Estamos a escasas 24h de que finalice la campaña electoral. Como venimos sosteniendo desde Izquierda Diario y la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras, este 28A no habrá entre las papeletas disponibles ninguna fuerza que represente una verdadera alternativa para la clase trabajadora, la juventud y las mujeres. Analizamos aquí las cinco principales claves de la campaña que concluye, la cita electoral del domingo y las tareas del día después.
Tres proyectos para apuntalar un Régimen en crisis
Si dejamos a un lado la posibilidad de que el reparto de escaños del domingo no cierre y se tenga que ir a nuevas elecciones, como pasara en 2015, podemos decir que tres son los posibles escenarios de las elecciones del 28A. Las diferencias entre ellos son innegables, pero de igual manera su gran elemento en común. Estamos ante tres recetas distintas para conseguir apuntalar e intentar cerrar por arriba la profunda crisis que atraviesa el Régimen del 78.
El proyecto de Casado, Rivera y Abascal busca emular lo ocurrido en Andalucía. Un acuerdo a tres para darle continuidad y radicalizar el proyecto de restauración reaccionaria que se puso en marcha en el otoño de 2017 tras el discurso de Felipe VI el 3-O y la aplicación del 155.
En frente está el posible acuerdo entre Sánchez e Iglesias, por el que Unidas Podemos viene trabajando abiertamente. Se trataría, como reconoció el mismo Iglesias en los debates, de conservar lo que hay. De ahí su abierta defensa de la Constitución del 78 y el abandono de cualquier propuesta de reforma. Se nos vende como el “mal menor” un proyecto que incluye seguir negando el derecho a decidir, dejar hacer a la reaccionaria Judicatura en su carrera liberticida y mantener una política económica supeditada al acuerdo con los socialistas.
La tercera salida es la favorita del IBEX35 y una parte del establisment, aunque de entrada es la que más lejana parece. Sería la del acuerdo entre Sánchez y Rivera, una salida conservadora que, aunque sin alcanzar los niveles de histrionismo de la receta PP-Cs-Vox, trataría de mantener el status quo con una combinación de algunos gestos superficiales de regeneración y mano dura en cuestiones claves como la catalana.
El IBEX35 y la Troika seguirán sentados en el Consejo de Ministros
En el terreno de la política económica, fiscal y social podemos afirmar que no hay ningún gran banquero o CEO con insomnio durante estos días. Todos ven que en lo fundamental sus intereses y privilegios están a buen recaudo.
Las fuerzas de la derecha tratan de generar una cierta base social a su posible gobierno tras un discurso ultranacionalista, machista y racista. Un intento de recrear una legitimidad suficiente para meter por la ventana una agenda de ajustes y reformas neoliberales muy ofensiva. El éxito de esta operación estaría por verse, los precedentes de gobiernos reaccionarios con problemas para aplicar esta agenda -como el vecino Macron- así lo atestiguan.
El PSOE ha tratado de venderse como la alternativa social, haciendo bandera de algunas de las mínimas medidas de su gobierno. Oculta tras esta cortina de humo el hecho de lo que se ha negado a hacer, como la derogación de las contrarreformas laborales o de pensiones del PP o el que en todo momento haya mantenido la prioridad del pago de la deuda y el cumplimiento del artículo 135 de la Constitución. Pero lo que es peor, quiere que olvidemos el currículum de este partido de las grandes empresas españolas, que desde González a Zapatero siempre ha atendido las peticiones de ajuste y reformas de la CEOE y la Troika. Si los aires de desaceleración se mantienen, y más aún si se transforman en una nueva recesión, a Sánchez no le temblará el pulso para ser él quien aplique los ajustes como ya hiciera ZP de 2010 en adelante.
Unidas Podemos ha defendido en esta campaña algunas propuestas que han levantado cierta expectativa entre muchos sectores populares. Como el impuesto a la banca para recuperar los 60.000 millones del rescate o la intervención del mercado inmobiliario para bajar los precios del alquiler. Sin embargo, tanto estas como otras propuestas, como la rebaja de la edad de jubilación o la derogación de la reforma laboral del 2012, quedan en mera declaración de campaña cuando a continuación se nos dice que estarán sujetas a la aceptación nada menos que del PSOE: el partido del pensionazo, la reforma del artículo 135, las reformas laborales y las puertas giratorias. Como se vio con la negociación de los Presupuestos, Iglesias se prepara para ser la muleta de un gobierno que en ningún caso se propone incomodar a los grandes capitalistas para poder resolver los problemas de desempleo, precariedad o vivienda.
