Presentamos una entrevista a un joven trabajador español, delegado del sector de comida rápida, Telepizza, que viene organizando a un sector de la juventud trabajadora en este difícil sector caracterizado por la precariedad y los bajos salarios. Sara Povo entrevista a Asier Ubico.
Sara Povo: –Este mes se cumplen 4 años desde que conseguisteis un Comité de Empresa para los trabajadores en Telepizza Zaragoza, así como de tu readmisión después de haber sido despedido por impulsar la organización sindical en la empresa ¿Podrías contarnos como fue aquél proceso?
Asier Ubico: –Todo empezó a raíz de mi despido en 2010 cuando intentamos organizar en la empresa la huelga general del 29S. Nosotros ya habíamos denunciado entre los compañeros y compañeras el convenio basura que teníamos, cosa que la empresa no toleró, y no tardó en darme puerta. En este marco, organizamos junto a compañeros del Sindicato de Estudiantes de Izquierdas (SEI) y de Clase contra Clase, organización en la que milito desde su fundación en 2006, una campaña que arrancaba con mi readmisión, pero que estaba ligada al derecho a organizarnos y tener un comité de empresa, y por la vuelta al convenio de Hostelería. Fue una enorme campaña en frente único que levantamos con todas las organizaciones sindicales, estudiantiles y vecinales de la ciudad, con los que organizamos multitud de concentraciones. Conseguimos que vinieran trabajadores de multitud de empresas, de OPEL, de HP, de TUZSA, de Johnson Control, estudiantes, profesores… Hasta catedráticos de la Universidad de Zaragoza firmaron un Manifiesto solidario con nosotros. El apoyo de trabajadores y estudiantes impactó mucho en los jóvenes trabajadores de la empresa que no esperaban esa solidaridad de obreros veteranos de la edad de sus padres.
A la vez, pacientemente, organizamos pequeñas asambleas clandestinas con los trabajadores y trabajadoras de distintas tiendas, para pelear dentro por conseguir un comité de empresa y seguir luchando por volver al convenio de Hostelería, entre otras demandas. Con ellos formamos una lista de candidatos a través de CCOO para presentarnos a las elecciones sindicales que finalmente logramos imponer. Lo bueno y nuevo fue que incluso en la candidatura estábamos también trabajadores afiliados a CGT, lo que queríamos, más allá de las siglas, era luchar por ese programa de reivindicaciones que nos unía para enfrentar la precariedad. Pero no nos hacíamos ilusiones con la burocracia sindical que había firmado precisamente sacarnos del convenio de Hostelería en el 94 en Telepizza, para crear uno nuevo (Delivery) que acabó con todas las conquistas que teníamos. Sin embargo, los trabajadores queríamos formar parte del sindicato porque a pesar de sus direcciones burocráticas y vendidas sabíamos y sabemos que no tienen nada que ver con las decenas de miles de afiliadas y afiliados a CCOO, y que tarde o temprano podríamos confluir con ellos y defenestrar a esos mismos dirigentes vendidos.
–¿Y cómo reaccionó la burocracia sindical de CCOO a vuestro intento de organizaros y pelear por un programa que cuestionaba sus políticas de aceptación de la precariedad laboral?
–Esta experiencia, en un ambiente laboral en el que no había luchas obreras y sin apoyos dentro de CCOO, fue rápidamente boicoteada por la burocracia sindical desde la federación estatal y regional. Cuando sacamos un panfleto de la candidatura exigiendo la vuelta al convenio de Hostelería. En este momento nos exigieron renunciar, si queríamos seguir en la lista de CCOO, a las consignas de mi readmisión y la de la vuelta a Hostelería, algo a lo que la mayoría de los trabajadores se negaron, puesto que eran los pilares fundamentales de nuestra lista. Ahí los compañeros y compañeras hicieron una experiencia gigantesca, porque no llegaban a “creerse” que la burocracia pudiera hacer aquello, contra los que simplemente estábamos hartos de tanta precariedad. Vieron en la práctica aquello que los que teníamos un poco más experiencia les veníamos advirtiendo: que no podíamos fiarnos de la burocracia sindical y debíamos preparados para posibles maniobras como aquella.
Así que en mitad del proceso electoral nos organizarnos en CGT. Y bueno, no nos fue nada mal. La empresa, por su parte, amenazaba a los trabajadores y les metía miedo contra nosotros. A la vez que le ponía los candidatos a la lista de UGT (que junto a CCOO firmó todos los retrocesos en la empresa durante 15 años), sacamos un 30 % de los votos en las elecciones sindicales. En ese sentido, más que los votos, lo que realmente conquistamos fue el derecho de los trabajadores a organizarse, a tener un comité de empresa desde donde los trabajadores combativos pudiéramos seguir peleando por la vuelta al convenio de Hostelería. Y no solo eso, al mes siguiente de las elecciones, ganamos el juicio por mi despido y logramos otra victoria con mi readmisión definitiva.
