Este viernes Anita Tijoux subió a su historia Instagram un pequeño texto en el que dejó en claro su visión sobre el feminismo en medio de un movimiento de mujeres que avanza en todo el mundo y que, particularmente en Chile, se manifestó este 8M con una de las movilizaciones más grandes a nivel mundial con más de 400mil asistentes sólo en Santiago.
En este contexto se masificaron debates: ¿a qué feminismo adherir? ¿tiene que ser anticapitalista? ¿tiene que ser con o sin hombres? ¿el movimiento de mujeres tiene que tomar otras demandas como, por ejemplo, la desmilitarización de la Araucanía?
La derecha chilena ha respondido erráticamente, primero rechazando el llamado a huelga del pasado 8M, luego felicitando hipócritamente la convocatoria mientras bombardeaban con columnas en periódicos que negaban la posibilidad de ampliar las demandas sumando otras que fueran más allá de la lucha por la violencia machista y de género (como la violencia que ejerce el Estado contra el pueblo mapuche, también a mujeres y niños). Es que son ellos los principales responsables de nuestra opresión.
Luis Larraín, director ejecutivo de Libertad y Desarrollo, escribió en una columna para El Mercurio que “en Chile los discursos feministas a menudo van acompañados de una retórica que excede con mucho el ámbito de la discriminación que las mujeres sufren en sus hogares, lugares de trabajo. Así por ejemplo, escuchamos términos como sociedad hetero patriarcal, neoliberal o capitalista, repetidos sin mucha reflexión y se les atribuyen, sin fundamento, los problemas que sufren las mujeres.”
Su apología al capitalismo como emancipador de la mujer la sostiene invirtiendo el viejo dicho “todo tiempo pasado fue mejor”, afirmando que “las mujeres han ganado mucho terreno, convirtiéndose en unas de las principales beneficiarias de la modernización capitalista. Su calidad de vida, refrendada en indicadores demográficos y de salud entre otros ha mejorado sustancialmente y lo ha hecho a una velocidad mayor que la de los hombres.”
Pero nosotras sabemos que no existe progresividad continua, esa utopía es una y otra vez rechazada tan solo con echar una vista gorda por la historia reciente de Chile. También sabemos que cada uno de los derechos se ha conquistado con lucha.
Con la dictadura militar, que el mismo Luis Larraín defiende, se abolió el derecho al aborto en tres causales que sólo fue legislado nuevamente el año 2017 en pleno auge de la lucha feminista y como forma de contención (por parte de la Nueva Mayoría) de una demanda mayor: la lucha por el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito. Recién el 2004 en Chile, en uno de los países más neoliberales en Latinoamérica, se repuso el derecho al divorcio. La historia de la lucha de las mujeres y nuestras conquistas están ligadas a los procesos de la lucha de clases, sus avances y retrocesos, revoluciones y contrarrevoluciones.
Pero la cantautora no se limita a Chile denunciando a mujeres que fueron delatoras en dictadura como “la flaca Alejandra”, habla también de Margaret Tatcher y Marine Le Pen, dos reconocidas mujeres de la derecha internacional.
Y bueno, tenemos los suficientes argumentos para afirmar por qué también ellas y sobre todo ellas son responsables. Larraín cita el estudio Impact of Economic Freedom and Women´s Well-Being, del Instituto Fraser de Canadá, que, según él, “demuestra que las mujeres que viven en países con mayor libertad económica tienen más y mejores oportunidades.” Pero, ¿a costa de qué? De la explotación de pueblos oprimidos y sus recursos naturales. Lo cierto es que su propia afirmación viene a demostrar no sólo los perjuicios del capitalismo contra las mujeres, también del imperialismo, donde los enormes fenómenos de migración, el trabajo precario y en negro tienen rostro de mujer.
Es cosa de ver el acuerdo recién firmado del TPP 11 donde las principales ganadoras son las trasnacionales al prohibir el derecho a huelga, establecer el dominio de la semilla por parte de las grandes empresas y favorecer el monopolio farmacéutico.
No se puede hablar de violencia contra las mujeres sin pensar en la explotación laboral, los sueldos de hambre y las pensiones que relegan sobre todo a las mujeres a una vejez indigna en un mundo de creciente feminización del trabajo. Y de esto hay responsables: no es sólo el sistema capitalista, neoliberal o heteropatrialcal (y, sumaría, el imperialismo a la orden del día con la injerencia de Trump en Latinoamérica), son los Luis Larraín, pero también, las Isabel Plá, Cecilia Morel, la ministra de educación Cubillos, es decir, las personas de carne y hueso quienes sostienen este sistema.
Las palabras de Anita Tijoux contra la derecha rayan la cancha a quienes durante años han querido apropiarse de la lucha de las mujeres que ha conmocionado la sociedad. Y habla del feminismo que tenemos que abrazar si es que abogamos por la emancipación de todas las mujeres de la opresión y la explotación: un feminismo de clase, internacionalista, anticapitalista y, agregaría, socialista y antiimperialista. |