Desde el Frente Amplio y el PC surgieron críticas por la presencia de los hermanos Sebastián y Cristóbal Piñera Morel, en la gira Asiática del Presidente de la derecha empresarial Sebastián Piñera. Criticas que no se limitan solo al viaje en sí, sino que también a las actividades realizadas por los hijos del mandatario.
La participación de los hermanos Piñera Morel en un encuentro de líderes de grandes empresas tecnológicas en Shenzhen, China, ha sido el eje de la polémica, conociéndose los antecedentes de la creación de una empresa de Tecnología Financiera un mes antes del viaje. El Presidente Piñera, conocido por sus negocios que bordean los límites de la legalidad (e incluso los sobrepasan), al parecer traspasó sus enseñanzas a sus descendientes, considerando el aprovechamiento de la gira presidencial para que su familia amase su fortuna aún más.
Desde la oposición parlamentaria, no solo se limitaron a las críticas mediáticas, sino que también a solicitudes a Contraloría para la fiscalización de los gastos del viaje, por lo que a su llegada al país, Piñera inmediatamente salió a responder las acusaciones, “aclarando” que el viaje no fue financiado por el Estado, y que sus hijos no participaron en reuniones oficiales, solo fueron parte de una reunión informativa como oyentes. La idea de Piñera con esta declaración oficial en La Moneda, es la de cerrar abruptamente el episodio que significo un “autogol” comunicacional para el Gobierno.
Pero, es de preguntarse si lo ocurrido con los hermanos Piñera Morel es un hecho aislado, o es parte de una lógica, no solo de la derecha, sino que de los partidos tradicionales del régimen de aprovechar sus posiciones tanto en La Moneda como en el parlamento para obtener réditos económicos y políticos. Con Piñera, la situación no se limita a sus hijos, sino también al resto de parientes, como lo es su primo y mano derecha, el cuestionado Ministro Andrés Chadwick, quién ha mantenido su cargo en el Ministerio del Interior a pesar de su responsabilidad política en el asesinato de Camilo Catrillanca por parte del Comando Jungla, y con un ejemplo entre variadas situaciones, de cómo el Ministro posicionó a su hijo Andrés Chadwick Costa en un puesto menor en La Moneda con un sueldo millonario.
La situación no se limita al Gobierno de los “tiempos mejores”, sino que ha sido una tónica histórica de la política chilena, teniendo el ejemplo reciente de la debacle del gobierno de Bachelet posterior al conocimiento del Caso Caval y de cómo su hijo Sebastián Dávalos junto a su esposa Natalia Compagnon utilizaron sus influencias para obtener financiamiento por parte del multimillonario empresario Andrónico Luksic (quién también fue parte de la gira presidencial de Piñera por Asia) para la compra irregular de terrenos en la comuna de Machalí. Otro ejemplo “histórico”, pero del que aún perdura su legado, es del traspaso de SQM por parte del dictador Augusto Pinochet a su yerno Julio Ponce Lerou, quién luego se transformaría en el financista de la política tradicional chilena.
Es evidente que el nepotismo no se limita al clan Piñera o a la derecha empresarial, y como año tras año se repiten los mismos apellidos dentro de la conformación política tanto en el gobierno como en el parlamento. Estos mismos políticos son los que realizan reformas para su propio beneficio y el de sus aliados los grandes empresarios, por lo que medidas como fiscalizaciones por Contraloría son completamente insuficientes ante una lógica dentro de la política tradicional chilena.
Inclusive, ante hechos ilegales (con ejemplos como PENTA, SQM, CAVAL), las medidas judiciales han sido mínimas, con simples arreglos entre las partes, o limitados a multas por debajo de lo ya obtenido por los acusados, y que sigue demostrado el doble trato por parte de los jueces, existiendo una justicia para los ricos y otra para los pobres. El viaje de los Piñera Morel, es solo la punta de un iceberg de nepotismo, corrupción y tráfico de influencias que la corrupta casta política chilena ha logrado mantener por décadas.
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