–Son muy pocos los sectores de trabajadores precarios que logran organizarse sindicalmente como vosotros lo habéis hecho en Telepizza. Hay quienes incluso sostienen que los precarios deben organizarse por fuera de los sindicatos. ¿Qué opinas de estas teorías sobre “el precariado” que se han puesto tan de moda en los últimos años?
–Primero hay que decir que es un hecho que la patronal avanzó enormemente en dividir a los trabajadores y trabajadoras, en fijos, temporales, subcontratas, etc. Aunque objetivamente hoy la clase trabajadora no solo es la mayoría de la población, sino que juega un rol aún mayor en el funcionamiento de la economía y los negocios de la burguesía, su fragmentación es mucho más profunda que hace décadas. Pero a mí me hace gracia, cuando hay quienes ponen como ejemplo del precariado “impotente” y “fragmentado” a la joven reponedora del Mercadona, para explicar que ya no sirve que los trabajadores se organicen para luchar en sus centros de trabajo. Es paradójico, pues esta trabajadora junto a sus 220 mil compañeras generan el 60 % de la cuota del mercado de las distribuidoras al por mayor. Y sin contar que todo esto depende de los cientos de obreros y obreras de la industria alimentaria, del transporte y de la logística que une los centros industriales con las grandes ciudades, que dependen de esta distribución. ¿Cómo se puede negar la necesidad de organizar y defender a la juventud obrera precaria, junto al resto de trabajadores, cuando somos una fuerza fundamental para “torcerle el brazo” a los mismos accionistas y Fondos de inversión? Es una ceguera total. En primer lugar porque la unidad de nuestras filas es un problema estratégico para nosotros. Pero además porque niega los intentos de diversos sectores de trabajadores, tanto de los sectores tradicionales (metalúrgico, automovilístico, minería, etc.) como del sector “servicios”, como los profesores, los médicos, los informáticos, o de luchas muy duras, como las de los trabajadores de la alimentación de Panrico y Coca-Cola, de unificarse con otros sectores, al mismo tiempo que recurrían a los “viejos” métodos de la huelga, los piquetes, la caja de resistencia y las asambleas soberanas para enfrentar los ataques. Recientemente hemos visto el enorme movimiento huelguístico de los trabajadores de comida rápida en Estados Unidos, las movilizaciones de los precarios de McDonalds en Granada, en Madrid o en el Burger King de Asturias con importantes victorias.
Las teorías sobre el “precariado” que consideran a este como una suerte de “nueva clase social”, separada del conjunto de la clase trabajadora, en última instancia defienden que tenemos que resignarnos a estar aislados y fuera de los sindicatos. Dejan a la burocracia sindical, aliada a la patronal y al régimen político que campe a sus anchas, dividiendo a los trabajadores en diferencias salariales, en subcontratas, dividiendo las luchas, etc. A la vez que se niega a organizar a la juventud con un programa que combata la precariedad y se una, en la lucha, a las demandas de los trabajadores mejor pagados, que ahora quieren llevarlos también al nivel de los precarios. Nosotros hemos demostrado, en la medida de nuestras posibilidades, que no somos una clase social aparte como sostienen algunos. Desde aquí y en otros ámbitos decimos y demostramos día a día que, aunque la juventud precaria seamos uno de los eslabones más débiles de la clase obrera, junto con las mujeres y los inmigrantes, no somos algo aparte, somos lo mismo y nuestra unidad con los sectores con más tradición puede generar una fuerza enorme en la lucha por transformar el sistema.
–¿Y cómo han sido estos cuatro años?
–El resultado electoral que obtuvimos fue modesto por las razones que explicaba al principio. Nunca consideramos que iba a ser “un camino de rosas”. Los trabajadores se tienen que enfrentar a miles de presiones por parte de la patronal. No somos optimistas ingenuos. Después de cuatro años hemos podido avanzar poco en conquistas laborales. Aunque es imposible avanzar en conquistas laborales si al mismo tiempo no se avanza en la organización, unidad y experiencia, y es allí donde pudimos avanzar más. Durante estos años dimos importantes batallas contra distintos despidos o planes de ajuste en la empresa, impulsando en pequeña escala nuestra política por recuperar las herramientas propias de la clase obrera, permitiéndonos confluir con sectores de compañeras y compañeros que iban haciendo una experiencia con la empresa y la burocracia sindical, a la vez que intentamos ligarnos a las principales luchas obreras que había en el estado.
