El Círculo Rojo |
Cristina y Sinceramente: desengrietar hasta que aclare
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El discurso de la expresidenta en la Feria del Libro y algunas definiciones de “Sinceramente” fueron analizadas en el editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los domingos de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos, 89.9. |
Link: https://www.laizquierdadiario.com/Cristina-y-Sinceramente-desengrietar-hasta-que-aclare
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Un día Cristina Fernández volvió y ocupó el centro del escenario político. Fue el jueves pasado en la presentación de su libro Sinceramente, justamente en la Feria del Libro de Buenos Aires. Si uno se pone en su lugar y lo analiza desde su óptica, hizo un discurso perfecto. Un tono conciliador casi minimalista, guiños para todos y todas, especialmente para los factores reales de poder, una convocatoria a los acuerdos, a tender puentes, a la tranquilidad y a la calma general. Sus detractores políticos o mediáticos por derecha quedaron, como se dice, “pedaleando en el aire” o como esos boxeadores a los que un habilidoso contrincante les saca el cuerpo y terminan dando golpes al vacío. Lanata y Wiñazki en TN escupiendo rabia o Eduardo Feinmann en América que se queda ridículamente mudo cuando ve a su patrón, Daniel Vila, aplaudiendo a Cristina.
Todo esto desde su punto de vista y en el orden de lo táctico o meramente electoral. Ahora, voy a plantear algunas reflexiones desde nuestro punto de vista, que como se sabe bastante diferente y que, creo, hacen a cuestiones más estratégicas.
Un paréntesis para algunas aclaraciones, sobre todo con aquellos o aquellas simpatizantes de Cristina que se ofuscaron un poco con algunas críticas de La Izquierda Diario. Daban algunos argumentos medio insólitos y de dos tipos:
1) Más básico y elemental: Sinceramente es palabra de Dios, es la Biblia o el Corán y el discurso de Cristina en La Rural fue su traducción perfecta. Como Macri está rompiendo todo (y los resultados de la elección de Córdoba demuestran que el rechazo es amplísimo), entonces frente a lo que diga Cristina sólo se puede pronunciar una palabra: Amen. Bueno, no. Somos laicos, y es curioso que se los tenga que recordar alguien de la izquierda a la que siempre acusaron de “mística” o “religiosa”.
2) El segundo argumento para evitar la crítica era más formal: Si no habló de determinadas cuestiones en el discurso (como por ejemplo, el FMI) fue porque “era la presentación de un libro”, como si se tratara de un libro de poesía gótica y no un texto político desde el principio al fin y su presentación un acontecimiento político en el sentido cabal del término.
Despejando esos debates, planteo a modo de reflexión algunas cuestiones que se desprenden del discurso y del libro (que estoy leyendo atentamente), que tienen una coherencia y que suponen definiciones de orden ideológico, político e histórico.
La definición más importante fue la convocatoria a un “pacto social ciudadano”. Antes de ir al contenido, llamo la atención sobre un desplazamiento ideológico que se está naturalizando: ya no es el un poco más confrontativo pueblo vs. antipueblo (ni hablar de clases sociales) que era el lugar de enunciación cuando se intentaba gobernar a la Argentina contenciosa del pos-2001, sino el más descafeindado y conciliador “ciudadanos” que apareció en la elección de 2017 -de hecho le da nombre a la coalición política- y que ahora se reafirma. Puede parecer una cuestión menor y algunos de los argumentos dicen que responde al espíritu de época, que con el uso de esa terminología duranbarbista fue como ganó Macri y que por lo tanto hay que apropiársela. Pero el espíritu ideológico no brota de la naturaleza, sino que se construye. La ideología de los “ciudadanos” que aparece como que fuéramos todos iguales pese a que algunos son mucho más iguales que otros, es parte de la concesión a la estrategia despolitizadora de las derechas.
