A nivel nacional se alzó la bandera LGTBI+ en diversas casas de estudio, entre ellas la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Incluso, otras instituciones como La Moneda, hipócritamente se sumaron a la conmemoración del día, siendo el Gobierno de Piñera uno de los principales sostenedores junto con la Iglesia de la discriminación que vive la diversidad sexual.
Fue en este marco que los estudiantes de Derecho de la Universidad Católica solicitaron autorización a la Secretaria General de la Universidad, la cual negó el permiso argumentando que “sus autoridades tienen el deber de velar porque una manifestación de la legítima libertad de pensamiento no pueda ser estimada como una provocación para quienes sustentan pensamientos distintos igualmente respetables”.
Y añadió: “Una cosa es debatir y reflexionar en el plano de las ideas, pero otra muy distinta es exhibir símbolos que pudieran ser estimados como tal provocación al interior de una comunidad que desea desarrollarse en paz y armonía”
Los estudiantes denunciaron esta situación, que a todas luces muestra lo conservador que aún se mantiene dentro de la educación, que a pesar de que en algunas casas de estudio se ha avanzado en derechos a la diversidad sexual, con paros y tomas, como fue el reconocimiento a las personas trans de su nombre social en las instituciones, no ha sido suficiente para barrer con todo vestigio de discriminación, pues aún podemos ver el rol de la Iglesia en liceos y universidades.
No es casual que el Gobierno de la derecha de Sebastián Piñera lo tomara para lavarse la cara en su más alta desaprobación desde que asumió su mandato, pues cómo olvidar sus declaraciones frente a la adopción homoparental - y que post 8M debió cambiar totalmente su discurso: “Lo mejor para el niño es que lo reciba una familia donde exista el padre y madre. Porque esas dos figuras son parte de la naturaleza”.
La lucha y movilizaciones de la diversidad sexual permitieron avances dentro de la legalidad, poniendo en algunos países capitalistas el fin de leyes discriminatorias, el derecho al matrimonio igualitario, entre otros. Esto a la par, que la ofensiva neoliberal también nos precarizaba más aún. La inclusión, por ejemplo, al mundo laboral, vino acompañado de los peores empleos y salarios.
Es por esto que la diversidad sexual no puede dar ningún derecho por conquistado. Las instituciones de Gobierno intentan cooptar nuestras luchas, y desviarla a la negociación de nuestros derechos en un lobby parlamentario con un Estado que no tiene más que ofrecer su -falsa- “tolerancia” a cambio de nuestro silencio. A esto se ha dedicado por años sectores que pactan con los gobiernos de turno como el Movilh e Iguales.
La diversidad sexual no puede confiar en el Gobierno y en aquellos que quieren cooptar nuestras luchas e institucionalizarlas. Debemos unirnos junto a la clase trabajadora y luchar juntes por un programa que enfrente al capitalismo, por la transformación radical de esta sociedad que no tiene nada que ofrecernos y merece pasar al basurero de la historia. |