En 2011 impulsamos el Encuentro de la Juventud Trabajadora con los que formamos la Comisión del Movimiento Obrero del 15M donde peleamos por unir a los trabajadores con el movimiento del 15M y que jugó un papel importante en la Huelga de FCC en Zaragoza. Desde 2012-2013 luchamos contra los ajustes de la empresa donde impulsamos pequeñas asambleas de trabajadores y exigimos que “sus deudas no las pagamos” y “por la apertura de los libros de contabilidad” de los accionistas. A la vez, participamos de la lucha y las asambleas de los profesores y la huelga minera donde peleamos por una Coordinadora obrera de todas las luchas. A finales de 2013 luchamos contra el despido de David, despedido por ser referente de lucha en su tienda esto nos sirvió también para conocer y organizar a más trabajadores.
Mientras tratamos de organizar desde Zaragoza la solidaridad con los fenomenales trabajadores de CCOO de Panrico. Así pudimos confluir con sectores del movimiento obrero que se negaban a aceptar el programa del “mal menor” de las direcciones sindicales, junto a la magnífica lucha de los espartanos y espartanas de Coca-Cola, también de CCOO. Nos volcamos a la solidaridad con la lucha de los informáticos de HP, con los que tenemos una relación de apoyo y solidaridad hace años y hubo un intento de confluencia muy importante que promovimos con la unión de los jardineros de FCC a los piquetes de los informáticos
En 2014 volvimos a salir a la lucha en solidaridad con un compañero que sufrió un grave accidente y por la mejora de la protección de los repartidores. A través de reuniones y asambleas, organizamos la primera huelga parcial de la historia del Telepizza, en la que jóvenes trabajadores sin tradición de lucha hicieron una experiencia gigantesca, recuperando los métodos clásicos de la lucha de clases. Poco después organizamos el primer Encuentro de Trabajadores con trabajadores de Coca-Cola, Panrico, FCC Parques y Jardines, Hewlett Packard y nosotros, donde los trabajadores contaron las impresionantes experiencias de lucha contra la patronal y la burocracia sindical, y organizaron el apoyo a la huelga en el Telepizza.
Lamentablemente lo hicimos solos y a contracorriente. Si esto fuera tomado a gran escala por todos los sindicatos, se podría empezar a sentar las bases para recomponer al movimiento obrero. Pero todos estos intentos han sido boicoteados por la burocracia sindical, no ya a nivel de nuestra empresa, sino en el conjunto del movimiento obrero que intenta maniatar, desmoralizar y aislar al conjunto de los trabajadores, lo que demuestra que nuestra lucha no puede darse de forma aislada. Y desgraciadamente tanto la “izquierda” institucionalizada del régimen político como la “izquierda” que defiende las teorías del precariado, no hace absolutamente nada por crear más Telepizzas, por enfrentar a la burocracia sindical, por animar a los trabajadores y trabajadoras a recuperar sus propias herramientas de lucha, por hacer una experiencia con ellos muy importante, por muy costosa que sea.
–Por todo esto que comentas, ¿qué relación encuentras entre lo que estáis intentando vosotros en Telepizza y la situación general en el movimiento obrero?
–Muchísima. Que la juventud precaria consiga conquistas depende de que el movimiento obrero en general avance en las luchas y que se establezca una alianza. Por eso, hemos intentado por todos los medios participar y apoyar las principales luchas obreras del Estado como te explicaba antes. Ahora bien, esto no va a ser posible generalizarlo si no se barre con la burocracia sindical de los sindicatos y los comités de empresa. Porque aísla las luchas de los sectores más organizados y con más tradición, para después cargar sobre nuestros hombros la crisis de los patrones, a la vez que impide que la juventud precaria se organice y pelee contra la precariedad laboral.
¿Qué paso en estas décadas? Que mientras la burocracia mantenía algunas conquistas de un pequeño sector de los trabajadores, firmaba las reformas laborales que traían los contratos basura, la subcontratación y las ETTs para la inmensa mayoría de la clase obrera. Pero ahora la patronal (con la ayuda de la burocracia sindical) quiere acabar con las conquistas de los sectores mejor pagados. Y es en este contexto que se están dando las condiciones para que los trabajadores de más tradición hagan una experiencia con la burocracia sindical que nos está llevando a la miseria absoluta… La juventud ya lleva años. Por eso para nosotros es tan importante que los trabajadores acaben con estos dirigentes vendidos que nos dividen y precarizan, para poder empezar a recuperar la unidad de los trabajadores y enfrentar los recortes. En este sentido, nuestra lucha está ligada a la necesidad de recuperar los sindicatos en manos de los dirigentes vendidos, sea el sindicato que sea.
