Donde dije “digo”... digo que la reforma laboral del PP no se derogará y que fue todo un acierto. El presidente del gobierno en funciones ya lo adelantó en su breve legislatura de 10 meses en la que no tocó ni una coma. En la campaña electoral se mantuvo en la posición de retirar los aspectos “más lesivos” de la misma, sin concretar nunca a qué se estaba refiriendo.
Ahora podemos decir que ya es oficial. En esta legislatura el PSOE se propone mantener esta gran conquista para la CEOE y el IBEX35. En el Programa Nacional de Reformas presentado a la Comisión Europea para anunciar sus planes económicos para los próximos años no hay ni una sóla línea acerca de la posible derogación.
Peor aún, el ministerio de Economía presenta el inicio de aplicación de la reforma de Rajoy en 2012 como un punto de inflexión que habría permitido una importante bajada del desempleo y la rebaja del paro estructural. Uno de los éxitos que el PSOE presenta a la Comisión Europea es que a pesar de la creación de ocupación de estos últimos años, la remuneración de los asalariados siguió creciendo por debajo de la inflación. Es decir, que la clase trabajadora sigue perdiendo salario real.
A lo más que se ha comprometido Sánchez es a elaborar un nuevo Estatuto de los Trabajadores, en acuerdo con patronal y burocracia sindical, que tendrá como principal medida una simplificación de los tipos de contrato a tres -indefinido, temporal estructural y formativo- y la vaga promesa de reforzar la negociación colectiva.
Un plan que dejaría intactas las medidas pilares de la reforma del 2012, como el fin de la ultractividad automática de los convenios, de la preeminencia de los de mayor rango de aplicación o las manos libres para externalizar o imponer la figura de “falso autónomo” en cada vez más sectores.
Pero además es una música a la que hay que ponerle letra. Por ejemplo, la simplificación de contratos se acerca mucho a la propuesta de contrato único que plantea Cs. Es decir, y dados los antecedentes del PSOE en aplicar reformas laborales antiobreras desde los años 80, que es muy posible que nos cuelen en nombre de la lucha contra la dualización del mercado laboral –entre fijos y precarios- una igualación a la baja.
Unidas Podemos, hoy se lamentan de que Sánchez incumpla la promesa que hacía cuando era el líder la oposición a Rajoy. Sin embargo, esta indignación es toda una impostura. Conocieron de primera mano en la negociación de los Presupuestos las intenciones del PSOE. Allí Sánchez se negó a cuestionar tanto la reforma de Rajoy como, por supuesto, la de Zapatero de 2010 que abarataba el despido – aunque esta última Podemos también ha dejado de cuestionarla-. Aún así, eso no fue óbice para que Iglesias y Garzón suscribieran todo un pacto de legislatura con Sánchez.
A pesar de ello, en campaña han seguido vendiendo durante la campaña electoral que por medio de un nuevo acuerdo con los social-liberales se podría tirar abajo la que fue la medida estrella del PP para liquidar los convenios y permitir la mayor caída de salarios y pérdida de condiciones laborales en décadas.
La burocracia sindical de CCOO y UGT se quieren presentar ahora como exigentes frente al posible nuevo gobierno Sánchez. En las manifestaciones del 1º de mayo demandaron la derogación de la reforma laboral. Pero al mismo tiempo reforzaron las ilusiones en el mismo partido que quiere mantenerla, alentando a que se forme un “gobierno de izquierdas” con el partido que ya han bendecido el IBEX35 y la CEOE a la cabeza.
Son las mismas direcciones sindicales que llevan de “vacaciones” desde que Rajoy impuso dicha reforma. Desde 2012 se han negado a convocar ni una sola medida de lucha para lograr echarla atrás o que los conflictos de empresas y sectores en contra de su aplicación pudieran coordinarse y vencer. Ahora alientan a la clase trabajadora a mantenerse como un convidado de piedra, a la espera de que desde un nuevo gobierno “progresista” se tenga a bien legislar en contra de los intereses y lo avanzado por la patronal en esta década de ajustes y contrarreformas.
Tanto el neorreformismo de Podemos que aspira a tener asiento en el Consejo de Ministros, como la burocracia sindical, coinciden en dos cosas. Ambos aspiran a ser la muleta del gobierno del “mal menor” y ambos rechazan de plano la única vía para poder revertir 10 años de retroceso y avanzar en hacerle pagar la crisis a los grandes capitalistas: la organización y movilización de la clase trabajadora.
Pelear por desenmascarar y destronar a la burocracia sindical y construir una izquierda anticapitalista y de clase, son dos tareas capitales para oponer una alternativa a la extrema derecha y al “mal menor” que ha sabido aprovechar la amenaza de Vox para vender, con la ayuda de Unidas Podemos, un nuevo gobierno del turno que tratará de consolidar lo fundamental de las políticas pasadas por el gobierno de Rajoy.
Frente a estas direcciones políticas y sindicales es necesario que la izquierda sindical, los sectores combativos dentro de CCOO y UGT, la izquierda que no quiere ser el furgón de cola de un nuevo gobierno de los neoliberales “progres” del PSOE, junto a la juventud, el movimiento de mujeres y los sectores obreros que vienen organizándose y luchando, trabajemos para poner en pie un gran movimiento desde los centros de trabajo y estudio, que rodee de solidaridad y ayude a coordinar todas las luchas en curso, que pelee por la derogación de las contrarreformas y ajustes de estos últimos años y por un programa que resuelva los problemas de paro y precariedad sobre las ganancias de los capitalistas. |