En segundo lugar, una cuestión simple y de orden fáctico, empírico: todos los pactos o contratos sociales realmente existentes a lo largo de la historia fracasaron. Con mayor razón en tiempos de crisis y ni que hablar en momentos de derrumbe como el que vivimos. El más conocido (y sobre esto hay varias notas en nuestro diario) fue el del tercer gobierno peronista, cuyos documentos incluso citó la expresidenta, tanto en el discurso como en el libro. No fracasó porque no se encontraron los canales adecuados del diálogo entre empresarios responsables y trabajadores racionales; fracasó porque ese entendimiento era imposible. Porque para que sobrevivan los intereses de unos había que liquidar los intereses de los otros. La historia dio ese veredicto de manera muy trágica.
En tercer lugar, para darle fundamento a esta orientación se vuelve rascar en el fondo de la olla donde se cocinó el mito de la “burguesía nacional” progresiva o progresista, y se intenta reponer el nombre que representó el costado empresario de aquel fracaso: José Bel Gelbard. En Sinceramente incluso lo coloca como distinto y opuesto a Paolo Rocca de Techint. La operación político-ideológica en este caso es convocar a creer en la posibilidad de empresarios buenos, progres, nacionales y populares; cuando en la vida real lo que existen son los que se guían por su propio interés y que en un país con una crisis como la que padece la Argentina, significa básicamente que pierdan las grandes mayorías.
Pero además, hay un pequeño detalle ¿qué rol va a jugar el Fondo Monetario Internacional que tiene ocupado el Ministerio de Economía en un eventual pacto o contrato de estas características?
En la referencia a esas experiencias de los años setenta también es llamativo el desplazamiento simbólico y los distintos énfasis. En Sinceramente reivindica el documento que lleva el título de Modelo Argentino presentado por Perón el 1° de Mayo de 1974, sin hablar de lo que pasó aquella misma tarde cuando los Montoneros se van de la Plaza. O tampoco se detiene hechos como Ezeiza, en las redes circuló la tapa de un periódico del peronismo de base contra el “Pacto Social”. Las identificaciones y los símbolos a veces dicen mucho: del setentismo, Cámpora y las “provincias montoneras” como las llamó la historiadora Alicia Cervetto del kirchnerismo de los orígenes, al Pacto Social y José Bel Gelbard. Del partido de la contención al partido del orden.
Y esto lleva a una última cuestión, muy relacionada con todo lo demás, en la página 81 del libro dice que los “gobiernos populares” necesitan del apoyo de los trabajadores y a modo de reflexión asegura que “tampoco deja de ser una paradoja digna de mayor análisis el hecho de que finalmente, al “brujo” López Rega lo terminó echando lo que se había anatematizado como a la ‘burocracia sindical’”. Lo que es, de mínima, una confusión histórica y de máxima una interpretación falsa deliberada. La dirigencia sindical llama a la huelga (las famosas jornadas de Junio y Julio de 1975 luego del plan que se conoció como Rodrigazo) porque si no lo hacía podía terminar un poco peor que tan sólo “anatematizada”. Y en la página 287 explica en relación a la experiencia de su gobierno que “una crítica recurrente de ciertos sectores de izquierda en la Argentina hacia nosotros es que durante nuestros gobiernos bancamos a todos los dirigentes sindicales que están desde hace siglos en los gremios y que apoyaron privatizaciones y entregas durante el menemismo. Cuando los escucho, pienso qué hubiera pasado si además de luchar contra todos aquellos sectores de poder con los que nos enfrentamos, sumábamos la discusión con el sector sindical". No sé lo que hubiera pasado, porque básicamente nunca estuvo en su programa. Lo que sí es seguro es que Macri hizo todo lo que hizo (entre eso, que pierdan y mucho los trabajadores y las trabajadoras) gracias a los buenos servicios que les brindó esa gerontocracia que hace siglos que ocupa los sindicatos con la ayuda de todos los gobiernos, sin excepción.
Algunas conclusiones y que siga el debate: del nuevo intento de revivir el mito de una “burguesía nacional” o el nacimiento de un inexistente empresariado bueno y con la espada de Damocles del FMI sobre la cabeza, de pactos o contratos que jamás funcionaron nunca en ningún lugar y de la mano de bancar a dirigentes fueron pilares del orden macrista, sinceramente, es muy difícil que el país encuentre un destino favorable a los intereses de las grandes mayorías. |
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