Ayer se cumplieron 40 años de la asunción de Margaret Thatcher como primera ministra británica.
La Dama de Hierro inauguró un ciclo de contrarreformas económicas y sociales, con ataques a conquistas del movimiento obrero, privatizaciones de sectores públicos y desregulaciones del mercado financiero y especulativo. Su mayor éxito fue la derrota de las grandes huelgas mineras de 1984/85, lo que consolidó su poder. Su otro gran éxito fue el triunfo en la guerra imperial colonialista de Malvinas en 1982, con la ayuda de Ronald Reagan, quien había asumido el gobierno de Estados Unidos el año anterior. “Maggie, qué hemos hecho...” cantaba Roger Waters en el disco The final cut, grabado por Pink Floyd luego de terminada la guerra.
Esta avanzada neoliberal comenzada por Thatcher en 1979 y continuada por Reagan, fue coronada por la caída del muro de Berlin en 1989 y la restauración capitalista en la ex Unión Soviética y los países del este de Europa. "El capitalismo tiene una base moral... para ser libre hay que ser capitalista", decía Thatcher dos años antes de asumir el máximo cargo en el gobierno del Reino Unido.
Este auge del capitalismo tuvo su punto de inflexión en la recesión de 2008 con la explosión de la burbuja financiera, una crisis económica mundial comparable a la Gran Depresión de 1929, resuelta gracias al salvataje de Obama, pero aún inconclusa. La idea de capitalismo asociada al progreso y a la solución a todos los problemas de la economía y del mundo, voló por el aire. Lo estamos viviendo de cerca en América Latina, donde el boom de los gobiernos "progresistas" abrió paso a fuertes ajustes y contrarreformas que estamos sufriendo en carne propia.
Tal vez esto explique lo que está ocurriendo en los Estados Unidos: según recientes encuestas, el 44% de la juventud estadounidense preferiría vivir en un país socialista. Los millenials, que no vivieron la guerra fría, ni el derrumbe del llamado socialismo real, pero sí la crisis del 2008, ven con simpatía a candidatos que se proclaman socialistas, como Bernie Sanders o la joven Alexandria Ocasio Cortez. Este fenómeno se refleja en el crecimiento del DSA (Democratic Socialists of America), un partido socialdemócrata que llama a votar a Sanders para las próximas elecciones, y que creció de 5000 a 50000 miembros en los últimos años. Aunque está claro que éste socialismo no resulta una amenaza, ya que propone como mucho algunas reformas tributarias y redistributivas, es decir humanizar al sistema.
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Pero lo cierto es que los capitalistas están preocupados por los efectos que puedan devenir de la crisis. "Si observamos a la derecha y a la izquierda del espectro político, lo que estamos viendo es la llegada de la lucha de clases", dijo el multimillonario Alan Schwartz en la Milken Institute Global Conference 2019, una reunión de 4000 magnates en la que el centro de la discusión fue saber si "la supremacía del capitalismo está amenazada por el socialismo". Los dueños del mundo están discutiendo cómo convencernos de que el capitalismo aún funciona.
Mientras tanto, la pantalla de TV mostraba otro sábado, el número 25 de los chalecos amarillos marchando en París y otras ciudades francesas.
Hoy la foto no los mostraría riéndose a carcajadas, seguramente. |