Es imposible predecir de qué manera y bajo qué ritmos y tiempos puede suceder esto. Una muestra de un salto importante fue la lucha de los trabajadores de Panrico que, en contra de todos los obstáculos que le imponía la mayoría del comité de empresa y las federaciones de CCOO, recuperaron las mejores tradiciones del movimiento obrero imponiendo las asambleas soberanas para frenar las mil y una maniobras de los dirigentes sindicales que querían acabar con la huelga. Y en medio de esta impresionante lucha fue clave la unidad con los trabajadores de Coca-Cola.
Por otro lado, también se empieza a ver sectores dentro de los sindicatos que comienzan a cuestionar la política de las direcciones sindicales, como lo hemos visto en el Encuentro que organizó “Ganemos CCOO” en Madrid, a la cual, trabajadores de Telepizza acudimos a mostrar nuestro apoyo, junto a compañeros de Panrico y Coca-Cola.
–¿Qué relación ves entre esta situación en el movimiento obrero y la situación política general?
–Creo que en 2011, con el 15M y el movimiento de la juventud en las plazas, fue un punto de inflexión muy importante, porque por primera vez se cuestionaba el bipartidismo político del PPSOE, que era una expresión de todas las penurias que sufre la juventud. Esas demandas por un futuro digno no tuvieron salida para imponerlas, pues los sindicatos se negaron a apoyar con la fuerza del movimiento obrero estas movilizaciones, y a éstas solo acudían trabajadores de manera diluida. Por otro lado, la izquierda política que apoyaba las movilizaciones tampoco planteó una política de confluencia entre los trabajadores y la juventud. Pero si en 2011 solo se cuestionaba ese bipartidismo político con los cánticos “no nos representan”, fue luego, con las movilizaciones del 25S “Toma el Congreso”, que algunos sectores comenzaron a cuestionar al conjunto del régimen del 78 y comenzó a hacerse popular la idea de un proceso constituyente para superarlo.
Todo esto en medio de escandalosos casos de corrupción que pringaban tanto a la Casa Real, como al Gobierno y todos los partidos del régimen. De nuevo la burocracia sindical fue a la ayuda de todos ellos, negándose a tomar estas importantes demandas democráticas. Junto a esto se fueron avalando los acuerdos entre sindicatos, gobierno y patronal que permitieron que la reforma laboral se aplicara, que significaba que la patronal pudiera acabar de un plumazo con las conquistas obreras que aún se mantenían. En ese marco se dieron impresionantes huelgas contra los recortes públicos como la grandísima lucha de los mineros, o la de los profesores, los médicos, junto otras tantas huelgas, que, de hecho, era una lucha contra las consecuencias de la firma de esos acuerdos y la política de pacificación de los dirigentes sindicales. Pero cada lucha y huelga fue abortada, desviada o aislada por la burocracia sindical.
Yo creo que en el último período, sin embargo, se ha ido instalando la necesidad de pasar “de lo social a lo político”. Lo cual es un salto muy bueno respecto algunos sectores del 15M, porque permite pensar la relación entre las movilizaciones y los partidos políticos, y la necesidad de las herramientas políticas que los oprimidos podemos construir para llevar adelante nuestras demandas. En este contexto se desarrollan de manera asombrosa proyectos políticos como Podemos o Ganemos. Pero este proceso también tiene su contracara, ya que hay una enorme expectativa en que los problemas sociales y democráticos puedan resolverse meramente por la vía electoral y dentro de los marcos institucionales del régimen político. Esto no es muy diferente al reformismo de la vieja socialdemocracia (la del PSOE y la de PCE-IU), aunque es mucho más light, por decirlo de algún modo. Y creo que es una ilusión pensarlo así pues la mayoría de las demandas populares y democráticas no tienen cabida en este régimen.
–¿Cómo crees que estos nuevos proyectos políticos abordan la cuestión obrera y especialmente la juventud trabajadora?
