juventud y por eso fue la gran ausente en la movilización del 18F.
Una fecha con historia y peso en la juventud
El 24 de marzo es una fecha con 39 años de historia, que se ha logrado instalar como una de las movilizaciones más concurridas de nuestro país. Con el paso de los años la juventud se convirtió en una de las grandes protagonistas de esta fecha, sobre todo a partir del 2001 donde las movilizaciones, los piquetes, estuvieron en el centro de la escena política. Sin embargo, lo que solía ser una marcha unitaria contra la impunidad de ayer y de hoy, por el juicio y castigo a todos los responsables del golpe militar, se partió con la política del kirchnerismo de buscar la reconciliación con el ejército y los militares.
El General César Milani nombrado por Cristina al mando del ejército, y defendido por Anibal Fernandez, viene a coronar esta política que se ha ido profundizando con los años. De un lado los que peleamos por la aparición con vida de Julio Lopez. Del otro, funcionarios de un gobierno que no se cansaron de sembrar dudas sobre su desaparición. De un lado quienes enfrentamos la ley antiterrorista y su objetivo de criminalizar la protesta social. Del otro un gobierno con más de 5.000 procesados por luchar, con casos emblemáticos como los petroleros de Las Heras.
Tampoco es casual que en la marcha oficialista los grandes ausentes siempre sean los sindicatos, por el rol traidor que jugaron sus dirigentes sindicales en los 70, en la triple A y entregando a los milicos a militantes obreros. Pero con la izquierda, se movilizan los trabajadores, como los de Lear que se enfrentan al “fuera zurdos” del fascista SMATA de Pignanelli.
Esta división encuentra a una jóven generación militante que tomó dos caminos distintos y que, luego de más de 10 años de kirchnerismo, tiene planteado redefinir hacia dónde va a apuntar su identidad política y su militancia.
La juventud K frente al fin de ciclo
La nutrida convocatoria oficialista fue realizada bajo el lema “Defendamos las conquistas. Vamos por más democracia”. Difícil tarea de la mano de un militar acusado de participar en el genocidio, y maquillando los servicios de inteligencia con la nueva Agencia Federal de Investigación (AFI) que mantenie el mismo rol de espionaje y persecución contra los luchadores y la izquierda. Ante la incertidumbre que generan los últimos meses de gobierno de CFK, lo que sí es seguro es la determinación de seguir fortaleciendo el aparato represivo del estado en beneficio de la misma clase dominante que hace 39 años orquestó el golpe más brutal de la historia argentina.
¿Por qué los mismos empresarios que impulsaron el golpe en el ’76 son que hoy se siguen enriqueciendo como Blaquier? ¿Por qué multinacionales como Ford, que tenían en sus propias fábricas los centros de tortura y detención, son las favorecidas del “modelo”? ¿Por qué a 39 años del golpe ni el radicalismo ni el peronismo en sus distintas variantes han abierto los archivos de inteligencia para encontrar a todos los hijos de los desaparecidos? Un nuevo aniversario del 24 de marzo vuelve a dejar expuesto el rol del Estado y de sus funcionarios, la continuidad de su aparato represivo y de espionaje, su justicia y los intereses que defienden.
La izquierda y una nueva generación militante
Es contra ese mismo aparato estatal que se rebelan los jóvenes estudiantes y trabajadores que se referencian en las banderas de la izquierda trotskista, que supo plantarse como una posición independiente frente a estos 12 años de gobierno kirchnerista. Jóvenes obreros que empiezan a hacer sus primeras armas y a organizarse bajo las banderas de una izquierda combativa, que no se resigna frente a la miseria de “lo posible”.
Es en ese camino que los “indomables” de Lear y los trabajadores sin patrón de Madygraf (ex Donnelley) se fueron transformando en grandes emblemas de lucha este año, porque han dado pequeños pero importantes pasos en reconstruir una nueva tradición militante de izquierda en las fábricas. Junto a ellos, nuevas camadas de jóvenes irrumpen en la política organizados con sus centros de estudiantes, como los de las facultades de Sociales, Filosofía y Psicología de la UBA. Peleando por un movimiento estudiantil que se una a los trabajadores, que cuestione y enfrente a un régimen universitario comandado por personajes como el ex vicerrector Richarte, proveniente de los servicios de inteligencia del Estado, con complicidad de sus funcionarios radicales, kirchneristas y del PRO.
Esta nueva generación de jóvenes obreros y estudiantes es la que dijo presente en la marcha de la izquierda este 24, y lo hizo mayoritariamente en la columna del PTS, que es el partido del FIT que más viene siendo parte orgánica de estos procesos de lucha, donde se destacan jóvenes obreros de Lear, Madygraf, aeronáuticos, Kraft, Liliana de Rosario, metalúrgicas de Córdoba.
Los desafíos de la juventud
En el fin de ciclo kirchnerista, con un próximo gobierno que se prepara para ajustes contra el pueblo trabajador, la disputa en la juventud se agudiza. La decadencia del relato kirchnerista se hace más evidente con una militancia que deberá decidir si está dispuesta a convivir con Milani o Berni que, como Macri, propone el uso de pistolas taser para perfeccionar la represión. Del otro lado, una fuerza que está creciendo aglutinada en el Frente de Izquierda, gana simpatía y se abre paso entre la juventud trabajadora y estudiantil.
La juventud está en la disyuntiva de ser la cobertura “por izquierda” de la reconciliación con el aparato represivo, o embarcarse en la oportunidad y el desafío de construir una alternativa militante con la izquierda que enfrente el discurso conformista y derrotista del kirchnerismo de que esta democracia es lo máximo a lo que se puede aspirar, aunque siga triunfando la impunidad, el gatillo fácil, aunque millones de trabajadores tengan que dejar su vida en las fábricas sin poder siquiera soñar con una vida mejor. La juventud tiene que preparar otro porvernir, mostrando con sus batallas que es la generación a la que le corresponde otro futuro. |