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29 de abril de 2019 Twitter Faceboock

1º de Mayo: de los Mártires de Chicago a la Reina del Trabajo
Ricardo Palmadessa | Enfoque Rojo

El Día Internacional de los Trabajadores en Argentina se transformó de homenaje clasista y jornada de lucha internacionalista desde fines del siglo XIX, en la Fiesta del Trabajo del peronismo desde la década de 1940.

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Desde su instauración como Día Internacional de los Trabajadores en 1889, el 1° de mayo tuvo un carácter internacionalista, de homenaje a los Mártires de Chicago y a las luchas de la clase trabajadora en todo el mundo. En 1890, hubo actos en cientos de ciudades de Europa y Estados Unidos. En Buenos Aires, una concurrencia de entre 3000 a 7000 obreros (según la fuente) asistió al primer acto del Día Internacional del Trabajador en América Latina. En 1909, la concentración en esta ciudad fue reprimida ferozmente por la policía, con un saldo de una decena de muertos, lo que dio inicio a la Semana Roja, una huelga general con masivas movilizaciones de una clase obrera en pleno ascenso. Un año después, el acto organizado por la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) convocaría 70.000 personas.

Con flujos y reflujos, los actos del 1º de mayo siguieron movilizando a obreros socialistas y anarquistas, reivindicando la pertenencia a la clase trabajadora y a su lucha internacionalista y anticapitalista, empalmando con el ascenso obrero europeo durante la segunda década del siglo XX. El avance de los sectores reformistas (los sindicalistas y socialistas en los años 20, y el PC desde los 30) y la burocratización de los dirigentes, transformaron las jornadas de lucha en actos democráticos y de colaboración de clase. Estas direcciones desarmaron ideológicamente a los trabajadores, dejando el terreno fértil para que el peronismo impusiera desde 1946 su Fiesta del Trabajo y la Lealtad.

"Sea este 1° de Mayo la fiesta de un gobierno y de un pueblo de trabajadores, fiesta de hermanos que se reúnen en este acto en un abrazo sincero de argentinos, sin distinción de jerarquías, ni de castas, ni de clases. Todos iguales, con los mismos derechos y las mismas obligaciones, frente a la Patria y frente a la historia", decía Perón en 1948 desde el balcón de la Casa Rosada, fiel a la filosofía paternalista peronista: la máxima “de casa al trabajo y del trabajo a casa” llama a la pasividad, despolitizando a la clase. El Gran Conductor fue en realidad el Gran Contenedor, manteniendo desmovilizados a los trabajadores, mediante el desplazamiento y la persecución de los activistas de izquierda en los sindicatos.

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El clima de festejo instalado en esos actos que el peronismo expropió a la tradición del internacionalismo proletario, se acentuaba con la participación de músicos populares, bandas sinfónicas, bailes y desfiles de carrozas, e incluían la elección de la Reina del Trabajo. La llegada del peronismo al gobierno significó por un lado las grandes conquistas que cambiaron la vida de millones de trabajadores. Y por el otro Perón y sus dirigentes sindicales, convenciendo a aquellos de que ya no era necesario luchar ni hacer huelgas, porque con el General como presidente iban a tener todo lo que necesitaban. Así fue que tampoco se los convocó a luchar para defender esas conquistas, ante el golpe de 1955.

La foto de portada ilustra el multitudinario acto del 1º de mayo de 1974. Recuerdo haber visto esas imágenes por televisión, y escuchar las palabras del presidente Perón en el que iba a ser su último discurso: “...a través de estos veinte años las organizaciones sindicales se han mantenido inconmovibles, y hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más méritos que los que lucharon durante veinte años. Por eso compañeros, quiero que esta primera reunión del Día del Trabajador sea para rendir homenaje a esas organizaciones y a esos dirigentes sabios y prudentes que han mantenido su fuerza orgánica, compañeros que han visto caer a sus dirigentes asesinados, sin que haya todavía tronado el escarmiento…”

Con doce años no entendía qué significaba ni a quiénes llamaba imberbes, y aún no se sabía qué alcance iba a tener el escarmiento para los que habían asesinado al líder cegetista José Rucci meses atrás. Perón se apoyaba claramente en la derecha del movimiento, y esa velada amenaza a su ala izquierda tomaría forma concreta con la creación bajo su mandato de la Triple A. Ante las palabras del general, las grandes columnas de la Juventud Peronista y de Montoneros, que venían interrumpiendo el discurso con cánticos de tono crítico (¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa general, está lleno de gorilas el gobierno popular! – ¡Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical!) empiezan a retirarse de la plaza cantando ¡Aserrin, aserrán, es el pueblo que se va!

La foto de esa última plaza con Perón muestra el fin de la ilusión de la patria socialista. La gran bandera con la leyenda: Fiesta del Trabajo y La Unidad Nacional, significa festejemos junto al patrón que nos explota. El peronismo tuvo desde su origen la conciliación de clases como eje de su política. El Pacto Social que Perón trajo en su regreso al país en 1973 fruto de su acuerdo con la dictadura de Lanusse, fue la expresión política de esa idea. Perón nuevamente en escena, esta vez para contener el ascenso de la lucha de clases que salió a las calles en el Cordobazo, en 1969.
El peronismo de hoy, en sus distintas variantes, sigue siendo fiel a esa tradición anticlasista, aunque la degradación ideológica del movimiento avanzó al ritmo de la deuda externa. Mientras en los 60 y los 70 toda una generación daba la vida por Perón, hoy el ala progresista del peronismo muestra como triunfo haber arreglado paritarias a la baja en el gremio docente en Buenos Aires, y propone como plan económico de un futuro gobierno una renegociación con el FMI, planteando como posible una salida a la portuguesa ocultando que los costos de la crisis en Portugal los están pagando los trabajadores.

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Los actos del 1º de mayo, cuando los hubo, mantuvieron el contenido de festejo y de unidad de trabajadores y empresarios nacionales. La CGT se ha cuidado de mantener la fecha lo más alejada posible de un día de lucha. Bajo su dirección el Día Internacional del Trabajador se ha transformado en los últimos setenta años en un homenaje al trabajador explotado, en la fiesta de la apropiación por parte de una minoría del trabajo excedente producido por la mayoría de asalariados.

Mientras la CGT continúa la tregua con el gobierno orientando el descontento popular hacia las urnas de octubre, los gremios del transporte en un hecho insólito, han decretado una huelga para el feriado del próximo 1º de mayo. Los sindicatos kirchneristas por su parte, han llamado a un paro para el martes 30.
Frente a esto el PTS en el FIT convoca a un acto del Día Internacional del Trabajador en la tradición clasista y de lucha que ha tenido esa fecha desde 1890, con las consignas: Derrotemos al FMI, Macri y los gobernadores en las calles. Paro activo de 36 horas y plan de lucha.

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Nunca hubo nada para festejar, menos aún ahora, que frente al desastre al que nos lleva el macrismo de la mano de los gobernadores con el plan del FMI, la alternativa que nos plantea el kirchnerismo para los próximos años es más FMI.

Nos vemos el martes en la plaza.

 
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