–Muchos compañeros y compañeras que están asqueados con el PPSOE tienen ilusión en estos proyectos, pero también sana desconfianza. Y cuando profundizamos en debates esa desconfianza crece. Porque, por ejemplo, Podemos hizo un caballo de batalla la denuncia de la “casta política”, pero no denuncia a la “casta sindical” que es igual de corrupta y que ha estado firmando las reformas y acuerdos laborales con los distintos Gobiernos y aplicando la precariedad laboral, los recortes y los despidos… Los 6 millones de parados son un duro ejemplo de esa política. El régimen no podría haber aplicado absolutamente ni un solo recorte si no tuviera a la burocracia sindical como su principal apoyo. Ya todo el mundo sabe de qué maneras se lo han pagado, con tarjetas black y sobresueldos. Por eso no entiendo la completa omisión que se hace sobre todo esto… El régimen político es también el “régimen sindical” del 78. ¿Es por que los dirigentes de Podemos esperan llegar a un acuerdo con ella o un sector de la burocracia sindical? Pero si no es así, la falta de una denuncia a la casta sindical va a permitir (si no lo está haciendo ya) que se sumen a estos proyectos políticos para lavarse la cara y seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora. Muchos burócratas de los despachos sindicales han acabado en los despachos de IU, del PSOE o del PP.
Pero tampoco hay una denuncia a la “casta universitaria”, una institución prácticamente medieval en la “era del conocimiento”, que ha mantenido prebendas y vive con las grandes multinacionales en los Consejos Universitarios, que vienen aplicando el Plan Bolonia que esta elitizando la escuela pública y echando a miles de estudiantes, mientras una institución tan reaccionaria como la Iglesia Católica, que recibe millones de dinero público y patrimonios urbanos, hace negocio con la educación y niega a nuestras compañeras el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
Tampoco se denuncia un aspecto clave como la represión contra la juventud y los trabajadores, como los jóvenes que van a meter en la cárcel por participar de las marchas del 22M o por participar en las huelgas generales, o los mineros que también quieren meter presos, o como vienen denunciando los protagonistas de “Ciutat Morta” que han demostrado las torturas y asesinatos policiales, o la querella argentina que ha puesto al descubierto que los torturadores de Franco seguían formando parte del aparato del régimen “democrático” del 78. Todos ellos con una total impunidad que ninguno de los nuevos proyectos políticos está denunciando como se merece.
–Para terminar, cuéntanos en qué estáis ahora.
–Por el momento estamos preparando las nuevas elecciones sindicales de abril y queremos que sirva para hacer una campaña militante con los trabajadores, que avance en la organización dentro de la empresa. Pero también queremos sacarla hacia afuera y que la tomen jóvenes trabajadores que quieren pelear contra la precariedad laboral en las empresas, porque si avanzamos aquí, será un avance para toda la juventud trabajadora. Y sobre todo, queremos que se sumen los trabajadores y trabajadoras con más tradición con los que llevamos tiempo confluyendo en las luchas.
Pensamos que este es el camino, buscar todas las vías posibles para recomponer la unidad del movimiento obrero y prepararnos para volver a salir a la calle. Los nuevos proyectos neo reformistas que se anuncian van a tener poco recorrido, porque no tienen un programa radical que haga que la crisis la paguen los capitalistas. Y la única estrategia que tienen es confiar en que dialogando con los capitalistas mejoren las cosas. Pero eso, al final, a lo único que lleva es a que los trabajadores no nos organicemos para imponer nuestras demandas y quedemos desarmados frente a los capitalistas.
Esta estrategia, que en los hechos es una política de colaboración de clases, se corresponde con la moderación que vienen haciendo del programa. Esto se ve cuando han pasado de decir “no queremos pagar la deuda” a decir que “queremos renegociar la deuda”, una cuestión clave para pensar cómo poner en marcha medidas sociales si se llega al gobierno. ¿Acaso los banqueros españoles y alemanes van a ceder amablemente, ya no digo el “no pago de la deuda”, sino incluso una “renegociación”? Pues no, ya lo estamos viendo en Grecia. ¿O acaso los banqueros, la patronal y los Fondos de Inversión van a reincorporar a los trabajadores despedidos de Panrico y Coca-Cola, o que se dé marcha atrás con las Reformas laborales o que a los trabajadores de Telepizza se les conceda un Convenio de Hostelería (o mejor)? ¿O que se conceda una vivienda a todo desahuciado o trabajador sin casa, sin que agiten a la todopoderosa Bolsa de Valores o sin que nos recorten de otro lado para compensar las pérdidas? ¿Y después qué? Sea como sea, los trabajadores y trabajadoras vamos a tener que retomar una estrategia de lucha independiente, basada en nuestra fuerza, nuestra organización y la confluencia con los estudiantes y el pueblo pobre para conseguir cambios profundos y reales. |