La semana pasada el juez de Garantías de La Plata Jorge Moya Panisello dio curso a un pedido de extradición realizado por la fiscal Cecilia Corfield, a cargo de la investigación del capítulo local del caso Provolo, el instituto para niños sordos cuyas sedes de la capital bonaerense y de Luján de Cuyo (Mendoza) fueron manejados por una banda de curas pedófilos durante décadas con la complicidad de la jerarquía eclesiástica argentina.
La fiscal Corfield pidió que el sacerdote José Eliseo Primati, de 82 años, sea traído a Argentina y quede detenido, acusado de tres hechos de “abuso sexual simple agravado por su condición de ministro de culto religioso”, además de “exhibiciones obscenas” y “promoción de facilitación de la corrupción de menores agravada”.
El juez platense también ordenó la detención del cura Nicola Corradi, de 85 años, bajo los cargos de “abuso sexual simple agravado por su condición de ministro del culto católico y encargado de la guarda, por el grave daño en la salud de la víctima y reiterado cuando menos en tres hechos; y abuso sexual con acceso carnal agravado reiterado por lo menos en cinco hechos en su calidad de partícipe necesario”. Por cargos similares Corradi ya está detenido en Mendoza desde fines de 2016.
La orden de detención se completa con un exdocente de informática del Provolo de La Plata, Jorge Brítez, que tuvo sobrado contacto con niños durante años, acusado de “abuso sexual simple agravado por su condición de guardador o educador; abuso sexual con acceso carnal en cinco hechos y corrupción de menores”. Según trascendió, el lunes Britez fue detenido en Jardín América, provincia de Misiones, y sería trasladado a La Plata para ser indagado por la fiscal.
Es la primera vez que se producen pedidos de detenciones para curas y empleados de la sede platense del Provolo. El expediente que hoy lleva adelante la fiscal Corfield se abrió luego de que a fines de 2016 se desatara el escándalo en Mendoza, pero estuvo durante mucho tiempo en manos del fiscal Fernando Cartasegna, extitular de la Unidad Fiscal nº 4 de La Plata, especializada en pedofilia y trata de personas, hoy de licencia psiquiátrica, quien mantuvo la causa inactiva en un momento crucial: sus inicios.
Primati no es el único “refugiado”
Como se sabe, tanto Corradi como el cura Horacio Corbacho antes de instalarse en Luján de Cuyo pasaron muchos años en la sede del Provolo de La Plata, ubicada en las calles 25 y 47 de la capital bonaerense. De hecho en la causa que sigue la fiscal Corfield se determinó que Corradi cumplió uno de los máximo cargos en la sede platense entre 1970 y 1997. De allí hay sobrevivientes de abusos, hoy adultos, que relataron sus historias en sede judicial y también en entrevistas periodísticas en La Izquierda Diario y otros medios.
Hace casi dos años este diario publicó un artículo en el que se detallaban parte de los abusos cometidos en Italia por uno de los curas del Provolo, que no es ni Corradi, ni Corbacho ni Primati y que también pasó largos años en La Plata y hasta se nacionalizó argentino: Giovanni Granuzzo.
En aquel artículo de julio de 2017 se informaba, por un lado, que Granuzzo había sido repatriado en 2014 a Verona (donde funciona la sede central de la congregación religiosa del Provolo); y por otro lado se daba el dato de que José Primati aún se encontraba “trabajando” en la sede de La Plata, bajo el amparo de sus superiores eclesiásticos, particularmente por el arzobispo (hoy emérito) Héctor Aguer.
A Granuzzo lo mandaron a su Italia natal dos años antes de que estallara en Luján de Cuyo el escándalo que llevó a la cárcel a Corradi y Corbacho. Pero en el caso de Primati, por quien hoy se pide su extradición, la decisión de sacarlo de Argentina se tomó cuando el caso mendocino ya estaba muy avanzado y cuando en La Plata ya se había abierto una causa paralela y varias víctimas y testigos ya habían declarado en sede judicial, nombrándolo como uno de los abusadores.
Fuentes conocedoras de la vida interna del Provolo confirmaron a este diario que el octogenario cura Primati se fue de La Plata a fines de 2017. Y, como todo el mundo sabe, ningún cura se mueve de ciudad, de país ni de continente sin el visto bueno de sus superiores tanto de congregación, como de diócesis y de episcopado. Menos aún cuando sobre ese cura pesan acusaciones tan graves como la de violación de menores y su nombre circula por los medios.
Borrar pruebas hasta que no se note
Según pudo reconstruir este cronista, las autoridades de la sede del Provolo de La Plata (en comunicación permanente con el Arzobispado) tuvieron todo el tiempo que quisieron para “desarmar” la escena en la que durante décadas se habrían cometido infinidad de crímenes sexuales.
Desde hace meses, con Granuzzo y Primati ya muy lejos de Argentina (y muy cerca del Vaticano), el Arzobispado platense viene haciendo varios cambios de fondo en la “Escuela para niños sordos Antonio Provolo de La Plata”, buscando trastocar por completo el lugar sobre el que víctimas y testigos relataron secuencias estremecedoras.
Eso sí, todo a espaldas de gran parte del personal del Instituto, a quien se le ocultó desde los motivos de la huida de los curas que hacía añares vivían allí hasta cambios en el tradicional edificio.
En el instituto ya ni siquiera está Gustavo Chamorro, el joven cura nacido en Berisso que dirigió el colegio hasta no hace mucho tiempo y que, según se sospecha, se instaló en alguna parroquia del interior de la provincia.
El año pasado, una vez que la escuela se quedó “sin curas”, como afirman las fuentes, el Provolo pasó a ser directamente regenteado por al Arzobispado de La Plata, a cargo de monseñor Víctor Fernández. La idea fue sacar a la sede de la órbita de la congregación nacida en Verona y extender el uso de las instalaciones para la Universidad Católica de La Plata, perteneciente a la diócesis de la capital de la provincia.
Así, lo que era el viejo salón comedor para estudiantes sordos ahora es un aula de la Ucalp y las fuente aseguran que la escuela está siendo pintada y restaurada, especialmente la zona de jardín del infantes. Se especula que la idea del Arzobispado es transformar al instituto en una escuela privada común, lo que obviamente da más dividendos a las arcas divinas.
Otra cosa que, según las mismas fuentes, ya hizo el Arzobispado platense fue vender una imponente casa que la congregación del Provolo tenía en la localidad bonaerense de Valeria del Mar, donde no se descarta que también se hayan producido abusos sexuales por parte de la banda de Corradi, Corbacho, Primati, Granuzzo y Giuseppe Spinelli. Este último, vale decir, aparentemente fallecido en Mendoza luego de desatarse el escándalo, pero sobre cuyo cuerpo, misteriosamente, aún se desconoce el destino.
Mientras corre el pedido de extradición para la posterior detención de José Eliseo Primati, resta saber si la fiscal Cecilia Corfield tiene en carpeta nuevos procesamientos y pedidos de detención.
Vale decir que candidatos no faltan. Es nutrida la cantidad de cómplices que permitieron tanto que esos curas arruinaran decenas (si no cientos) de vidas de niños y adolescentes durante décadas como que una vez denunciados busquen su “salvación” terrenal a como dé lugar.
Entre los primeros de la lista se encuentra nada menos que la plana mayor del Arzobispado de La Plata, tanto de la gestión conservadora de Héctor Aguer como de la actual gestión “progre” y “campechana” de Víctor Fernández.
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