Las demandas democráticas catalanas y el fin de la represión seguirán haciéndose esperar
Sobre la cuestión catalana el bloque monárquico de 2017 se encuentra ahora dividido. La derecha, a la que se suma Vox marcando agenda, propone una anulación de facto de la autonomía catalana y el apoyo firme a la carrera represiva que encabeza la Judicatura.
El PSOE no saca los pies del plato en lo principal, la negación del derecho a decidir, aunque limita aplicar otro 155 a una nueva, e improbable, etapa desobediente de los dirigentes de ERC y el PDeCAT. Estos por su parte siguen su curso de retorno al autonomismo, y ya han manifestado que serán parte de los apoyos que pueda necesitar Sánchez para ser investido.
Sin embargo, el PSOE, como buen partido de Estado, sigue sin abandonar el chantaje represivo como moneda de negociación, dirigiendo a la Abogacía del Estado que hoy es parte de la acusación del juicio del procés y que está comenzando a imputar a heridos del 1-O para fortalecer la tesis de la sedición.
Podemos se opone con la boca cada vez más pequeña a la política de su posible futuro socio. Su propuesta de “referéndum pactado” con el mismo PSOE que comparte banco en el Supremo con Vox suena cada vez más ridícula. Y la denuncia al juicio y la represión ha salido completamente de su discurso. Se preparan para ser ministros de un gobierno que acatará respetuosamente la sentencia de un juicio farsa al pueblo catalán.
El fortalecimiento de una extrema derecha hija legítima del Régimen del 78
Con todo el arco tan corrido a la derecha ¿A alguien le puede sorprender el ascenso de la extrema derecha de Vox? La formación de Abascal no solo nace de las entrañas del PP, sino que es hija legítima del Régimen del 78 y expresión hasta el final de la receta restauradora que apoyaron desde el PP hasta el PSOE tras el otoño catalán.
Que Podemos en ese periodo avanzara en su integración en el régimen, en especial tras convertirse en los ministros sin cartera de Pedro Sánchez, renunciara a ponerse al frente de un polo en el resto del Estado en apoyo a Catalunya y a pelear de forma independiente por un programa que diera solución a los grandes problemas sociales por encima de los intereses de las grandes empresas, dejaba el espacio libre para que la agenda la marcasen las tendencias más reaccionarias.
Independientemente de si la derecha logra formar gobierno o se mantiene en la oposición, es muy posible que estas tendencias sigan incrementándose. Repetir las recetas del “mal menor”, de ser el socio-muleta de los social-liberales y los defensores de una Constitución que es vista como la piedra angular de una democracia corrupta y para ricos, no será ningún freno.
La necesidad de una izquierda anticapitalista y de clase
Tras la convocatoria de las elecciones, desde la CRT, hicimos un llamamiento público a Anticapitalistas y la CUP, para que se pusieran al frente de impulsar una candidatura capaz de ofrecer una alternativa anticapitalista y de independencia de clase, tanto al “mal menor” del PSOE como a las direcciones burguesas y pequeñoburguesas catalanas. Lamentablemente los primeros optaron por mantenerse en un apoyo a las listas de Unidas Podemos, que sostienen a pesar de su abierta voluntad de integrar un gobierno con el PSOE, y los segundos optaron por no concurrir a las elecciones generales.
Sin embargo, más allá de estas elecciones, dicho llamamiento expresaba una necesidad política que sigue plenamente vigente: la de construir una extrema izquierda que pelee por un programa anticapitalista y ponga en el centro el desarrollo de la movilización y autoorganización obrera y popular para poder imponerlo y acabar con el Régimen del 78.
Como sosteníamos en nuestra delcaración política “Para lograr frenar las tendencias más reaccionarias, de las que Vox solo es su máxima expresión, y todos los intentos de colarnos una nueva regeneración del Régimen del 78, no hay otro camino que poner en pie una extrema izquierda de clase, con un programa anticapitalista, cuyo centro de gravedad sea la lucha de clases. Una tarea estratégica que implica asumir el combate contra la burocracia sindical que hoy divide y paraliza el movimiento obrero como una tarea fundamental, así como la vinculación y confluencia con el movimiento de mujeres, la juventud antimonárquica o el movimiento democrático catalán, en la perspectiva de construir la fuerza política y social que se pueda proponer verdaderamente “tomar el cielo por asalto” y expropiar a los expropiadores”. Esta seguirá siendo la tarea principal del día después del 28A. |